Karlos Arguiñano tiene un estilo muy personal a la hora de explicar las recetas en su programa de cocina en Antena 3. Los chistes malos que intercala con las explicaciones se han convertido en un rasgo diferencial e, incluso, icónico. Pero es que, además, también regala varios consejos a los telespectadores que lo sintonizan cada mediodía. Pues ha sido uno de estos el que ha llamado más la atención recientemente, ya que ha dejado caer que hay un plato que no pide ni come nunca cuando va a comer fuera. ¿Cuál es el ingrediente que nunca probará cuando come en un restaurante? Curiosamente se refiere al pan.
Es muy habitual que sirvan pan para picar y acompañar los platos cuando te asignan una mesa en un restaurante. En su caso, sin embargo, el chef opta por dejar la bandeja llena con este alimento sin siquiera tocarlo y ha explicado por qué. «Mi hijo Joseba hace pan y recuerdo que, hace un tiempo, le dije que solo lo hiciera si realmente debía hacer buen pan porque es un alimento igual de importante que el resto«, ha dicho.
Karlos Arguiñano lamenta que ni siquiera los restaurantes caros sirvan buen pan
En su caso, encuentra que muchos restaurantes «maltratan» este producto: «Es importantísimo tener un buen pan, no cualquier pan… Que, a veces, veo a la gente comiéndose cualquier tipo de pan». De hecho, dice que ir a un buen restaurante no es sinónimo de comer un buen pan: «Te ponen cada uno… Yo pan de este chungo no lo como. No me fastidies, es que si vas a comer un buen pescado o una buena carne pues, joder, dame un buen pan. Después me cobras un euro o lo que quieras, pero dame un trozo de buen pan».
Karlos Arguiñano ha dejado claro en esta intervención en El Txoko de Idoate que el pan blando que sirven es indignante: «Para comprar chucherías, voy a la tienda de chucherías. Siempre tengo broncas por culpa del pan«. Si hacemos caso a sus indicaciones, lo mejor es cocinar tu propio pan porque considera que es «muy fácil de hacer» y lo único que se necesita es «revisar las cantidades» y «los tiempos de reposo».

Toda una crítica que demuestra cuál es la opinión de Karlos Arguiñano en este sentido, un cocinero que no tiene pelos en la lengua y que no duda en soltar todo lo que piensa, aunque los restauradores se enfaden.