Marc Gabernet (Sant Boi de Llobregat, 2002) trabaja «de sol a sol». Es un apasionado de su ciudad natal, donde sigue viviendo y donde ha centrado toda su trayectoria profesional, y de su trabajo. Y así lo transmite cuando habla de ello. A pesar de tener, solo, 23 años, en 2018 fundó la productora audiovisual La Bombilla Media, la cual se encarga, a día de hoy, de la producción ejecutiva y la dirección del programa Lo Repte: Objectiu NY, de 3Cat, o la dirección de Clímax, el programa de citas de Som Eva y 3Cat. Enamorado de la radio, también hace casi siete años que colabora con la emisora local de su ciudad natal. Tiene las cosas muy claras y muchas ganas de seguir creciendo. En esta entrevista con El Món, Gabernet reflexiona sobre el papel de los jóvenes en los medios de comunicación, la importancia de garantizar la calidad periodística del contenido de farándula y las dificultades para independizarse. Esta es la tercera entrega de una serie que hará la radiografía de una generación, talentos de menos de 30 años, con Carnet Jove o con la posibilidad de tenerlo.

Aunque solo tienes 23 años, ya hace casi siete años que te dedicas al mundo de la comunicación audiovisual. ¿Te viene desde pequeño esta afición?

Sí, completamente. De hecho, esta semana he tenido una reunión con la escuela donde estudié primaria porque, justo ahora, el Gobierno les ha proporcionado unas cajas de material audiovisual, que es una especie de kit con cámaras, micrófonos… Y me contactaron para ver si puedo enseñar a los niños de la escuela a usar todos estos utensilios y darles herramientas para hacer pódcasts o televisión. Yo recuerdo que, en quinto de primaria, tenía un maestro, Ramón Fradera, que me animó a crear un taller de radio y cine. E hicimos un cortometraje en la escuela con una cámara muy barata y un moviemaker [el programa de edición] sin licencia [ríe]. Y ya en ese momento vi que era un ámbito que me gustaba.

Antes de crear La Bombilla, sin embargo, ya habías puesto en marcha unos cuantos proyectos.

En 2015 conocí un proyecto que se llamaba Enganxats, que era un diario digital de actualidad televisiva. En ese momento contacté con ellos, porque yo quería ser periodista, para empezar a colaborar con ellos. Y aceptaron. Recuerdo que le pedí a mi padre que me acompañara, porque tenía 15 años [ríe], y allí conocí a un equipo de gente joven, de entre 18 y 25 años, que trabajaban en este medio de manera transversal para hacer crecer el proyecto. Y allí, de hecho, es donde conocí a Alba Surrallés, que hoy en día es mi socia, y otras personas que aún alimentaron más mis ganas de adentrarme en este mundo. Y ya tenía muy claro que quería hacer un programa de tele, y lo quería hacer en mi ciudad, porque no tenemos prácticamente programación de radio ni tenemos televisión propia. Entonces reuní a algunas personas y formé un pequeño equipo, el Ayuntamiento, a través de los presupuestos participativos, nos dio una dotación y conseguimos comprar un par de cámaras y salir a la calle a hacer un programa. Y a partir de ahí ya fue un encadenamiento de proyectos hasta llegar a donde estamos ahora.

Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas
Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas

¿Empezasteis con el objetivo de llegar hasta donde estáis ahora?

La verdad es que no nos lo imaginábamos. Yo sí que tenía claro que sé moverme y que soy muy terco. Por lo tanto, que si me proponía un objetivo, lo podría conseguir. Pero en ese momento no me proponía crear una empresa ni trabajar para crear programas para cadenas de televisión. Yo solo tenía una necesidad de expresión artística, comunicativa, y veía que la gente de mi entorno también la tenía. Aparte, siempre he sido bastante líder, en la escuela era el delegado de la clase [ironiza], y decidí que me veía capacitado para liderar un equipo, crear un proyecto común, y ver hasta dónde llegaba. Ahora lo miras con perspectiva y veo que nos ha ido muy bien. Me gusta siempre reivindicar que, tanto Alba como yo venimos de abajo. Mi madre es mujer de la limpieza, mi padre es jardinero y sindicalista. Esto no es como un Nude Project donde los padres nos ponen dinero, nos pagan la oficina, las cámaras… Esto [La Bombilla Media] es trabajar, sudar y hacer más horas que el sol hasta llegar al punto en que podemos vivir de ello.

