Albert Gomis tiene 73 años y, desde hace años, vive solo en una casa centenaria en el corazón de Sant Quintí de Mediona, en el Alt Penedès. Sin embargo, no es una casa normal, ya que Albert la ha convertido en un auténtico museo de belenes. Tiene trece montados, la mayoría de grandes dimensiones. Hay en todos los rincones de la vivienda. «Cada año pienso qué puedo hacer de nuevo o qué puedo retocar para mejorar los que ya tengo creados, y enseguida me pongo a trabajar», explica en conversación con la Agencia Catalana de Noticias (ACN). Hace tiempo que los vecinos del pueblo donde vive, que tiene cerca de 2.400 habitantes, según los últimos datos censales, conocen su gran pasión por los belenes. Ahora, sin embargo, Albert quiere dar un paso más y mostrar su pasión a visitantes provenientes de toda Cataluña, para que puedan conocer el resultado de una actividad que lo mantiene ocupado durante todo el año.

Este vecino de Sant Quintí de Mediona comenzó a recrear paisajes navideños hace apenas quince años, cuando aún trabajaba. Tal como explica, veía lejana la jubilación y quería encontrar una afición para hacer más amenos los últimos años de trabajo. Según explica, nunca había tenido especial interés por los belenes, pero en el momento en que decidió hacer uno descubrió todo un mundo que ha acabado convirtiéndose en su pasión. Actualmente ha montado trece, pero no piensa detenerse. El más impresionante se descubre después de cruzar la puerta de la calle. Una combinación de luces, un volcán, unas pequeñas fuentes y música navideña a un volumen elevado no deja a nadie indiferente. El belén tiene detalles que recrean el espacio natural de las Deus con unas fuentes y un restaurante, y no faltan todos los elementos típicos: el nacimiento, los Reyes, una multitud de pastores y también de animales. También el caganer. El suyo es de Leo Messi.

Una afición que llega tarde
Albert Gomis ha descubierto su afición por los belenes tarde, pero le ha cambiado completamente toda la vida. Ahora, de hecho, le dedica prácticamente todo su tiempo: «No lo hago para desestresarme ni nada similar, simplemente me gusta hacerlo», explica a la ACN. Durante todo el año, este vecino aficionado dedica horas y horas a definir los paisajes, crear sistemas de agua para recrear ríos, cascadas y lagos, y también a hacer diversas composiciones de luces y música. Le lleva tanto trabajo hacerlos que los deja montados durante todo el año, motivo por el cual entrar en su casa es como entrar en un museo donde es Navidad todo el año. Y aún tiene ganas de continuar perfeccionando sus obras. Según relata, en el montaje principal de la entrada quiere introducir una recreación de las montañas de Montserrat, mientras que en algún otro también quiere incorporar una réplica de la catedral de Barcelona o de la Sagrada Familia.


