Cuatro amigos en la cincuentena charlan en un bar. Hay tres mujeres y la conversación deriva hacia la menopausia y los incesantes sofocos que ellas sufren desde hace meses. El hombre que las acompaña –pareja de una de ellas– las interrumpe. «Esto es imposible», los espeta. Y se permite
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Aunque no hay suficiente investigación, se ha investigado bastante para poder decir que la ciencia desmonta el pensamiento de este tipo de hombres, que tildan de ”imposibles” síntomas que las mujeres describen sobre su propia menopausia. La divulgadora sobre la menopausia y máster en nutrición y salud de la UOC Carla Romagosa enumera todos los síntomas que pueden sufrir las mujeres en esta etapa de su vida e insiste en que 9 de cada 10 mujeres sufren alguno de ellos. Entre los síntomas está la sequedad vulvar, la falta de deseo sexual, los sofocos, el insomnio, la falta de deseo vital, el desaliento, la irritabilidad y el dolor en las relaciones sexuales.

Según un estudio de Pluvio Coronado, presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, presentado en el Senado, hasta un 76,5% de las mujeres sufren sofocos nocturnos, un 71,3% sofocos durante el día, un 62,5% insomnio, un 52,9% irritabilidad, falta de energía y menos deseo sexual y un 45,6% sequedad vulvar. Estos síntomas son más intensos a los inicios de la menopausia y varían con el tiempo.
Los sofocos, que a muchos hombres los parecen exagerados, se producen por una alteración en la termoregulación del cuerpo dada por un cambio en los estrógenos durante la menopausia. El estrés, por ejemplo, también contribuye a estas reacciones hormonales que provocan los sofocos. Si bien es cierto que cada mujer vive la menopausia de una forma diferente, esta es la etapa más larga de la vida de la mujer, de forma que es importante que conozca bien los procesos por los que pasa el cuerpo, una cuestión a menudo olvidada.
Todos los cambios que comporta la menopausia, la etapa más larga de la mujer
En el ámbito médico la menopausia se denomina climaterio y es la etapa más larga de la vida de la mujer. Se inicia alrededor de los cuarenta años, cuando el cuerpo empieza a prepararse para la caída de los niveles de estrógenos, a pesar de que la mujer continúa teniendo la regla. La media del momento de la desaparición de la menstruación son los 51 años, cuando empieza oficialmente lo que se conoce como menopausia. “El climaterio dura toda esta etapa y se van produciendo cambios a lo largo de los años, pero las mujeres no lo sabemos porque no nos lo han explicado”, señala Romagosa, que insiste en que no es una enfermedad sino una etapa más de la vida de las mujeres.
Los cambios se producen por la disminución de la principal hormona femenina y conducen a una inflamación subclínica general que todavía es más acusada cuando se unen otros factores como el alcohol, el tabaco, la mala higiene bucal, el exceso de alimentos procesados, el sedentarismo y la contaminación.
Además, hay consecuencias crónicas como la osteoporosis, puesto que la caída de estrógenos hace perder masa ósea. Los estudios han demostrado que las mujeres que sufren sofocos tienen más pérdida ósea y en algunos casos esto puede ser grave, puesto que las fracturas de las vértebras y la cadera en mujeres tiene una mortalidad del 30%. Otras consecuencias son la reducción de la protección cardiovascular y la pérdida de memoria o niebla mental, es decir, dificultad para recordar palabras o nombres, alteraciones de la vida diaria como por ejemplo perder las llaves y dificultad para concentrarse.

Prepararse para la menopausia con un cambio de hábitos
Según Romagosa es importante que las mujeres lleguen preparadas a esta etapa y cambien los hábitos para tener una vida sin tóxicos. Lo más importante es llevar una alimentación antiinflamatoria, hacer ejercicio físico de fuerza, descansar bien y hacer una buena gestión del estrés mediante meditación o ejercicios de respiración. También se debe reducir el consumo de alcohol y tabaco, así como hacer una dieta restringida en calorías y con muchas frutas y verduras. De este modo, explica la experta, se evita la acumulación de grasa abdominal que es típica de esta etapa.

