Julian Assange es, después de más de una década de persecución, un hombre libre. El programador y fundador de Wikileaks ha aterrizado este miércoles en Australia después de una «larga negociación» con el gobierno estadounidense de la mano del primer ministro del país del cual es nativo, Anthony Albanese. Agradecido, Assange ha declarado ante la prensa que la actuación del gabinete oceánico «lo ha salvado la vida». También su mujer, Stella Assange, ha dedicado palabras de congratulación hacia Albanese: el ejecutivo australiano habría estado clave a «crear el espacio político para lograr la libertad» del encausado. Justo es decir que la libertad no ha estado gratuita: Assange ha pisado suelo australiano desprendido de declararse culpable de «conspiración para cometer espionaje» bajo lo Espionage Act de los Estados Unidos, aprobada en 1917, bajo la administración Woodrow Wilson. «Es una criminalización del periodismo», critica su abogada, Jennifer Robinson, que tilda la actuación de Washington durante la última década de «castigo para ejercer la libertad de prensa».
La persecución de Assange, hay que recordar, se fundamenta sobre la publicación en Wikileaks de varias imágenes que probaban supuestos crímenes de guerra cometidos por los Estados Unidos en Irak y Afganistán durante la guerra del Golf -unas imágenes que, según continúa defendiendo el fundador, «eran verídicas y de interés público-. Tanto él como su mujer esperan que, una vez la situación se normalice, la administración Biden -si continúa existiendo a partir de noviembre- contemple un indulto presidencial. Sin un perdón de todos los cargos, así como una reforma de la ley de espionaje, alertan de un «peligroso precedente en futuros casos contra periodistas». El adelanto de la condena de Assange, así como las pasas adelante en el cambio legal, «interesan a toda la prensa»; dado que los EE. UU. mantienen la capacidad de perseguir la difusión de información que, como en el caso del 2010, vaya en contra de sus intereses.

Libertado por activismo
El equipo legal de Assange, en este sentido, ha alabado la determinación del fundador de Wikileaks por, en palabras del abogado Barry Pollack, «haber sacrificado años de la propia libertad en defensa de la libertad de expresión y de prensa». En este sentido, los letrados niegan la mayor: todo y la declaración de culpabilidad -no más que una palanca para aceptar el clatellot estadounidense y recuperar la libertad- las autoridades judiciales de Washington «no han podido demostrar» que las publicaciones de Wikileaks hayan supuesto un «peligro para la vida de terceros». Todo y la ausencia de pruebas fehacientes de este hecho -clave para la aplicación de la Espionage Act- Assange ha pasado el último lustro en una prisión de alta seguridad en el Reino Unido, a la espera de una amenazante extradición a territorio norteamericano. La entrada al sistema penitenciario británico, hay que recordar, llegó el 2019 después de siete años de asilo a la embajada del ecuador en Londres.
Lo Espionage Act, una herramienta de Washington
Hay que recordar que, entre otras varios casos de acusaciones fundamentadas sobre la ley de espionaje, destaca el de Edward Snowden. El presidente de la Freedom Press Foundation continúa perseguido por la revelación de secretos relacionados con el programa secreto de control de internet Prism. También ha estado clave en sonoros casos relacionados con el ejército de los Estados Unidos, como por ejemplo el del analista Chelsea Manning, la militar acusada de revelación de secretos para facilitar en Wikileaks imágenes y documentos relacionados con las guerras en Irak y Afganistán; así como el de Reality Winner, la militar que reveló documentos que apuntaban a una implicación de Rusia en el resultado de las elecciones del 2016 que acabaron con Trump en la Casa Blanca. El mismo 45.º presidente de los Estados Unidos, curiosamente, ha sido golpeado por los efectos de la norma: en sus últimos días a la administración después de la derrota electoral de noviembre del 2020, se negó a devolver una muchedumbre de archivos secretos en la Casa Blanca. El pasado mas de abril, Trump se declaró no-culpable de todos los cargos, y permanece a la espera de juicio, ya condenado por el pago de sobornos a la actriz pornográfica Stormy Daniels.