Rafael Amargo ha terminado siendo absuelto del delito de tráfico de drogas después de pasar unos meses en prisión provisional. El juez lo ha dejado en libertad porque no se ha podido probar que realmente fuera culpable, pero su imagen pública ya ha sido manchada por todo el escándalo. El coreógrafo, consciente de que la gente tardará en olvidarse de todo esto, ha optado por irse a vivir muy lejos de aquí.
Después de casi cuatro años de batalla judicial, Rafael Amargo ha ganado. Eso sí, no son muchas las empresas dispuestas a contratarlo después de todo lo que se ha llegado a publicar y decir sobre él. Por este motivo, ha decidido trasladar su residencia a Argentina para iniciar una nueva vida con su esposa.
Lo primero que ha hecho es poner a la venta las propiedades que tenía, ya que necesita recuperarse económicamente después de la estancia en prisión y todos los espectáculos que ha tenido que cancelar por culpa de este asunto. En Sudamérica tendría gente interesada en contratarlo, asegura, así que la confianza que depositan en él puede ayudarle a dejar atrás este «calvario«.

Rafael Amargo habla de su nueva vida en Argentina
Rafael Amargo ha hablado sobre este cambio de vida ante los micrófonos de Telecinco: «Estoy instalándome en Buenos Aires, ya que me quedaré allí un tiempo. En España me está costando mucho después de todo lo que me ha pasado, ya que la gente tiene el prejuicio… Me han absuelto, pero que haya vivido algo que no me tocaba no hace que me ayuden más».
«El proceso judicial ha tenido muchísimas consecuencias profesionales y psicológicas en mí. Me ha generado un estigma y una marca, sobre todo porque me ha pillado con una edad que me coloca al final de la carrera y es muy complicado», añade en estas declaraciones. Y es que no se había detenido en los últimos años: «Ahora he estado tres meses en un sofá, así que imagínate«.

El proceso judicial ya se ha terminado, así que puede respirar tranquilo ahora que se ha puesto fin a su peor pesadilla. No obstante, todavía le costará habituarse a las miradas de desprecio y los susurros que lo rodean desde que la policía lo acusara de vender ropa en casa y hacer negocio al frente de una presunta banda criminal.