El referéndum del Primero de Octubre tuvo muchos protagonistas más allá de los líderes políticos, institucionales y civiles del independentismo. Así se cuentan las urnas, los miles de personas que se apiñaron en los colegios electorales, los Bomberos, los Comités de Defensa del Referéndum –posteriores Comités de Defensa de la República (CDR)– o el papel de los jueces, el Tribunal Constitucional y la Fiscalía. Pero también hubo los policías. De hecho, fueron unos protagonistas especiales porque tanto a Mossos d’Esquadra, como Guardia Civil o el Cuerpo Nacional de Policía lograron un rol principal en la gestión del Primero de Octubre así como el CNI. Las policías locales, en cambio, tuvieron un papel de no intervención.
Además de los antidisturbios de la Policía Nacional y la Guardia Civil, que repartieron leña a diestro y siniestro contra los votantes del referéndum, había los mandos, que tuvieron papel no solo lo Primero de Octubre sino antes y después. En aquellas fechas cogieron volada nombres como el mayor del Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero; los de sus comisarios adjuntos a la Jefatura, Joan Carles Molinero y Ferran López; el del teniente coronel de la Guardia Civil Daniel Baena; el del teniente coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos; el del jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía en Cataluña, Sebastián Trapote

Mossos todavía operativos, todo y la Audiencia Nacional
Tres nombres fueron claves en el 1-O por parte de los Mossos d’Esquadra. Trapero, López y Molinero. Habría que añadir una lista otros afectados, como por ejemplo la intendente Teresa Laplana, que sufrió todo un calvario judicial para acudir, como mando responsable en el Eixample, al cacheo de la sede del Departamento de Economía el 20 de septiembre, perpetrado por la Guardia Civil con orden del titular del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona, encargado de la macroinvestigación contra el Proceso, Juan Antonio Ramírez Sunyer, ahora ya muerto.
Trapero fue juzgado por la Audiencia Nacional por rebelión, sedición y desobediencia, en un juicio donde también sentaban al banquillo de los acusados la intendente Laplana, y el secretario general de Interior del momento del referéndum, Cèsar Puig, y el director general de la Policía de la misma etapa, Pere Soler, por su participación en el Proceso. No fue hasta el 20 de octubre de 2020 que fueron absueltos, a pesar de que no con la unanimidad del tribunal, puesto que la presidenta del tribunal, Concepción Espejel, emitió un voto particular que, lejos de exonerarlos de responsabilidad, defendía imponerlos una dura condena por sedición, en línea con el que había hecho el protector de esta magistrada, el presidente de la sala de lo penal del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, arquitecto de la represión judicial y fiscal del 1-O.

Trapero, arrinconado después de un breve periodo de restitución
Después de ser absuelto, Trapero fue restituido como jefe del cuerpo por el entonces consejero de Interior Miquel Sàmper. Pero con el Govern de Pere Aragonès y el nuevo consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, las cosas empezaron a cambiar. La tensión entre la cúpula de Interior y la de los Mossos se hacía evidente, hasta que Elena relevó Trapero como máximo mando. A partir de aquí, empezó una dura trifulca entre el mayor y la dirección general de la Policía con acusaciones cruzadas y amenazas de ir a los tribunales. Finalmente, Trapero fue nombrado jefe de la División de Evaluación y Servicios (DAS). Una división que, alejada de los operativos diarios, procura por la calidad de la policía. El mayor, pero, no tuvo miramientos al cargar contra la actual dirección política de los Mossos en una sonada comparecencia a la comisión del Modelo Policial del Parlamento, que aprovechó para reprochar la existencia de «caudillos a la sombra» y el «partidismo». De momento, Trapero, que conserva los galones como único mayor del cuerpo aunque esté destinado a una tarea nada operativa, continúa en este cargo, que sobre el papel se integra dentro de la estructura orgánica del cuerpo.

