Èric del Arco (Barcelona, 1975) es, desde hace ocho años, copropietario de la histórica librería Documenta –nacida cuatro días después de que él, explica– y, desde hace menos de un año, presidente del Gremio de Libreros de Cataluña. Afronta, por lo tanto, su primero Sant Jordi como máximo representante de su sector y lo encara con mucho optimismo, como dejaron claro él y el presidente de la Cámara del Libro, Patricio Tixis, en la presentación de la edición de este año de la fiesta del libro y la rosa, que será la más multitudinaria de la historia. Después del trance de la pandemia, ahora cree que ha llegado el momento de pararse a pensar hacia donde conducir el boom permanente de esta fiesta que pronto cumplirá cien años.

La Cámara del Libro y el mismo Gremio de Libreros presentaron este Sant Jordi como el mejor de la historia.

Será un Sant Jordi fantástico. Para decir el mejor de la historia, tendríamos que definir qué quiere decir el mejor. Que será el más grande lo dicen los datos. No era el objetivo inicial. Pero la Cámara y el Gremio nos hemos encontrado una gran demanda de espacio por parte de librerías y editores. No es que haya más gente porque vengan los partidos que hacen campaña o asociaciones de vecinos, que tienen todo el derecho. Esto va aparte y no lo contamos en nuestras cifras. Cuando decimos que será el Sant Jordi con más paradas y más metros, hablamos solamente de librerías y editores.

Y hablamos de Barcelona…

Sí, sí. Pero no olvidemos que fuera de Barcelona hay un montón de librerías que también montarán puestos y que los días antes están ofreciendo firmas de libros porque el día de Sant Jordi muchos autores están en Barcelona.

¿Por qué no es lo que buscaban?

Nos hemos encontrado con un cambio en la manera de organizar Sant Jordi a raíz de la pandemia. Razones sanitarias obligaban a controlar accesos. Pero después lo comparamos con lo que pasaba antes, que había poco espacio y costaba andar. Ahora todo es más esponjado y a la gente le gusta, porque puede mirar los libros tranquilamente. Por eso hemos vuelto a ampliar el espacio. Pero ahora nos tenemos que plantear qué queremos de cara al futuro. ¿Hasta dónde queremos llegar, qué queremos ser? A medida que profesionalizas Sant Jordi, pierdes un poco el origen, que es el de una fiesta popular. No es que queramos volver al pasado. Pero nos tenemos que parar y pensar si nos tenemos que quedar solo en crecer más, más y más. No aporta nada. En mayo o en junio tenemos que hacer una reflexión interna en el sector y pensar hacia dónde queremos ir. Hemos conseguido esto y estamos supercontentos. ¿Pero el año que viene todavía queremos crecer más, o no?

¿Usted tiene la respuesta? ¿Una opinión formada?

Lo que veo es que si queremos crecer infinitamente y tenemos espacio, así no se quejará nadie, porque si pones una limitación habrá quién se sentirá perjudicado. ¿Pero, si crecemos más perderemos la esencia? No tengo la respuesta, nos lo tenemos que preguntar. Si la respuesta es que sí, ¿qué hacemos? Tenemos que hablar a fondo al sector, que por suerte es un sector que habla, donde funciona la comunicación. Este año se ha debatido mucho sobre como hacer Sant Jordi, y llegamos con grandes consensos, aunque de entrada no estábamos todos de acuerdo en todo. Pero una vez aprobado, vamos a una. Ahora estamos en manos de la meteorología y nada más.

¿Por qué una fiesta del libro vive un gran boom en una época en que todo el mundo está enganchado a las pantallas? ¿Es el atractivo del consumo como actividad de ocio?

Sant Jordi es una fiesta comercial, pero nace un poco como el día de Reyes. Por muy comercial y consumista que sea, es una fiesta de cariño. Nos queremos y queremos demostrarlo. Y, para hacer esto, la sociedad actual tiene los regalos. Regalamos cosas. Podemos regalar abrazos, pero nos gusta regalar cosas físicas y cada vez hay menos cosas físicas para regalar. Podemos regalar experiencias. Podemos regalar una cena en una cajita que dice ‘te regalo una cena’, pero el libro es superior. Te puedo regalar un libro y te lo puedo dedicar, y también te regalo la experiencia de leerlo, muchas veces porque yo lo he leído, me ha gustado y quiero compartirlo.

Èric del Arco, librero a la Librería Documenta y Presidente del Gremio de Libreros de Cataluña 18.04.2023 / Mireia Comas
Èric del Arco, librero a la Librería Documenta y Presidente del Gremio de Libreros de Cataluña 18.04.2023 / Mireia Comas

Hay libreros y autores que son críticos con Sant Jordi. Creen que los libros se tienen que vender todo el año, no un día en que se compran libros y muchos no se leerán.

