Cataluña es una caja de sorpresas. Las principales ciudades, como por ejemplo Barcelona o Girona, son grandes reclamos para el turismo internacional, pero no todo el mundo que viene de visita conoce todos los secretos que esconden las calles. Más allá de la enorme escalinata que sube hasta la catedral de Girona y de los caminos del parque de la Devesa o el parque del Mediodía, Girona es la sede de la plaza más pequeña de Europa. Se trata de la plaza de la Uva, de solo 24 metros cuadrados. Situada en el barrio viejo, esta plaza es uno de los rincones que se aleja de las guías turísticas principales de la ciudad ideal para hacer fotografías del cielo entre las casas.
Se puede acceder desde las Vueltas de Rosés, una de las principales calles del barrio histórico de la capital del Gironès. Lleva este nombre porque antiguamente se hacía un mercado popular de uva, pero no siempre se había bautizado de este modo. Durante la época medieval, momento en el cual se construyeron las calles estrechas y empedrados del barrio, en la pequeña plaza de Girona se hacía un mercado de paja, motivo por el cual durante unos cuantos años llevó este sobrenombre. A pesar de que por las medidas parezca imposible, desde siempre ha sido una plaza comercial. Hoy en día, pero, ya ha quedado solo como un viejo recuerdo de la historia de la ciudad.
El barrio viejo
Durante estos días se están celebrando las Ferias de San Narciso, la fiesta mayor de la ciudad, y Girona se llena a tope de gente que viene a disfrutar de su riqueza cultural y tradicional. El barrio viejo es el principal punto de reunión de los visitantes. Situado entre la Torre Gironella y el río Onyar, es un barrio declarado bien de interés nacional por su combinación de arquitectura e historia. Todavía se conservan trozos de la muralla romana y la emblemática catedral.

