Este fin de semana ha sido marcado por el fuerte incendio que empezó a quemar viernes el Ampurdán, entre Colera y Portbou. Unas llamas que, además de revivir los malos recuerdos de incendios pasados que han golpeado la zona, también han hecho reavivar la guerra abierta que existe entre los bomberos voluntarios —aquellos bomberos que no son funcionarios, pero que trabajan de manera remunerada con el cuerpo siempre que se los necesita— y el Departamento de Interior. De hecho, como protesta por todas las desavenencias que existen entre la administración y los miembros del cuerpo, los bomberos voluntarios se colocaron como “no disponibles”, es decir, decidieron no participar de las tareas de extinción del fuego.

En una conversación con El Món, el presidente de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Cataluña (ASBOVOCA), Josep Maria Alcalà, ha explicado que esta protesta ha nacido a raíz de “el calentamiento espontáneo” de los voluntarios. El chispazo que ha hecho encender las llamas de nuevo son las declaraciones de la consejería en las cuales prometen estudiar mejoras de las condiciones laborales de cara el mes de septiembre. Unas promesas, pero, que los voluntarios consideran que son “milongas”. Ahora bien, el problema que ha reavivado estos últimos días viene de mucho más lejos.

Cronología del conflicto entre los bomberos voluntarios e Interior

Los grandes incendios forestales del 1998 que quemaron un total de 27.000 hectáreas en la Cataluña Central pusieron en entredicho las condiciones laborales con las cuales trabajaban los Bomberos, especialmente los voluntarios. Y no solo esto. Aquel año también fue la constatación que empezaba a existir un nuevo modelo de fuego, puesto que la climatología cada vez era más extrema y esto comportó que las llamas del 98 se convirtieran en el incendio más rápido registrado hasta aquel momento a Europa.

Del mismo modo que el fuego nace y crema, también se enfría y se apaga. A pesar de las reclamaciones de los voluntarios que conforman el modelo mixto, las condiciones no mejoraron especialmente. El año 2010, con el incendio de Horta de Sant Joan que calcinó un total de 1.150 hectáreas y se cobró seis víctimas mortales del cuerpo de extinción de la Generalitat, las quejas reavivaron como si se tratara de un incendio mal controlado.

Imagen de un bombero trabajando al incendio que ha llegado a Portbou / Bomberos
Imagen de un bombero trabajando al incendio que ha llegado a Portbou / Bomberos

La tónica se fue repitiendo año tras año con los incendios que se originaban en Cataluña, como por ejemplo los de la Jonquera y de Portbou (Alt Empordà) o el de la Rasquera (Ribera de Ebro) del 2012, o el de Rocallaura (Urgell) del 2016. De hecho, durante las llamas de Rasquera del 2012, los bomberos voluntarios se negaron a trabajar como símbolo de “protesta”, la misma estrategia que han usado este año. A pesar de que los años pasaban y se iban apagando fuegos, las condiciones no han mejorado: “Siempre hemos sido mano de obra barata”, explica Alcalà. 

Primer punto de inflexión

La relación entre los bomberos voluntarios y el Departamento de Interior se complicó significativamente cuando en 2020 la conserjería va collar-los con nuevas exigencias, pidiendo disponibilidad los 365 días del año por si pasaba cualquier cosa: “Era como si fuéramos una aplicación de Glovo”, comenta Alcalà. Este aumento de exigencias no ha ido acompañado de una mejora en las condiciones laborales, cosa que ejemplifica todavía más la “carencia estructural” que sufre el sector de los bomberos voluntarios.

Una de las principales quejas que expresan desde el sector es la falta de delegados de prevención, salud y seguridad, y no tienen ningún plan de actuación y medidas a adoptar en caso de posibles situaciones de emergencia dentro del mismo parco, unas condiciones de trabajo que sí que tienen los funcionarios. La situación se complica todavía más cuando sufren un accidente laboral y hace falta una indemnización, puesto que según las condiciones establecidas por el Departamento actualmente, el Gobierno se hace cargo de la indemnización solo durante el primer año: “Tengo compañeros que hace siete años que están sin indemnización y no pueden trabajar, es indignante”, espeta con impotencia Alcalà. 

Así pues, para hacer frente a problemáticas como estas, los bomberos proponen una solución: laboralizar-los. Es decir, hacer una transición del modelo mixto actual por un modelo totalmente regularizado. En este sentido, Alcalà se muestra confiado y cree que es una pedida que, en caso de que la Generalitat “ponga de su parte”, en 10 años podría estar «totalmente regularizada”.