¿Sientes que, por ser tan joven, tanto tú como el equipo, habéis tenido que dedicar más esfuerzos de los habituales para reivindicaros?

Yo al principio, cuando iba a las reuniones, evitaba decir cuántos años tenía, porque pensaba que si les decía que tenía dieciocho años no me tomarían en serio. Que dirían: «Que haga cosas y que vuelva cuando las haya hecho». Pero tuve la suerte de que, con dieciocho años, en 2020, justo después de hacer la selectividad, que la hicimos justo después de la pandemia, presentamos un proyecto a TV3, que era el MoodZ. Ese fue nuestro primer gran fracaso [ríe], pero tuvieron la suerte de que la dirección de TV3 confiaba en nosotros. Confiaron en un grupo de jóvenes que no tenían experiencia.

¿Por qué defines a MoodZ como tu gran fracaso?

Digo que es el gran fracaso porque nos lanzamos a la piscina con un presupuesto ínfimo a hacer tres piezas diarias durante tres meses, y fue una auténtica locura. Momentos de mi compañera Alba editando un programa la noche de San Esteban, porque también nos metimos en un lío nosotros solos a hacer unas campanadas. Queríamos hacerlo todo porque queríamos demostrar que podíamos [ríe]. Y no salió bien, pero aprendimos mucho.

¿Ahora ya dices cuántos años tienes?

Sí, ahora ya digo mi edad, porque creo que ya estoy llegando al punto en el cual es normal alguien en mi situación. Hasta ahora, siempre me he encontrado con elogios. Y los agradezco mucho, pero también crean un poco la presión de pensar que si cuando llegue a la edad, más o menos, normal para tener estas responsabilidades, soy mediocre.

¿Te preocupa esta presión?

La verdad es que no. Yo no hago los proyectos por lo que piense la gente de mí, sino porque me apetece hacerlos, y porque a la gente que confía en nosotros también les apetece. Siempre que hacemos un proyecto, sea más banal o sea más periodístico, lo hacemos con la vocación de que sirva para algo. Ahora mismo estamos haciendo el Clímax, que es un programa de citas, y, aunque pueda parecer muy banal, no deja de ser un espacio en el que se muestran cuerpos diferentes, se muestran diferentes expresiones de género, diferentes identidades, diferentes orientaciones. Es un espacio en el que, la gente más joven, que tiene catorce o quince años y se está autodescubriendo, puede verse reflejada si en la pantalla encuentra referentes jóvenes, catalanes, hablando de este tipo de temas.

Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas
Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas

Este planteamiento tiene también un componente político.

Seguramente sí. No viene con un componente político pensado de casa. Nuestra intención es mostrar la diversidad, aquello que nos hace únicos y diferentes, pero entiendo que, en estos momentos, en los que hay un auge bestial del odio, sí que lo tiene. Salió un estudio hace muy poco que alertaba de un repunte de la homofobia muy grande en Cataluña. Pues, ante esta situación, poder tener un espacio en la televisión pública en el que haya citas lésbicas, gays, bisexuales… Personas trans explicando su realidad. El otro día hicimos una tertulia sobre la sexualidad en el cuerpo de la mujer y la presión por quedarse embarazada. Tratamos temáticas muy diferentes, que, aunque lo hacemos desde un punto de desenfreno, creemos que estamos introduciendo un mensaje.

¿Tratar estos temas desde el desenfreno es la clave para atraer al público joven?

Sí. Y hemos aprendido mucho también. Nosotros comenzamos queriendo hacer un programa como el Sálvame, pero a la catalana. Y entendimos que no era el espacio para hacerlo. Comenzamos haciendo farándula, y comentando la vida de los influencers de Cataluña, siendo un poco lo que ahora es el Que no surti d’aquí [de Catalunya Ràdio], pero con una versión más light. O sea, en lugar de hablar de los grandes nombres del star system, hablar de la gente de a pie, como Cèlia Espanya o Berta Aroca, y entendimos que lo que tocaba era hablar de otro tipo de cosas. Es decir, si queremos hablar de la nueva pareja del influencer de turno, que venga el influencer y nos lo explique, con sus códigos y sus tiempos, porque no veíamos muy lícito destapar la vida privada de personas que aún no estaban en un punto tan alto de exposición. Creíamos que era demasiado personal, por eso modificamos los contenidos. Y esta segunda temporada de Clímax hemos tenido un 20% más de visitas que en la temporada anterior, cosa que para mí y para 3Cat, es todo un éxito. Hemos conseguido hacer unos contenidos, no educativos, porque no somos un programa educativo, pero con un punto más de servicio público.

