Empezó como diputada en Madrid cuando Mariano Rajoy se estrenaba como presidente, a finales de 2011, y lo último que hizo en el Congreso, el 2 de junio de 2018, fue pulsar el botón para votar a favor de la moción de censura que lo hizo caer del cargo a mitad de la segunda legislatura. Ella también se iba de la cámara baja española, pero para ser consejera de la Generalitat. Antes, Teresa Jordà (Ripoll, 1972) había sido concejal y alcaldesa en su pueblo. Y ahora volverá a Madrid como diputada republicana –es la número dos de la lista de ERC por Barcelona, encabezada por Gabriel Rufián–, después de dos mandatos de Pedro Sánchez, el de la moción de censura y el que surgió de las elecciones repetidas de noviembre de 2019. Si las encuestas aciertan, habrá estado ausente del Congreso con los gobiernos del PSOE y volverá a encontrarse un gobierno del PP.
Vuelve al Congreso en un momento histórico muy diferente, después del Procés, de la represión y de la fase de intento de diálogo. ¿Qué se tiene que hacer diferente?
Tocará analizarlo a fondo el día 23 por la noche o incluso el día 24. Porque tenemos que ver la aritmética parlamentaria que queda. Pero nuestra idea es tener cuanto más fuerza mejor. Nadie como ERC y, quiero pensar, el resto de compañeros del independentismo defenderá Cataluña ante el escenario que todos los pronósticos apuntan que habrá, un gobierno de derechas y posiblemente con este neofranquismo que amenaza con gobernar nuestras vidas. Esto puede tener muchas consecuencias. Ya lo estamos viendo en el País Valencià, en las Baleares y en ayuntamientos. Tenemos que ofrecer resistencia y, si no se da este caso, presionar por más derechos y más libertades. Sobre todo por el referéndum acordado que reivindicamos para que el pueblo de Cataluña pueda ofrecer su futuro político.
Si la alternativa al PP y Vox es el PSOE, se trata del partido que lo que dice de Cataluña es que el conflicto se ha acabado. Han concedido los indultos, han eliminado el artículo de la sedición del Código Penal y lo dan por cercado. ¿Qué puede hacer el independentismo en este escenario?
De entrada, quiero celebrar que fuimos capaces de hacer lo que dijimos que haríamos, obligar a sentarse en una tabla de negociación el PSOE. Lo arrastramos, porque al PSOE siempre hay que arrastrarlo. Y pudimos dejar claro que no hay un problema entre catalanes ni un conflicto de intereses, sino un conflicto político entre Cataluña y el Estado español. Que ahora Pedro Sánchez hable de
Pero se nota poco.
Es cierto que el independentismo está un poco desconcertado. Seguramente, porque desde octubre de 2017 y hasta hoy los partidos independentistas no hemos sido capaces de tejer una hoja de ruta.
¿Quiere decir que Pedro Sánchez confunde la falta de estrategia con la falta de independentismo?
Este es el problema. De todas maneras, estrategia algunos tenemos. Desde ERC hemos estudiado en profundidad qué pasó y que falló en 2017, qué podemos mejorar, que no tenemos que volver a hacer, que necesitamos añadir. Seguramente, la conclusión a la que hemos llegado no es extremadamente sexi, no es extremadamente seductora para movilizar a la gente, pero es lo que hemos extraído de octubre de 2017. Y tenemos claro que, como proyecto político, tenemos que ser más y tenemos que ser más fuertes. Esto implica acumular fuerzas.
En las últimas elecciones, el 28-M, el independentismo no ha sido más fuerte, los electores no han sido más, sino menos, con mucho abstencionismo.
Mucho voto independentista se quedó en casa, pero esto no quiere decir que haya menos independentistas.
¿Entonces que quiere decir?
Que no hemos sido capaces de hacerlo bastante bien. Nosotros teníamos una estrategia y nos lo han vetado por tierra, mar y aire los mismos compañeros independentistas, que tampoco han puesto otra encima la mesa. Nosotros estamos abiertos a mejorar y enriquecer esta estrategia para que sea más fuerte. Pero de momento no hay ninguna más. Y, a Pedro Sánchez, el hecho de que lo hayamos arrastrado a hacer avances como los indultos y la eliminación de la sedición lo ha desgastado muchísimo. Ahora no le queda más remedio que descafeinar lo que sabe perfectamente que hay en Cataluña, que es un conflicto político. Los independentistas estamos ahí. Y continúa habiendo esta mayoría indiscutible, de un 80% aproximadamente, que quieren, por lo menos, votar.