Sí, hay gente que no los lee. Pero prefiero que tener una fiesta en que se vendan muchos libros que no tenerla. De entrada porque se habla del libro como sector en este momento. Cada sector tiene su momento, aunque como libreros, a pesar de que nos quejamos, tendríamos que reconocer que se nos dedica mucha atención, con secciones semanales en los diarios y en programas de radio y de televisión. Somos un sector que la gente quiere. De hecho, solo hay que ver los lamentos que hay cuando se cierra una librería, con razón.

La sensación de que se lee menos que antes porque hay mucha más oferta de ocio, pues, ¿es falsa?

La respuesta exacta sobre si se lee más o menos que antes no la tengo. Lo que sé es que tengo una librería poco amigable con la juventud, porque tiene un aspecto serio, y, en cambio, entra gente de todas las edades. Yo tengo la creencia de que se lee tanto como antes. Quizás se lee de otro modo. Tenemos más interrupciones. Cuando un libro no te seduce, es tan fácil coger el móvil y mirar Instagram… A mí me pasa. Y cuando pasa esto quiere decir que el libro no me ha motivado, tengo que buscar otro. Cuando encuentro uno que me engancha, no miro Instagram. Pero esto no quiere decir un gran volumen de negocio. Los libreros somos un sector un poco de muertos de hambre. Es decir, cuando montas un restaurante o un bar, aspiras a ganarte bien la vida con el esfuerzo que haces. El librero hace mucho esfuerzo siempre y sabe que, como mucho, sobrevivirá. Pero, en definitiva, tengo la sensación de que la gente lee. Y los libros que se vienen son buenos. La gente lee bien.

¿Y los jóvenes?

También. No sé los porcentajes. Pero leen y tienen criterio. Mi hija, durante la pandemia, con la restricción de aforos, podía hacer tres horas de cola para entrar en una tienda de cómics, y esto también es lectura. Hace ocho años yo creí que el libro tenía futuro, por eso me metí en el sector, y los números demuestran que tenía razón. El papel tiene un futuro, y los libros en todos los formatos, también. También hay el factor que cada vez hay más editoriales y medios para editar mejor y más fácilmente, hacen falta menos recursos y pueden hacer tiradas más cortas y más variedad de títulos, cosa que es un problema porque no nos caben todos en la librería.

¿Se edita demasiado?

Esta pregunta ya se la hacían a finales del siglo XIX. Y ahora se edita mucho más porque es más fácil. Ya se sabe que, de los miles de libros que se debían de editar los últimos años del siglo XIX, han pervivido diez. Y esto continúa pasando ahora. Hace unos días miramos aquí [en la librería Documenta] cuál fue el libro más vendido el día de Sant Jordi. No diré el título, pero nos preguntamos: ‘¿Qué libro era este?’. Un año después, no lo recordábamos. Y ciertamente en aquel momento se vendió mucho. Por Sant Jordi sale mucha literatura momentánea, hay editoriales que están especializadas en libro instantáneo. Saben que venderán 2.000 y se ha acabado, no hace falta ni que lo reediten.

Ha mencionado el futuro del papel. ¿El e-book no es rival?

No. En todo caso, el único problema del e-book, como el audiolibro, es que acaba en manos de gigantes comerciales que monopolizan el mercado. Y para los editores hay el problema añadido de que es más fácil de piratear que un libro en papel.

Pero no acaba de triunfar.

Tiene su mercado, sobre todo para gente que tiene problemas de vista. Es como el audiolibro, que por fin han encontrado una manera de que sea accesible para todo el mundo. Se están haciendo en catalán. Esto es muy bueno. Hay actores que pueden vivir de ello, o que en parte pueden vivir de ello. Hay un mercado del audiolibro en catalán. Esto te lo dicen hace seis años y no te lo crees.

Sea como fuere, el libro en papel resiste muy bien y la prensa en papel, no.

La prensa tiene el problema de que las noticias se leen para saber qué pasa ahora. Antes, comprabas el diario para saber qué pasó ayer, y un poco para tener opinión y análisis. Pero ahora hay otros canales para formarse la opinión, y por supuesto las noticias las sabemos en el momento. El libro, en cambio, te lleva a una cosa que no es inmediata. Lo coges para entretenerte o para informarte, pero de otro modo. Coges un libro si te gusta leer. No a todo el mundo le gusta leer. A veces, me dicen: ‘Mi hijo tiene 22 años y le quiero regalar un libro, pero no le gusta leer’. ¡Pues regálale otra cosa! No creo en la literatura ‘de goce’ por obligación.

El papel de la escuela es el adecuado en este sentido?