El auge de programas como el Clímax también ha servido para amplificar las figuras de los creadores de contenido en Cataluña.

De hecho, creo que el surgimiento de Som Eva ha hecho que, hoy en día, estemos hablando de los creadores como una industria. Y creo que productoras como la nuestra han venido, un poco, a dignificar el trabajo de los creadores. Nosotros nos encontramos, cuando empezábamos, que muchos de los creadores que venían a Clímax nos contaban que su participación en otros proyectos no se les había remunerado, o se les pagaban cantidades muy bajas. De hecho, ahora mismo, hay creadores que la gente se sorprendería de lo poco que cobran. Nosotros hemos intentado poner en valor el hecho de pagar a todos los que vienen a participar en Clímax. Y pagar bien.

¿Son una industria consolidada?

Todavía no, es una industria que está comenzando. Es por eso que no me gustan las agencias de representación de los influencers catalanes. Está muy bien que haya casos en los que amigos den un golpe de mano con los correos y que tú, como influencer, le pagues un dinero, pero después hay empresas muy grandes que quieren hacer negocio de algo que aún no hay negocio. Por ejemplo, si yo le estoy pagando 150 euros, por decir algo, a alguien por colaborar en el programa, me parece poco ético que se lleven el 30%. Y también hay empresas de representación que no acaban haciendo nada. Empresas que ven que alguien se viraliza mínimamente e intentan tener la exclusividad. En cambio, sin embargo, también hay otras, como Jaleo, que están haciendo las cosas muy bien porque cuidan a los creadores. Creo que se debería formar a los creadores de contenido en términos legales y laborales.

¿Cataluña tiene una buena prensa rosa?

Cataluña debe estar preparada para tener una buena prensa rosa, porque la prensa rosa es prensa. Yo soy de los que piensan que la crónica social debe tener detrás un punto periodístico, un punto deontológico. Lo que no podemos hacer es decir que somos la gran apuesta de la prensa rosa y hacer programas como el Clímax, como el Loft, como el Que no surti d’aquí, y rebajar la prensa rosa a rumorología entre colegas en una barra de bar. Si hacemos prensa rosa, hagámosla de calidad. También fue este uno de los motivos por los que dejamos un poco de hacer farándula y hablar de los demás, porque veíamos que no teníamos los conocimientos para hacerlo. Nosotros, antes de hacer una barbaridad preferimos rebajar los contenidos.

Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas
Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas

¿Te refieres a la polémica del Que no surti d’aquí con Ter Stegen?

No concretamente. Me refiero a diferentes temas. La polémica de Ter Stegen puede ser uno de los temas, pero no el único. Sin ánimo de señalar a nadie en concreto. Nosotros, en el caso de Clímax, optamos por rebajar el tono porque no nos veíamos con fuerzas de hacer lo que debe ser el periodismo de prensa rosa, que debe ser periodismo, y de calidad.

El auge de las redes sociales también ha jugado un papel muy importante en potenciar el cotilleo y, de alguna manera, la rumorología, lo que genera un marco conceptual donde parece que se ha perdido calidad periodística.

Las redes sociales han creado una necesidad de sobreestimulación constante que ha provocado que se reduzcan los contenidos que hacemos a lo efímero más absoluto, al clip de 30 segundos, hipereditado, para que no tengamos tiempo de pensar lo que estamos viendo. Nosotros hacemos un programa de una hora y media. 90 minutos de contenido que se resumen en cuatro clips de treinta segundos para TikTok. ¿Qué ve la gente? En el Clímax tenemos unos 1.500-2.000 espectadores que ven el programa completo, pero luego tenemos entre 40 y 60.000 personas que ven los clips y se quedan solo con esos treinta segundos. Nos han obligado a hacerlo todo mucho más efímero y compacto, y eso es un peligro porque creas una imagen, a veces, descontextualizada. Tú puedes hacer un producto de mucha calidad, pero que se viralice un corte demasiado banal, y que la gente se genere la imagen de que haces un contenido banal.