Pero si la estrategia que se ha aplicado después del análisis en profundidad da el resultado que ha dado, con el independentismo desmovilizado, ¿no se tiene que volver a replantear?
Tenemos que trazar una hoja de ruta o mejorarla. Si alguien puede mejorar la única estrategia que hay encima de la mesa, que la mejore. Nos necesitamos todos. Lo que no puede ser es que tengamos batallas estériles entre independentistas.
Este llamamiento a rehacer confianzas y puentes, a la unidad estratégica, los hacen todos los sectores del independentismo, pero la gente ve que no se traduce en nada.
Yo nunca he dicho ni he tuiteado una crítica a un compañero independentista. Nunca. También hay compañeros de otros partidos que pueden decir lo mismo. Pero se ha generado una dinámica estéril y que desmoviliza. Esto lo tenemos que aprender, unos más que otros. Porque así no se construyen mayorías. Y, si no tenemos una mayoría amplia y fuerte, no lo podremos volver a hacer con las garantías de que esta vez ganemos.
Después del cara a cara de esta semana entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, usted decía que se tenía que elegir entre “la España rancia” que representan los dos y el independentismo. Pero una vez hecha esta elección, ¿que se hará ante el uno o el otro?
Yo dije esto después del cara a cara del lunes y lo reafirmo después del debate con siete partidos de este jueves. Quedó claro que tanto el PSOE como el PP, los partidos del régimen del 78, contra el independentismo viven mejor. Y se puso de manifiesto que el PSOE no tiene proyecto para Cataluña. También interpelo al PSC, que siempre que discutimos temas nacionales, competencias, inversiones o deudas pendientes está al lado equivocado de la mesa. Y lo mismo pasa con Sumar, que cada vez se asemeja más al PSOE, cada día más derechizado porque el PP sueña ser Vox, porque hacen de manera desacomplejada lo que los otros querrían hacer.
Si el PSOE y el PSC no tienen proyecto para Cataluña ¿por qué los partidos catalanes se tienen que plantear investir, otra vez, un presidente suyo?
Nosotros, ERC, lo que no haremos nunca es investir un presidente del PP. Pero, de hecho, yo de lo que estoy convencida que pasará es que el PSOE puede hacer presidente Feijóo.
Pero ¿si se da la circunstancia de que el independentismo tenga la clave para una eventual presidencia del PSOE?
El precio será muy caro, como ya lo fue en 2019. Y esta vez podemos tener más fuerza, podemos ser más. Porque estos cuatro años nos hemos sentido muy solo en esta batalla de estirar el PSOE para conseguir mejoras para la gente, sociales y colectivas, y en la mesa de negociación. Por lo tanto, ahora quiero pensar que si se dan estas circunstancias, cuanto más fuertes seamos, cuanto más gente seamos en esta ecuación, más podremos exigir.
Pero este precio tan alto del cual hace semanas que hablan, ¿tiene concreción? ¿El precio sería hablar de referéndum?
El precio es defender Cataluña. Que quiere decir muchas cosas pero muy claras. Defender la lengua, la escuela en catalán, las infraestructuras, adelantos sociales… y quiere decir la libertad del país, por lo tanto, quiere decir un referéndum también. De hecho, está en nuestro programa electoral…
¿Pero será línea roja, será condición sine qua non?
Es una condición más…
¿Pero es imprescindible?
Si es una condición más, es que es imprescindible. No tenemos que renunciar a nada.
La otra vez también se pidió, para la mesa de diálogo, y el PSOE lo ha ignorado.
Ellos no tienen un proyecto para Cataluña. Van hablando de diálogo, y dialogar es imprescindible, pero el diálogo tiene que llevar a algo. Y está claro que nuestro objetivo es que la sociedad catalana pueda votar su futuro político de manera libre y democrática. Que voten lo que quieran, pero que puedan votarlo. Lo que pasa es que estamos solos defendiéndolo. Porque ahora ya ni Sumar lo lleva en el programa.
Si la situación que se plantea no es la de poder actuar para permitir una eventual investidura de Pedro Sánchez, ¿el objetivo tiene que ser el bloqueo que se invoca desde sectores del independentismo?
Que se tengan que repetir elecciones es un escenario que no sería la primera vez que pasa. Ahora bien, podemos ir repitiendo elecciones, pero no bloquearemos indefinidamente España. Aunque todos los diputados catalanes fueran independentistas, no serían suficientes para bloquear este estado demofóbico, porque PP y PSOE se pondrían de acuerdo. No sería la primera vez. Pero es un mecanismo de fuerza y no descartamos ninguno.

Uno de los grandes debates de esta campaña es la abstención, hay voces que hacen campaña reclamándola. ¿Es un rival más, crecerá respecto de las municipales?