¡Uy, a mí no me metas en líos, eh! [Se ríe]. La escuela tiene que luchar para que haya comprensión lectora, que es necesaria para muchas cosas en la vida. Por ejemplo, para leer las instrucciones de un aparato antes de usarlo, una cosa que no hace nadie, ni yo. Y a partir de aquí, la escuela también tiene que proponer lecturas. Pero yo tengo dos hijos y la mayor lee mucho y el pequeño, menos, también porque ha tenido problemas de salud y le ha costado más. En todo caso, ahora, cuando un libro le interesa, lo devora. Pero a toda esta gente que dice que quiere que su hijo lea y no le gusta, yo les diría a ellos que lean poesía, que seguro que muchos me dirán que no les interesa. Pues es que cada cual tiene unos intereses. La lectura es una cosa muy personal.

Me decía que no está de acuerdo con la lectura obligatoria…

No estoy de acuerdo con que sea obligatorio que te guste leer.

¿Pero dónde está esta obligación?

Es una especie de obligación moral o social. A la gente que le gusta leer le sabe mal que a su entorno no le guste. Les quieren regalar libros y los otros no quieren recibirlos.

¿Un librero no tendría que querer fomentar el gusto por la lectura?

Tenemos que luchar para que todo el mundo lo pruebe con libros que sean atractivos. Pero si después no te gusta, fuera. Tienes que saber leer y tener comprensión lectora, como herramienta para la vida. Pero leer es fantástico como el deporte es sano, pero a mí no me hagas ir al gimnasio. Mi mujer se levanta a las siete de la mañana para ir a la piscina y yo sigo durmiendo una hora más. Si llega un día que un médico me dice que tengo que hacer ejercicio porque, si no, me moriré, quizás el miedo me hará cambiar de planteamiento. Pero esto con la lectura difícilmente pasará. Tenemos que aprender a no obligar la gente a leer cosas que no quiere leer. Igual que criticamos el canon de la talla 38, también tenemos que decir que leer es una opción y no una obligación. Dogmatizamos la cultura como un elemento de superioridad y tendríamos que tener cuidado, porque a veces es una impostura.

Una de las cosas más esperadas por Sant Jordi es el ranking de los más leídos. Pero la Cámara del Libro y el Gremio de Libreros advierte ahincadamente de que, en realidad, es poco representativo…

Es la punta del iceberg.

Pero lo continúan dando, a pesar de que no los entusiasma. ¿Por qué?

Podríamos no darlo, al menos probarlo un año. Pero la sociedad necesita rankings. Estamos educados para querer saber quién va primero, quién va segundo y quien va tercero. Quién es el más rico, cuál es el aeropuerto con más tráfico, cuál es el libro más vendido. Necesitamos rankings para ubicarnos. Pero lo mejor del ranking de Sant Jordi es ver que en la librería hemos vendido 3.000 libros y que el más vendido ha vendido 15. Además, es un ranking irreal, porque las librerías no han tenido tiempos de pasar los datos de los puestos de la calle. Pero decir que no nos gusta dar el ranking forma parte del juego de día de Sant Jordi, igual que darlo. Si lo damos, podemos recordar que se han vendido otros muchos libros y que los del ranking solo son el 5%.

Èric del Arco, librero a la Librería Documenta y Presidente del Gremio de Libreros de Cataluña 18.04.2023 / Mireia Comas
Èric del Arco, librero a la Librería Documenta y Presidente del Gremio de Libreros de Cataluña 18.04.2023 / Mireia Comas

¿Por qué la fiesta del libro es catalana? ¿Por qué arraigó de este modo en Cataluña y no en otros lugares, como se intentó al principio?

Vamos creando las tradiciones a medida que van pasando y no sabemos por qué. Quizás durante la dictadura Sant Jordi tuvo un punto de defensa de la identidad. No se podía prohibir Sant Jorgdi. Podían censurar algún libro, pero de los libros que estaban publicados no se podía prohibir la venta. Por lo tanto, era un momento en que el libro en catalán se podía reivindicar. El régimen no ayudaba a hacer libros en catalán, pero permitía algunos. Se tendría que investigar, pero el momento de arraigo de la fiesta fue durante aquellos años y creó un vínculo muy fuerte con la cultura catalana. Y, después, la política lingüística, a raíz de la Transición, llevó la eclosión total de un mercado que las editoriales en catalán han potenciado año tras año, con premios y autores mediáticos impulsados por ellas mismas. Y los medios de comunicación también han participado. Así se ha llegado al punto actual, en esta sociedad de ‘lo quiero hacer más grande todavía’. Por eso tenemos que decidir si queremos continuar esta dinámica o tenemos que reorganizar la fiesta, pero lo tenemos que estudiar con calma.

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