Rigoberta Bandini se dio a conocer hace ya unos años, una cantante que tocaría el cielo mediáticamente hablando gracias a Ay, mamá con el que casi va a Eurovisión. El Benidorm Fest la coronó, aunque no terminó representando a España, y ahora muchos se interesan también por su vida privada.
De ella se sabe poco, más allá de que está casada con un miembro de su banda y que es madre de un niño de cinco años que nació en plena pandemia. Y precisamente sobre su parto se está hablando últimamente, ya que se ha viralizado la entrevista en la que confesaba que ese momento fue muy angustiante por culpa de los problemas médicos que atravesó su hijo.
«¿Mi parto? Fatal… Fue inducido en la semana 41 a pesar de que yo había ido a la Maternidad para pedir que no me lo indujeran. La ginecóloga, que no tenía ninguna empatía y parecía más una cirujana, me dijo que el niño tenía una neuro-no-sé-cuántos-cerebral; una palabra que ya hizo que te dé como un infarto«, recuerda. La cantante se puso a llorar, evidentemente, ya que el embarazo había ido bien y no se lo esperaba: «Todavía ahora se me pone la piel de gallina».

Así fue el parto de Rigoberta Bandini, una pesadilla que aún recuerda
¿Pero cómo fue cronológicamente? En todos los embarazos, cuando superas la semana 40 te dan una fecha límite en la que debes acudir al hospital para que te induzcan el parto si no ha comenzado de manera natural. En su caso, estuvo informándose y supo que tenía el derecho a negarse. De todas maneras, acudió ese día para que le hicieran el control pertinente. En la ecografía, se habrían dado cuenta de que el niño estaba en riesgo. «Nadie me explicaba qué estaba pasando, hasta que una matrona me dijo que eso significaba que la placenta ya no lo estaba alimentando y podía haber mucho riesgo porque no está recibiendo todo el alimento que necesita. Ante eso, dije que me hicieran cesárea para que saliera ya. Por protocolo, me dijeron que tenían que intentar que fuera inducido«.
Las inducciones al parto suelen ser muy lentas, ya que el cuerpo no está preparado para parir y tarda mucho en hacer efecto la medicación. Rigoberta lo confirma: «Fue horrible y lentísimo con más de 30 horas de dilatación. Me rompieron la bolsa y me hicieron mucho daño, la verdad. La Maternidad en general es un centro bastante respetuoso y las matronas eran muy amables, pero mi parto iba a peor y peor… Mi cuerpo no quería parir porque no quería parir. Fue horroroso«.
Cuando la artista ya estaba dilatada de 6 cm, entró una matrona que la ayudó a dar el último empujón. Y una vez de 8, cuando solo quedaban dos centímetros para la dilatación completa, la cabeza del bebé se encajó y le pidieron que empezara a empujar. ¿El problema? Que, en ese momento, el corazón del bebé se detuvo y los médicos le dijeron que tenían que hacerle una cesárea de urgencia. Esa era la peor de las noticias, ya que había soportado todos los inconvenientes y dolor del parto natural, pero terminaría con los problemas de la cesárea de urgencia también.
«Yo estaba medio muerta desde que me pusieron la epidural a los cinco centímetros y no me enteraba de nada. Había tensión, eso sí. No les dio tiempo de dormirme del todo y es muy heavy porque me ataron de manos y pies. Fue muy fuerte…«, dice. Afortunadamente, el niño nació bien. Todas las madres saben que, una vez ves la cara del bebé, te olvidas de todo y te das cuenta de que el dolor ha valido la pena. En el caso de Rigoberta, no pudieron colocarle al niño encima como se acostumbra a hacer porque estaba temblando y vomitando. 10 minutos después, sin embargo, pudo conocerlo y volver a respirar tranquila.