Ferran López, a Madrid después de pasar por el Barça
Otro de los nombres imprescindibles en el 1-O fue lo del comisario Ferran López, encargado de hacer de muro de contención entre la ofensiva del Estado contra el cuerpo y los 17.000 hombres que lo integraban, sobre todo, en los centenares que estaban inmersos en casos judiciales relacionados con el Proceso. López fue la mano derecha de Trapero durante los días previos al referéndum, especialmente cuando el mayor le delegó la representación en las reuniones previas de las juntas de seguridad y la interlocución con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que supuestamente comandaba el teniente coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos.
Una vez Trapero fue destituido por el 155, López asumió el mando de los Mossos con el objetivo, no siempre con todo el apoyo, de evitar cualquier condena a un mozo por el 1-O. Una vez fue relevado por el consejero Miquel Buch, López fue reubicado a la Jefatura como adjunto al comisario Miquel Esquius, el nuevo jefe, y conservó un papel similar cuando Eduard Sallent relevó Esquivos. Hasta que recibió una oferta del presidente del Barça, Joan Laporta, como director de seguridad del club. Se incorporó, pero en el jefe de pocos meses plegó a raíz de tensiones internas con una parte de la esctructura del Barça y se mantuvo en barbecho hasta acabar el plazo de dos años de su excedencia, al final del cual se reintegró en el cuerpo policial de la Generalitat.
El actual ninguno de los Mossos, el comisario Eduard Sallent –que lo es por segunda vez después de un periodo de diez meses en que Elena puso la Jefatura en manos de Josep Maria Esrela–, consciente de la experiencia y los contactos de López no lo dejó escapar y lo puso a dirigir una de las tareas internas e institucionales más delicadas de la policía de la Generalitat: la suya delegación a Madrid y las relaciones con la Audiencia Nacional y la Fiscalía General del Estado, trabajo que lleva a cabo desde mayo del año pasado. Su hoja de servicios a Madrid ha logrado ya la ampliación de la delegación y la participación de los Mossos en operativos internacionales. El testigo de López en el juicio de Trapero fue clave para la absolución de los cuatro acusados.
Molinero, en segunda actividad después de ser portavoz del cuerpo
El comisario Molinero fue uno de los integrantes de la terna de la Jefatura de los Mossos durante el 1-O. Veterano del cuerpo, con una dilatadísima experiencia y con cierto ascendiente sobre algunos dirigentes políticos. Molinero era el jefe de la Comisaría Superior de Coordinación Central de los Mossos, un mando importantísimo en el entramado de la policía catalana. Después del 1-O, Molinero continuó en el cuerpo, haciendo de mano derecha de López. Con Buch logró una comisaría operativa y fundamental, la Comisaría General de Movilidad, hasta que fue nombrado Portavoz de los Mossos y adjunto en la dirección operativa del cuerpo que ya volvía a dirigir Trapero. Fue un mando uniformado que le tocó dar la cara durante los disturbios por la detención de Pablo Hassèl. Cuando Trapero fue relevado y sustituido por el comisario Josep Maria Estela, Molinero se acogió a la segunda actividad donde dirige una de sus especialidades, el Club Deportivo de los Mossos.
Baena, Tácito en Twitter, ascendido dentro de la Guàdia Civil
Los mandos de la Guardia Civil implicados más directamente en cuestiones relacionadas con el Proceso han tenido una progresión profesional más positiva que la de los mandos de los Mossos de la misma etapa. El teniente coronel Daniel Baena dirigió la omnipotente Unidad de Policía Judicial de la Zona de Cataluña de la Guardia Civil. Una responsabilidad que le hizo firmar casi todos los atestados de la macrocausa contra el referéndum del juzgado de instrucción número 13 o de la Operación Volhov. Su papel empezó a debilitarse cuando una investigación periodística lo señaló como
Ángel Gozalo, ascendido y ahora jubilado
Otro de los mandos con un papel más importante en la operación contra el Proceso fue l‘entonces jefe de la Guardia Civil en Cataluña, Ángel Gozalo. El año 2011, Gozalo había sido ascendido a general de brigada, cuando Jorge Fernández Díaz era ministro del Interior. Un nombramiento que le sirvió para ser nombrado jefe de la Guardia Civil en Cataluña, después de más de 20 años a los servicios de información del instituto armado. Gozalo presumió de investigar el Proceso con la cobertura del fiscal de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, desde el 2014. «Hay mucha inteligencia detrás la investigación del Proceso», aseveró ante el Tribunal que presidía Manuel Marchena.
Después del referéndum, el diciembre de 2017 fue ascendido a teniente general y enviado a Madrid. De hecho, al ser nombrado, la fotografía de la tradicional presentación a la Moncloa de los tenientes generales del instituto armado –máximo rango uniformado– fue la de Gozalo con Pedro Sánchez. Gozalo ya se ha jubilado. Precisamente, el mismo destino que general de Brigada de la Guardia Civil, Mariano Martínez, que como número dos

