El PSC y el PP han vuelto a recurrir a las ‘listas fantasma’ para hinchar el número de candidaturas presentadas en las elecciones municipales del próximo 24 de mayo y disimular así la pérdida de implantación territorial. El Singular ha repasado las candidaturas de cada uno de los 947 municipios catalanes y ha contabilizado hasta 145 ‘listas fantasma’ del PSC y 140 del PP, un 27,5% y un 27% respectivamente del total anunciado. Se trata de listas en municipios que tienen entre 100 y 250 habitantes, donde los consistorios están formados por 5 miembros electos. Tanto el PP como el PSC, ante la imposibilidad de configurar una lista completa porque sus siglas no tienen implantación en estos municipios, han optado por formalizar igualmente una candidatura, a pesar de ser conscientes que su alcaldable no podrá presidir el ayuntamiento porque se presenta a solas. Estas listas-trampa -los partidos reciben subvenciones en función de su implantación y del número de votos obtenidos-, en el caso del PP están encabezadas en más del 90% de los casos por personas totalmente desconocidas por los vecinos que lo tendrían que votar, hasta el punto que hay que no viven en Catalunya o que se han presentado en otros elecciones en poblaciones diferentes. En cuanto al PSC, el porcentaje de candidatos desconocidos por los mismos vecinos es más bajo, pero también relevante. La estrategia de los socialistas ha sido exportar militantes otros municipios para llenar listas. Ahora bien, no se trata de ninguna ilegalidad, porque estas maniobras, si bien políticamente reprobables, están amparadas por la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG).
Como ejemplo, en el municipio de Estamariu (Alt Urgell), quien quiera votar al PSC se encontrará una chica de 23 años, militante de las Juventudes Socialistas de Catalunya de l’Hospitalet de Llobregat, Elixabete Benito Arratibel. Y si el voto es para el PP en Gósol (Berguedà), lo recogerá Jorge Agustín Porqueras, residente en Fraga y repetidor como candidato del PP en este municipio en 2011, donde obtuvo 4 votos. A estos 150 municipios en qué el PSC y el PP sólo presentan un candidato, hay que sumar décimas de pueblos más en los que los dos partidos unionistas han recurrido a militantes de otros pueblos y de fuera de Catalunya para acabar de llenar las listas. Por ejemplo, el PP de Cornellà de Terri tiene en su lista 6 foráneos de los 11 que la integran.
Cada voto cuenta en los consejos comarcales
La razón para utilizar esta martingala legal es doble. Por un lado, hacer creer a los electores que el partido tiene una implantación territorial muy superior a la real. El PSC ha presentado 528 listas, 200 menos que en 2011, de forma que añadiendo las 145 fantasma disimula el batacazo. El PP, en cambio, ha optado por engordar la cifra anterior y ha presentado 525 incluyendo las 140 fantasma. En total, 51 más que hace cuatro años. Si el elector cree en esta implantación y poder de las siglas, arrastrarán más votos. Sumar votos y regidores es clave para el reparto del poder en un consejo comarcal porque la composición de esta institución se hace a partir del número de votos y del número de regidores obtenidos al conjunto de la comarca. A partir del porcentaje de votos de cada partido se definen dos tercios de los consejeros y, el otro tercio se reparte en función del porcentaje de regidores. Por otro lado, para ser consejero hay que ser regidor. Por todo ello es muy importante arañar votos de donde sea, porque aunque no se obtenga ningún regidor en un pueblo algunas papeletas pueden ser decisivas en un consejo comarcal.
Y, como suele pasar, también hay la razón económica. Los partidos obtienen subvenciones en función del número de votos obtenidos. Por eso arañar votos de cualquier lugar, tengan o no la intención de hacer política, reporta ingresos al partido. Por candidaturas fantasma en pueblos de entre 100 y 250 habitantes, un partido puede llegar a ingresar 250 euros.