Han salido muchas voces a contrarrestar este mensaje, a pedir que la gente vote, voces que quizás no habrían salido si no hubiera este movimiento, que es muy atomizado pero que ciertamente está ahí. Yo hablo con mucha gente y conozco gente que defienden la abstención. Si intentas analizarlo, ves que viene por diferentes lados. Hay quien dice ‘en Madrid no se nos ha perdido nada’. Ojalá fuera verdad, pero se nos ha perdido todo y se nos puede perder todavía mucho más. Allí podemos perder todo lo que somos como pueblo. Ahora ya nos jugamos la lengua y la escuela. Aunque la Moncloa, la Zarzuela y Cibeles nos queden mentalmente muy lejos, desde allá se gobiernan nuestras vidas y será así hasta que conseguimos tener la República catalana. ¿Nosotros tenemos que ir a transformar España? A España no la cambiaremos. Nosotros tenemos que ir allí a defender Cataluña y a exigir nuestros derechos, y esto solo lo podemos hacer cuando el independentismo gana elecciones. Las gana todas. El 23 de julio, la suma de los votos independentistas tiene que ganar las elecciones. Solo así podemos incidir.
Pero hay otro origen del abstencionismo…
Sí, la fatiga, el cabreo, pero un proyecto como la libertad política de un país ante un Estado demofóbico, rancio, caduco como el Estado español conlleva un trabajo titánico y tenemos que ser lo bastante hábiles para dibujar clarísimamente la hoja de ruta e irnos fortaleciendo. Si estamos de acuerdo en que el objetivo es poder votar la libertad política del país, es el camino que tenemos que seguir. Y, según qué escenario se abra, tendremos que hacer acciones más de resistencia, de desobediencia, y nos tendrá que acompañar la movilización de los ciudadanos. Ellos son los que empujaron.
En todo caso, esta oleada de defensa del abstencionismo se ha juntado con una tendencia al éxito de proyectos unipersonales, como ha pasado en la Diputación de Barcelona. Hay una crisis de confianza en el sistema de partidos que lo genera. ¿Qué tienen que hacer los partidos para recuperarse?
Efectivamente, es un camino peligroso y los partidos políticos se tienen que poner manos a la obra. La desafección de la ciudadanía hacia la clase política o los partidos crece, y hechos como los de la Diputación no ayudan nada a revertirlo. Lo que han hecho estos dos
Pero más allá del caso concreto, que es un ejemplo, hay un problema general, que es el que alimenta los proyectos personales.
Es que precisamente por eso lo que ha pasado tiene que tener consecuencias. Ellos usaron unas siglas con un ideario independentista y al final han hecho que el independentismo no gobierne una institución como la Diputación, cuando la posibilidad estaba ahí y ERC estaba, estuvimos sentados a la mesa hasta el final. Tiene que haber consecuencias, algún castigo. A ERC lo habría, porque hay un código ético muy claro. Lo que ha pasado no ayuda a revertir el desencanto, porque se ha visto la política como un proyecto personal donde las sillas son lo más importante. Y no es justo para Junts. Pero si ahora se encuentran con esto y no tienen ningún mecanismo de disciplina sobre ellos, que se aprenda para otras ocasiones.

En un contexto muy diferente, otro proyecto personal que está sacudiendo la política catalana es el de Sílvia Orriols en Ripoll. Usted es de allí, todavía vive allí y ha estado alcaldesa. ¿Por qué se ha llegado a esta situación?
El equipo de gobierno que había y, en grado más bajo, la oposición, no han hecho la política que hacía falta. Señalo directamente a la herencia de los últimos doce años, pero sobre todo la de los últimos ocho años. No se han hecho políticas valientes después del trauma del 17-A. No se abordó como se tenía que haber abordado. Hubo un dolor inmenso, pero pronto quedó tapado por el Once de Septiembre y por el 1-O. Y no se ha hecho un análisis bastante profundo. Yo he oído decir al último alcalde, antes de este nuevo mandato, que esto era un tema del pasado y que no se tenía que hablar más. En este contexto, las elecciones municipales de 2019 dan al Front Nacional una concejal en el Ayuntamiento, que ahora ha montado Alianza Catalana.
¿Y no hubo una reacción?