Los Bomberos trabajan con 16 dotaciones en el incendio de Gavarres (Girona) en una imagen de archivo / Bomberos de la Generalitat

La respuesta del Departamento

Por su parte, pero, el Departamento apuesta por un camino diferente. Preguntados por El Món, desde la conserjería defienden que la laboralización no es una buena solución: “La eliminación del actual modelo mixto de bomberos [funcionarios y voluntarios] no es el que conviene en el país. Más allá de la normativa vigente y la jurisprudencia, existen varios impedimentos que no hacen posible asumir esta propuesta”, aseguran. En referencia a la cuestión sanitaria, desde Interior coinciden que hay que dar un paso más allá, y han prometido tratar el tema con el sector a partir del mes de septiembre.

De hecho, el Parlamento ha acordado crear una mesa negociadora con los voluntarios este septiembre para abordar todas las cuestiones que preocupan el sector. Ahora bien, mientras tanto, se funciona a partir de acuerdo con el documento de preacuerdo aprobado el pasado 5 de julio, al cual ha tenido acceso El Món. Un preacuerdo que se construye a partir de la Ley 5/94 en la cual se crea el régimen de bomberos voluntarios supeditado en la Generalitat: “Se aferran a esta ley y no acaban escuchando nunca nuestras demandas”, sentencia Alcalà, que considera que esto es un “abuso administrativo”.

El chispazo de Portbou

Este pasado fin de semana los bomberos voluntarios decidieron no participar de las tareas de extinción del incendio del Ampurdán. Teniendo en cuenta que, actualmente, la mitad de los parques de Bomberos de Cataluña están conformados por voluntarios, no tenerlos disponibles ha obligado Interior a movilizar dotaciones otros puntos del territorio, como por ejemplo Lleida, para desplazarse hasta el Ampurdán a extinguir el incendio.

La montaña con el fuego de Portbou activo | ACN
La montaña con el fuego de Portbou activo | ACN

El hecho de desplazar tantas unidades diferentes y obligarlas a trabajar durante tantas horas seguidas tiene unas repercusiones económicas. Mientras que los bomberos voluntarios cobran 10 euros la hora, el preacuerdo establece un precio de 23,41 euros la hora extra trabajada en caso de los funcionarios. Una diferencia económica “abismal” para Alcalà que ha tenido unas grandes repercusiones este fin de semana. Así lo han valorado las Agrupaciones de Defensa Forestal, que son entidades sin afán de lucro, formadas por propietarios forestales, ayuntamientos de los municipios de su ámbito territorial, voluntarios y voluntarias y entidades municipales gestionadas por el Departamento de Acción Climática de la Generalitat y que tienen como finalidad la prevención y la lucha contra los incendios forestales. “Nos tendrían que explicar qué ha sido el coste del incendio de este fin de semana”, asevera el presidente de la Federación dAgrupaciones de Defensa Forestal del Alt Empordà, Miquel Simon. En este sentido, Alcalà ha preferido hacer unos “números rápidos” y calcula que el Departamento se ha gastado unos “750 o 1.000 euros” por cada funcionario que ha estado de guardia este fin de semana. Unos gastos que por Simon son «derrochar recursos».

A pesar de las diferencias que les separan, los bomberos voluntarios y los ADF coinciden en la reflexión que hay que revisar el estado actual del sector de extinción de incendios para determinar qué “recursos se quieren destinar”. Haciendo referencia al incendio del Ampurdán, Simon lamenta el trato que recibieron las ADF, puesto que el Departamento rechazó su ayuda: “Nosotros hicimos la primera intervención hasta que llegaron los Bomberos y nos pusimos a su disposición”, explica Simon que comenta que su proximidad con el territorio los facilita el tiempo de respuesta. Ahora bien, después de la primera acción, ya no se los tuvo más en cuenta. “Yo estoy de acuerdo en el hecho que no podemos estar a primera línea porque no estamos preparados [son ciudadanos que actúen voluntariamente para preservar el territorio], pero sí que podemos hacer las tareas de refrescar el terreno, informar a la ciudadanía o acompañar los Mossos en sus tareas y, de este modo, que no haya que tener Bomberos en tareas que no son imprescindibles”, explica Simon. «Si no queréis a los ADF, decidlo directamente», concluye.

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