Hay personajes de Com si fos ahir que tienen unos patrones de personalidad muy marcados. Perfiles más simples, que de tan buenas personas que son a menudo los engañan, hasta aquellos con una cara muy dura que harían lo que fuera para conseguir su propio beneficio. En el caso de Quique (Biel Duran), es una persona que entra en bucle y retuerce los pensamientos hasta que ya no sabe discernir qué es su paranoia mental y qué es realidad. Hace semanas que los espectadores de la serie diaria de TV3 ven cómo el profesor pierde los papeles cada vez que sale el tema de la paternidad de Adrià. Está angustiado porque desde que descubrió que era estéril, todos sus miedos se han dirigido hacia Cristina (Carlota Olcina) porque cree que lo ha engañado. Hace 15 años que fueron padres de su hijo y aunque están divorciados, siempre habían mantenido una relación cercana y distendida, hasta ahora.
Las paranoias de Quique y sus ideas más descabelladas
Primero se comió la cabeza solo, pero pronto buscó el consuelo de Cèlia (Sara Espígul) que con toda su fuerza de voluntad y viendo que lo único que hacía era alejar a su hijo, consiguió que entrara en razón. Parecía que por fin lo había dejado estar, pero los fantasmas del pasado no se van, solo se adormecen, y la inminente visita de Hugh a Barcelona lo ha cambiado todo. ¿Por qué Quique estaba tan preocupado por la paternidad? Dentro de su cabeza la posibilidad de que el padre biológico del niño no sea él es muy real y piensa que Cristina lo engañó con Hugh, un amigo británico que pasó unas estancias en Barcelona. Incluso el hombre estuvo presente durante el parto del niño y el hecho de que ahora Adrià se quede con él en Oxford para mejorar el inglés solo ha conseguido que sus sospechas se hagan más grandes.

Lo que él no sabe es que una parte de sus sospechas son ciertas. Cristina le dijo que solo se habían dado un beso cuando estaban casados y que con Hugh no había pasado nada más allá. Ahora bien, en capítulos anteriores salió a la luz una conversación que podría cambiarlo todo: resulta que con Hugh tuvo una aventura más extensa de lo que parecía y aunque él no cree que sea el padre, siempre hay un pequeño porcentaje que podría desestabilizarlo todo.

El cara a cara con Hugh lleva a Quique a tomar medidas drásticas
En el capítulo del miércoles 5 de noviembre, Quique ha recibido una noticia inesperada y poco agradable. Hugh está en Barcelona para hablar con Cristina sobre la estancia de Adrià en Inglaterra. El padre, si nada cambia, del chico, ha decidido que también quiere estar presente. Solo encontrárselo en el Flora Quique lo observa todo con recelo, buscando las pruebas que le ayuden a aceptar que no se equivoca al creer que Hugh es el padre biológico de Adrià. Ve que ambos se llevan muy bien, que repiten gestos y que incluso se mueven igual. Si ya estaba angustiado por la situación y los pensamientos intrusivos, solo faltaba ver que las piezas dentro de su cabeza encajan.

Después del encuentro familiar, Quique se dirige a la consultoría con una inquietud entre ceja y ceja. Cree que a Hugh «se le caía la baba» mirando a Adrià como si realmente fuera su hijo. Él se ha disculpado por la llamada que hizo en la que lo acusaba de ser el padre y el hombre, a pesar de aceptarlo, ha admitido que entre él y Cristina «nunca» pasó nada, lo cual no es verdad.

Quique ya sabe que hubo unos besos y, por lo tanto, este argumento lo ha vuelto aún más paranoico. ¿Su decisión? Hacerse una prueba de paternidad. Cèlia entiende que quiere salir de dudas y aunque no es la mejor solución, Quique está decidido: quiere hacer las cosas bien y quitarse la inquietud de encima. ¿Qué sacará de todo esto? ¿Será la solución para poner fin a todos sus quebraderos de cabeza?