De los Cobos, el pez gordo que desafía Marlaska
Lo teniente coronel Diego Pérez de los Cobos es uno de los nombres que todavía colea por las estructuras del Estado. Fue nombrado coordinador del operativo contra el referéndum. El teniente coronel hacía muchos años que no se ponía el uniforme. De hecho, era el secretario del gabinete técnico del Ministerio del Interior, es decir, controlaba desde los fondos reservados a la venta de los inmuebles de la Guardia Civil. De los Cobos aterrizó en Barcelona y pronto se va entrebancar con el mayor Trapero. A pesar de que el mayor de los Mossos dejó la relación del día a día con De los Cobos al comisario López, las cosas no acabaron bien. Según afirmó el secretario de Tribunal Superior de Justicia de Cataluny durante juicio de la cúpula de Interior, una fuerte discusión al Palacio de Justicia entre los dos acabó de dejar claro los dos modelos policiales que se enfrentaban para dirigir la estrategia contra el referéndum.
Una vez pasada el referéndum, el abril de 2018, De los Cobos fue ascendido a jefe de la Guardia Civil a Madrid. Un ascenso con regusto a derrota, porque todo y la importancia de la comunidad, en los cargos anteriores ostentaba más poder. Con la llegada de la pandemia, pero, se comenzó una lluita acarnissasa con el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska. El magistrado reconvertido en ministro lo destituyó por sus informes sobre la manifestación del 8-M de 2020 a Madrid, que buscaban las cosquillas en el gobierno de Pedro Sánchez, que acusaba de haber facilitado el contagio y la expansión de la Covid permitiendo aquella marcha masiva días antes del confinamiento total. A partir de aquí, se comenzó una verdadera batalla judicial que empezó a la Audiencia Nacional y ha acabado con el Tribunal Supremo posicionándose a favor del tient coronel Guardia Civil. Es más, ahora la sala contenciosa del Supremo ha vuelto a dar un golpe de mano a De los Cobos y ha anulado la decisión de Marlaska de nombrar nuevos generales porque no hay incoporat el teniente coronel.

CNP y CNI, destituciones y jubilaciones
El CNP tuvo un papel importante en las ciudades catalanas durante la previa y el día 1 de octubre de 2017. Dos nombres destacan. Uno es lo del comisario en jefe de la Jefatura del Cuerpo Nacional de Policía, Sebastián Trapote, famoso porque a la manifestación unionista del 8 de octubre de 2017 salió a saludar a los manifestantes. Fue uno de los que permitió el asedio a la CUP, junto con Juan Manuel Quintela, comisario en jefe de Información en Barcelona y uno de los corresponsables principales de la inteligencia policial contra el referéndum, junto con el comisario 19196, de la Comisaría General de Información, al cargo de una Unidad Central de Información, que todavía continúa activo. Trapote se jubiló y todavía se lo puede ver en algún acto público y social. Quintela también está jubilado pero antes dirigió la Jefatura provincial de Barcelona del CNP.
Por su parte, el Centro Nacional de Inteligencia también ha sufrido bajas. Primero fue el director de los servicios de inteligencia españoles, Félix Sanz Roldán, destituido aprovechando una rendija legal por parte de Pedro Sánchez. Un relevo que supuso el nombramiento de Paz Esteban, encargada de la operación contra las urnas, que se mantuvo en el cargo hasta mayo de 2022 y que fue fulminada por el escándalo de Pegasus contra el independentismo.