El estigma de la menopausia, vestigio de la sociedad más machista
Josefina Goberna señala que lo que, desde el punto médico, es solo el final de la regla, socialmente tiene un significado negativo. “La mujer ha sido valorada por su capacidad de tener hijos y perder la fertilidad en una sociedad que valora la juventud provoca este estigma”, explica la experta, miembro del Centro de Investigación Teoría, Género y Sexualidad ADHUC. Goberna define esta etapa como la ”edad de la invisibilidad social”, cuando se pierde la forma del canon femenino y ya no tiene encanto socialmente. En los hombres, recuerda, el declive es más lento y no hay ningún momento concreto que rompa, lo que hace que la consideración sea menos mala.
Ahora bien, Goberna insiste en destacar los adelantos que ha habido también en esta visión machista de la menopausia y la mujer. “Antes, los libros decían que en este momento de la vida de las mujeres ya no se necesitaba su figura porque los hombres ya habían crecido laboralmente y los hijos se marchaban de casa”, señala. “Se hablaba del síndrome del nido vacío y parecía que la mujer ya no tenía ninguna función. Esto ha cambiado porque ahora se tienen hijos mucho más tarde y porque la mujer ha dejado de estar relegada al ámbito privado”, celebra. Cita como ejemplo mujeres post-menopáusicas como Ursula von der Leyen o Christine Lagarde, que ocupan lugares de máxima responsabilidad.
No conformarse con los síntomas y levantar la voz
Romagosa cree que la menopausia es un tabú porque antes la mujer la pasaba y en diez años se moría, puesto que la esperanza de vida era mucho menor. Se las veía como mujeres muy viejas, mientras que ahora las mujeres tienen “una ventana de oportunidad que hay que aprovechar”. “Ahora tenemos treinta años por delante y no nos podemos conformar con estar mal, tenemos que buscar soluciones y especialistas que puedan ayudarnos, que hay muchos”, subraya la experta.
“Decirnos que ya se nos pasará no vale, porque de hecho hay una solución para cada mujer”, explica antes de señalar que se tiene que dejar atrás “la hormonofobia” y estudiar todas las opciones. “Hay tratamientos hormonales personalizados que son totalmente seguros, tenemos que quitarnos el estigma”, insiste. Romagosa explica que también hay la opción de terapias naturales para las mujeres que por criterios médicos o por decisión propia no pueden recurrir a las hormonas. “El que seguro que no se tiene que hacer es esperar que pase y sufrir los síntomas hasta entonces”, concluye.

Falta de conocimiento de la menopausia y la menstruación
Por su parte, la antropóloga social vinculada a la UAB Bruna Álvarez lamenta que el estigma se extienda a «todo aquello vinculado con la menstruación». «Dentro de todo el tabú de la menstruación, lo más desconocido es la menopausia. Las mujeres no llegan a conocer el proceso hasta que la pasan, no hay ningún tipo de transmisión en el ámbito de la salud pública, ni de madres a hijas», señala. A pesar de admitir que esto está cambiando con las nuevas generaciones, mucho más abiertas, Álvarez cree que todavía hay mucho trabajo por hacer, en especial en el marco de la biomedicina.
«No hay bastante investigación ni con la menstruación ni con la menopausia. Solo hay que ver los pocos casos de endometriosis que se diagnostican y lo que se tarda en hacerlo, cerca de diez años», insiste la experta, que cree que no son temas que interesen a los investigadores. «La consecuencia es que las mujeres se tienen que aguantar el malestar, mientras que si fueran procesos en cuerpos masculinos ya se habría inventado algo«, remarca. Destaca también la diferencia «abismal» en la investigación en menstruación o en próstata. «Quizás hay 150 estudios de menstruación y 10.000 de la próstata. Es abismal», concluye Álvarez.