Se decidió simplemente hacer un cordón sanitario de una manera que fue un error. No el cordón sanitario en sí, porque los discursos de odio se tienen que combatir siempre. Pero no se hizo bien. El proyecto personal de Sílvia Orriols es falso, engañoso, manipulador, pero lo han comprado la gente que la acompañaba en la lista, algunos de los cuales ahora son concejales. Son gente del pueblo normal y corriente. Y le han comprado el mensaje también 1.400 personas que la han votado. Ella tiene 6 concejales, pero el resto son 11. Y aquí hay el segundo problema, que hemos sido incapaces de construir una alternativa para gobernar Ripoll, ante unos problemas la solución de los cuales no es Sílvia Orriols, ni su señalamiento asqueroso…
¿Pero los problemas existen?
Sí, claro, como en tantos lugares. Hay problemas de seguridad, quizás cuando se hace de noche en el centro del pueblo. No se ha hecho política de vivienda. No se han cuidado las entidades. Y todo esto en medio de una oleada reaccionaria que hay por todas partes y de la cual Ripoll no se escapa. Esto ha provocado que alguien que tenga una tendencia racista ahora lo manifieste más alto y más claro. Y en esta mezcla de circunstancias, Junts, que tenía el equipo de gobierno, pasó de 8 regidores a 3. La mayoría de votantes que perdieron pasaron a Sílvia Orriols. Yo conozco gente que lo hizo y que lo explica. Te dicen que lo hizo como voto de castigo, y alguien se arrepiente ahora.
¿Por qué no se pudo tejer una alternativa?
Inicialmente, la jefa de lista de Junts, que ha perdido 2.500 votos y cinco regidores pero que ha quedado segunda, dice que no se siente con autoridad moral para liderar el gobierno. ERC, que ha quedado tercera por 26 votos menos, se pone al frente y habla con la CUP y el PSC y se hace un programa básico de cinco puntos. Era lo que se tenía que hacer, pero con los 11 concejales que no eran de Orriols, un gobierno de concentración. Los problemas que preocupan a la gente que ha votado Orriols, por castigo o por el que sea, están detectadísimos, convivencia, seguridad, tejido social. Pero Junts puso la condición de excluir la CUP del pacto, por temas menores.
Todo indica que Orriols se presentará a las elecciones en el Parlamento…
Sí, Ripoll es una plataforma para ella.
¿Que tendrá que hacer la política catalana si se da este escenario?
Combatirla, con valentía. Y no hacer ver que no existe.
¿Es lo que ha pasado?
Este debate se ha producido con Vox, que están en el Parlamento. Se los ha combatido, pero una cosa es hacerles frente y la otra es hacer oídos sordos. Esto de decir que, como que dicen tantas majaderías, no les tenemos que hacer caso. Esto es un error. Porque ellos saben jugar perfectamente con el populismo. Es lo que hace Orriols. Y gente sensata que conoces te dice ‘es que esta chica tiene razón’. Porque la gente sufre. Los que van al Banco de los Alimentos y reciben ayudas, que son para malvivir, y el resto de la gente también. El PSOE, en el debate de jueves, presumía de las cifras macroeconómicas. Pero, ¿qué le pasa a la gente en el día a día? ¿Qué soluciones damos las izquierdas? Si no lo hacemos, es cuando triunfan los populismos y los mensajes de odio, que es lo que hace Vox.
Este fantasma de Vox planea sobre el 23-J desde que se convocó. ¿Qué le pasaría a Cataluña si realmente hubiera un gobierno español del PP con apoyo de Vox o con miembros de Vox?
Pueden intentar ilegalizar los partidos independentistas, o hacernos la vida imposible. Puede ser que lo que hemos visto de cloacas del Estado hasta ahora quede como una broma al lado de lo que puede pasar. También nos jugamos la lengua y la escuela en catalán, que es una estructura de cohesión. Nos jugamos lo que somos como pueblo.
¿Y qué reacción habría?
El gobierno catalán tendría que tejer una estrategia extremadamente fuerte y cuanto más amplia mejor para combatir lo que pueda venir del Estado. Entonces los que ahora preguntan qué se nos ha perdido en Madrid verán qué es lo que nos pueden hacer perder, que es todo. No catalogaré a Vox como valientes, pero sí que lo que dicen lo intentan hacer. De manera legal o de manera ilegal. E irán a fondo, porque hay odio contra Cataluña. Tendremos que estar más unidos que nunca.
¿Se refiere a hacer que el gobierno catalán vuelva a ampliarse con otros partidos?
Es posible… El presidente Aragonés no echó nadie del gobierno…
Bien, echó a Jordi Puigneró, el vicepresidente.
Fue un caso, por una cuestión muy concreta. Pero no echó al partido que era socio. Se fueron. Sea como fuere, sin duda nos tendremos que muscular y enfrentarse como una sola mujer a estos impresentables.
Como un solo hombre ya no se dice, ¿no?
No vamos en ninguna parte, con un solo hombre. [Y sonríe].
