Con los 20 años del 11-M, el peor atentado terrorista nunca perpetrado en el estado español, se cumplen también dos décadas de la gran mentira que parte de la derecha española todavía mantiene. A semanas de unas elecciones entonces destinadas a sostener la hegemonía neocon construida por José María Aznar desde finales de los 90, el Partido Popular se vio acorralado por las consecuencias del apoyo a la guerra de Irak. A sus recientes memorias, el que fuera ministro de Exteriores años después en el gobierno de MarianoRajoy, José Manuel García Margallo, recuerda el diagnóstico de dos de los asesores de confianza del gobierno de Aznar durante su segundo mandato. «Si ha sido ETA, noes salimos del mapa; si han sido los yihadistas, noes vamos a casa», anunciaba, apocalíptico, el analista popular.
Aznar usó todas las figuras de su gobierno para sostener un relato que tenía que servir para mantener los populares a la Moncloa cuatro años más. La cara visible de la versión oficial fue el ministro del interior, ÁngelAcebes, que en su primera comparecencia en público después de la masacre fue especialmente sentimental: «ETA buscaba una masacre; desgraciadamente en esta ocasión han conseguido su objetivo». El jefe de los cuerpos policiales españoles mantuvo el discurso ordenado desde la presidencia durante días. «Los cuerpos y fuerzas de seguridad no tienen ninguna duda que el responsable del atentado es ETA», declaraba. «Hacían cálculos para aguantar el discurso; porque si los autores eran los islamistas, se lo harían pagar», recuerda VicentSanchis, director general del Grupo Mundo, que entonces ocupaba la dirección del diario Hoy. Malgrat el elevado componente electoral, muchas figuras del PP sostienen todavía ahora las mismas teorías –Aznar, sin ir más lejos–. «Han pasado a la historia como mentirosos, y esto no los gusta», analiza Sanchis.
El ataque contra las mentiras de Aznar y sus ministros no se hizo esperar. El primero a rechazar explícitamente la autoría de ETA de los atentados fue el ahora secretario general de EH Bildu, ArnaldoOtegi, que pocas horas después del ataque desmintió la vinculación del grupo armado de los ataques de la mañana, apuntando a la vía islamista. La intervención de Otegi, entonces líder de Batasuna -pocos meses antes, hay que recordar, del multitudinario acto al Velódromo de Vitoria- contrastó con los contundentes discursos del lehendakari, el jeltzale Juan José Ibarretxe, que llegó a tildar de «alimañas» los miembros de ETA, de quien sentenció que «están escribiendo su final». También el entonces líder del Partido Socialista de Euskadi, PatxiLópez, se pronunció en clara ofensiva contra el independentismo vasco, pidiendo el voto para «las fuerzas democráticas» a las elecciones contra el terrorismo en Euskal Herria. Sanchis destaca la relevancia de la rápida presa de posición de Otegi. «Tenía cierta facilidad para saber exactamente qué pasaba», suficiente para cambiar la posición del Partido Nacionalista Vasco y la lehendakaritza.
El exministro del Interior, Ángel Acebes, durante un acto electoral del Partido Popular / EP
José Oliva / Europa Press
(Foto de ARCHIVO)
19/11/2007
La prensa de Madrid, correa de transmisión
Entre los primeros diarios madrileños a comprar la teoría contra el nacionalismo vasco constan cabeceras más allá del que se pueden considerar los rotativos de la derecha española. Destaca la referencia a ETA a la cobertura de los atentados a una portada de El País, entonces dirigido por el periodista JesúsCebeiro. «Matanza de ETA a Madrid», rezaba la publicación; en perfecta coincidencia con las líneas discursivas de Acebes. Años después, en la busca de cierta redención, Cebeiro ha publicado su propia versión de los hechos en un libro bajo el título La Llamada –en referencia a la llamada que, asegura, Aznar dirigió a varios directores de diarios de tirada estatal para asegurarlos la implicación del grupo armado vasco a los ataques en Atocha–. Aznar, según asegura Cebeiro a una entrevista con El Periódico de España, «trucó a seis directores de diarios para vender que había sido ETA». «En mi caso, lamentablemente, lo consiguió: titulé la edición especial del 11-M atribuyendo falsamente el atentado a ETA», recuerda a la misma conversación, con tono de lamento.