¿Cómo se puede contrarrestar este pensamiento de banalidad?

Pues, la verdad, es que no lo sé [ríe]. Sería hipócrita por mi parte decir que se deben dejar de hacer clips cortos… Sí que creo que se necesita más educación para enseñar desde pequeños que no podemos creer todo lo que vemos en las redes sociales, que nos eduquen en verificar la información, y más ahora que estamos entrando en la era de las fake news. Creo que faltan herramientas creadas por los servicios públicos que enseñen a no creer todo lo que vemos.

¿Se debería empezar a educar en el uso de las redes sociales desde los primeros cursos de la escuela?

Yo creo que sí, desde muy pequeños. Enseñarles a no creerse una mentira. Enseñarles que existe una inteligencia artificial que puede hacer que con tu voz y tu cara se digan cosas que tú no has dicho. Que sean conscientes de que eso ocurre.

En este sentido, algunos creadores de contenido también están contribuyendo a crear conciencia.

Exacto. Yo aquí quiero romper una lanza a favor de todos los periodistas y comunicadores que, tanto en los medios privados como los públicos, están haciendo contenido en catalán. Creo que se debe valorar todo el trabajo que está haciendo la gente joven en Cataluña. Es decir, pódcasts como Xapa la Ràdio, la Heavy, el gran trabajo que hace el Que no surti d’aquí, que lo están haciendo muy bien, la gente de iCat que está intentando revolucionar la emisora, productos como la Turra de Alba Riera, que creo que es excelente. Abren la puerta a poner sobre la mesa que faltan contenidos políticos para jóvenes en catalán desde los medios públicos.

Se está haciendo un buen trabajo, pero ¿es suficiente? ¿Los medios públicos aún deberían incrementar más su apuesta por este tipo de contenidos?

Creo que en los medios públicos sí. En los medios privados entiendo que programas como Clímax, la Turra o el Loft no te den beneficio económico. ¿Por qué Atresmedia no dota Flooxer, que es su canal juvenil que sería como el Som Eva en castellano, de contenidos como los que hace Som Eva? Pues porque sería una dotación de dinero muy grande que daría una recaudación económica muy pequeña. Entiendo que los medios privados no apuesten por este tipo de contenidos. Ahora bien, creo que los canales públicos aún deben apostar más, porque no es solo crear contenidos de cara al público, sino dotar a los jóvenes de recursos para desarrollarse técnicamente. La Bombilla Media es lo que es, en parte, gracias a la confianza de 3Cat. Crisàlide, la productora del Que no surti d’aquí, más o menos lo mismo. La Manchester, con la Turra, también tiene guionistas jóvenes que se están pudiendo desarrollar profesionalmente. Creo que los medios públicos no deben entenderse, solo, desde el punto de vista del espectador, sino desde la perspectiva del trabajo. Se están generando puestos de trabajo, y eso es importante.

Consideras, entonces, que también hay que entenderlos como espacios de formación donde las generaciones más jóvenes pueden ganar experiencia.

Los jóvenes estamos haciéndonos un lugar entre toda la gente que ya lleva muchos años en el sector. Yo si estoy tanto tiempo trabajando y le dedico tantas horas, no es solo porque confío en el proyecto, sino porque veo que en el futuro tendré una recompensa.

Es una carrera de fondo.

Sí, pero, ¿y si no acaba siendo así? También creo que la romantización de la autoexplotación laboral es muy gratuita y peligrosa. Yo no quiero trabajar diez, once, horas cada día. Y lo estoy haciendo, en parte, porque alguien me ha hecho creer que en un futuro, que habría que ver qué tipo de futuro, podré trabajar menos horas. No sé si creérmelo. Por ejemplo, yo ahora vivo con mis padres, pero quiero independizarme.

Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas
Marc Cabernet, periodista, productor y guionista. Sant Boi de Llobregat 21.05.2025 | Mireia Comas

¿Lo has intentado?

