El próximo 5 de septiembre, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) registrará el escrito de ejecución de sentencia sobre las pinturas murales del monasterio de Sixena que la jueza le solicitó en su última interlocutoria. Un escrito donde debe proponer un cronograma de entrega de las pinturas murales reclamadas y qué posibilidades hay de arrancar los frescos del museo sin que se dañen. Una petición de la jueza del caso que hace unas semanas frenaba al gobierno de Aragón, que ya reclamaba incluso enviar a los Mossos d’Esquadra a custodiar las obras. Sin ninguna duda, el caso Sixena es una de las cuestiones que iniciará con más fuerza el curso político. La exconservadora del Museo de Lleida lo tiene muy claro, porque recuerda la otra rama del caso, la que terminó con agentes del instituto armado español llevándose las piezas que había: «Con Sixena, yo era el enemigo de la Guardia Civil». Lo ha explicado públicamente en la última edición de la Universidad Catalana de Verano.
Un caso como Sixena no podía pasar desapercibido a los responsables de la UCE, que este 23 cerró su 57ª edición en Prada (Conflent). Y decidieron organizar un osado debate técnico, jurídico y político sobre la obsesión por parte de Aragón con las obras de arte de la Franja que se encuentran en Cataluña. Un coloquio con Carmen Berlabé, exconservadora del Museo de Lleida, Josep Cruanyes, abogado y miembro de la Comisión por la Dignidad, y Mireia Freixa, catedrática emérita del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona y miembro de la Academia Catalana de Bellas Artes de San Jordi.
Un debate nutrido en el que se acusó a la Generalitat de Cataluña de estar de brazos cruzados ante la ofensiva aragonesa. Pero el coloquio también sirvió para entender la importancia de Sixena en la historia colectiva de la Corona de Aragón y cómo se ha convertido en el enésimo episodio de una operación para «cargarse la Franja». Los tres ponentes coincidieron en ubicar como telón de fondo del proceso contra el MNAC la «catalanofobia». Tanto es así que el relato de Berlabé sobre el infame 11 de diciembre, día en que la Guardia Civil confiscó las obras del Museo de Lleida, estremeció al público, cuando la conservadora recordó que ella fue «el enemigo de 80 guardias civiles al más puro estilo militar». Todo ello con la alerta de que el caso Sixena abre la puerta a demandas para llevarse obras de arte de Cataluña.

«Cuando nos arrebataron las obras»
Berlabé relató su experiencia como conservadora el día que el instituto armado, aprovechando el 155, «arrebató las obras de aquella manera» al Museo de Lleida. Una experiencia que, a juicio de la conservadora, cargó de política la decisión de enviar a los agentes armados. «Yo estaba allí», recitó poco a poco. «Lo hicieron al más puro estilo militar que me lo llevo», concretó.
«En aquel momento yo fui muy consciente de que el enemigo era yo, que aquellos 80 guardias civiles estaban allí armados esperando la batalla en primera línea, porque yo y gente como yo que estábamos allí éramos el enemigo», expuso. «Cuando eres consciente de eso, es muy duro, muy duro, porque la mínima pérdida de compostura, un estado de nervios… todo aquello puede acabar muy mal», admitió. Berlabé visitó como particular el museo de Sixena para ver cómo evolucionaba la conservación de las obras.
«No puede ser que se saquen las obras de un museo público para ir a una entidad privada», criticó. Además, añadió que lo que «hacía mal ver es que quien, en aquel momento, era consejero de Cultura de la Generalitat con el 155, el ministro Íñigo Méndez de Vigo, fuera el hermano del vicepresidente de la orden de San Juan de Jerusalén en España -orden propietaria del monasterio de Sixena-, esto es muy feo, aunque no hubiera tenido nada que ver». «Las obras no estarán bien en Sixena porque no tiene las condiciones que puede tener un museo porque está sobre una laguna, las monjas pedían permiso para irse porque enfermaban, ¡es insalubre!«, remató. «Los aragoneses no quieren mucho su patrimonio si desean este traslado», afirmó Freixa.

¿Y la Generalitat?
Uno de los puntos calientes del debate fue la visión jurídica que aportó Cruanyes. El abogado desgranó cómo se había gestado el procedimiento y las lagunas por falta de garantías procesales. Un proceso que era perfectamente impugnable, por vulneración de derechos, ante el Tribunal Constitucional. De ahí que reprochó a la Generalitat no haber hecho los deberes impulsando más vías de reclamación o de reconocimiento judicial. De hecho, recordó que la primera demanda se dirigió contra el MNAC cuando quien tenía el derecho a depósito de las obras era la Generalitat.
Por otro lado, Cruanyes insistió en que si los bienes se conservan es porque la Generalitat los salvó en 1936. «Si no fuera por eso, estos bienes no existirían», sentenció. Por ello, el abogado de la Comisión por la Dignidad cargó contra la decisión de la Generalitat de no reclamar ningún tipo de gasto por haber conservado las obras durante tantos años y garantizar su preservación. En este sentido, Freixa reclamó que se reconozca la labor de Josep Gudiol, el arquitecto que recuperó las obras. Por otro lado, tanto Freixa como Berlabé alertaron que el caso Sixena abre la puerta a la posibilidad de que se reclamen más obras que están en Cataluña. Una postura que, jurídicamente, Cruanyes admitió que no acaba de ver, porque la reclamación de Sixena es muy concreta. «No se puede permitir que la sentencia diga que no se puede afirmar que Gudiol tuviera un ánimo lucrativo o salvaguardar las pinturas», concluyó Berlabé.
«Se han cargado la Franja»
En el tramo final del debate, Berlabé y Freixa recuperaron la evolución de los mapas de la Diócesis de Lleida que se mantuvo hasta 1995, cuando se decidió dividir el Obispado. Una decisión política que acababa con siglos de historia conjunta y fue el punto de partida para la reclamación de las obras de Sixena. Unos mapas que mostraban cómo la política había variado los mapas, pero se mantenía el conjunto de la unidad cultural y espiritual. Una evolución hasta nuestros días que, para Berlabé, ha tenido un objetivo claro y que se ha logrado. De hecho, un objetivo del cual el arte de Sixena es la última víctima. «¡Se han cargado la Franja de Ponent! Y como ponentina, me sabe muy mal!», resumió Berlabé.