Malgrat que El País corrió a dar publicidad a las –ya a entonces dudosas– hipótesis del gobierno español, el conjunto de la prensa de Madrid dio barra libre al PP para cavar su trinchera. El Mundo tituló «masacre etarra a Madrid»; mientras que La Razón recogió una declaración de Aznar claramente dirigida a culpabilizar el independentismo vasco: «Los han matado porque eran españoles». «Con todo el que era lucha antiterrorista, los medios de la capital eran un bloque acrítico con las posiciones del gobierno», describe Sanchis. «La prensa de Madrid se puso al servicio de la destrucción del enemigo»; lejos de la simple función periodística de «explicar el que pasaba». Desde el sistema mediático catalán, asegura el que fuera director de lo Hoy, «no sorprendió» la genuflexión a las teorías de Acebes. «Si Aznar les llamaba, se lo creían», critica. A pesar de que buena parte de los medios madrileños acataron las órdenes, los resultados fueron los peores imaginados a Génova. La derrota electoral absoluta, días después del ataque, pero, tuvo más de un padre. «Al final, les perjudicó más la sensación de desorden que la mentira», valora Sanchis, apuntando que «si algo no respeta el electorado, es sentirse inseguro».
El expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero | ACN
Figuras mediáticas de la derecha y la extrema derecha española todavía mantienen hoy las tesis de Aznar. Las grandes caras visibles de la conspiranoia popular, de hecho, ocupan veinte años en sillas bastante importantes a la prensa de Madrid. Muchos de ellos, vinculados a la estructura de El Mundo. Pedro J. Ramírez, todavía ahora editor del digital conservador El Español; o Casimiro García-Abadillo, director de El independiente; así como el locutor de EsRadio Federico Jiménez-Losantos, entonces a la cadena COPE, sostuvieron durante años las tesis dictadas primero desde la Moncloa y después desde Génova. La principal cabecera del grupo Unidad Editorial continuó publicando meses después del atentado –años, incluso– elucubraciones para vincular el grupo armado vasco a la masacre; como la difamada «tarjeta del grupo Mondragón» que resultó ser una cinta de la banda de pop liderada por Javier Gurruchaga. «Una parte de esta tropa continúa en activo; y no pedirá nunca disculpas por nada», denuncia Sanchis, apuntando que un reconocimiento de su rol durante el 11-M hace que «se les acaba la parada».
La «distancia» catalana
El panorama mediático catalán fue sustancialmente diferente al consenso madrileño. «El componente nacional nos otorgó más distancia», considera Sanchis, que reconoce que, alrededor de Madrid, «había mucha gente dispuesta a creerse» la implicación de ETA en la matanza». Entre los diarios barceloneses, recuerda el director general del Grupo Mundo, las llamadas fueron dirigidas a las redacciones de El Periódico y LaVanguardia, que también titularon a favor de las tesis de la Moncloa. Tiempo después, AntonioFranco declaró haberse sentido «desinformado», después de que el mismo jefe del ejecutivo insistiera –como recuerda el mismo Franco en un artículo posterior a las páginas de El Periódico– que «había sido ETA, sin ningún tipo de duda». La prensa más lejana a los teléfonos de la corte optó por otros enfoques, puesto que «desconfiaban de la versión oficial». El Punt abre la edición del día 12 recogiendo que «Al-Qaeda lo reivindica»; mientras que el mismo Avui anunciaba, en su edición especial: «La red fundamentalista se atribuye la autoría del atentado, a pesar de que Interior mantiene que ETA es la hipótesis principal». «Hay veces que nos olvidamos de la desconfianza; tendríamos que tardar más a dar las noticias», concluye el periodista.