¡Es imposible! Tengo muy claro que si me voy a vivir fuera de casa lo quiero hacer solo, porque, para compartir piso con gente, ya lo hago con mis padres y tengo un plato en la mesa [ríe]. Evidentemente, yo también aporto gran parte de mi sueldo en casa para poderlo sacar adelante, porque somos una familia humilde y nos tenemos que ayudar. Y claro, yo miro precios para saber cuánto me costaría irme de alquiler yo solo y, aquí en Sant Boi, ahora la media roza los 1.200 euros. Es una barbaridad. Es como Barcelona. Y, ¿cómo puede ser que Sant Boi tenga los precios de Barcelona [ríe]. Sale más a cuenta pagar una hipoteca mensual que el alquiler, pero tampoco me puedo hipotecar. Entonces sí, yo puedo trabajar mucho para el futuro, pero, a ver si acaba llegando este futuro [ríe].

Conseguir ahorrar para poder independizarte no es evidente…

Yo aquí también tengo un problema con el dinero [ríe], porque me gusta tener una vida entretenida. Me gusta cenar fuera… Y sé que, cuando me vaya de casa de mis padres, ya no lo podré hacer tanto. Tienes que renunciar. Entonces siempre me nace el pensamiento de si, realmente, estoy dispuesto a renunciar al ocio para poder pagar un alquiler que me dejará con el mínimo para poder pagar la comida y poco más. Y hacerlo trabajando diez horas al día. ¿Hasta qué punto quiero ser tan esclavo? Alguna vez he pensado en dejar la productora e irme como asalariado en otra empresa [ríe], pero mi talante creativo no me lo permite. Cuando acabo un proyecto ya estoy comenzando tres más.

¿Sientes que deberías elegir si renunciar a la creatividad o al ocio?

Ya lo viví cuando hacíamos MoodZ. Durante esos tres meses, los primeros de la universidad, postpandemia, me costó mucho hacer amigos. En el momento en que todos se conocían, yo siempre estaba trabajando. En ese momento decidí que quería dedicarme a este mundo, pero tampoco quería renunciar al ocio, entonces tomé la decisión de que renunciaría al descanso [ríe]. Tengo la mentalidad de que, si me apetece salir de fiesta pero al día siguiente tengo un rodaje, pues sé que puedo hacer las dos cosas, pero estando un poco más cansado. Hasta que mi cuerpo lo aguante, creo que no debo renunciar a mi juventud.

¿En algún momento has renunciado?

Creo que no, pero porque este es mi estilo de juventud. He unido amigos y trabajo. Esto también es un problema, porque cuando te enfadas con un amigo, es más difícil mantener la relación de trabajo. Lo tienes que hacer igualmente, porque se debe ser profesional, y si hace buen trabajo debe continuar en su lugar. Y también tiene sus cosas buenas. Hace un mes y medio, el Ayuntamiento de Sant Boi licitó las tardes de la emisora de radio, y nosotros ganamos el programa diario, de seis a ocho de la tarde. Como no tengo tiempo para hacer radio yo, que me encanta, opté por ofrecerles el trabajo a mis amigos de la universidad, que es el primer programa remunerado que harán, porque cuando terminas la carrera no todo es remunerado… Con esto, yo, egoístamente, me aseguro que tengo a mis amigos en Sant Boi a diez minutos caminando y que, cuando acaban nuestras jornadas, poder vernos. Además, soy profundamente santboiano, nacionalista santboiano, y me gusta mucho haber podido montarme toda la vida aquí alrededor.

¿Qué tiene Sant Boi de diferente?

Sant Boi permite tener la vida de ciudad y la vida de pueblo a quince minutos caminando. De hecho, en Sant Boi, puedes llegar a todas partes caminando, y eso creo que es un éxito. Aquí tenemos oferta cultural, de ocio nocturno… Tenemos todo lo que necesito, ahora mismo, vitalmente, que otras ciudades me podrían proporcionar, pero maximizado. Y a mí me gusta que todo sea más pequeño. Y en Sant Boi también me he creado mi propio ecosistema. Estoy seguro de que, si estoy donde estoy, es porque hace diez años me dieron la posibilidad de empezar en la emisora de radio, o porque la alcaldesa me animó a participar en los presupuestos participativos para iniciar el primer programa de televisión.

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