Quedan muy pocos días para despedir el año, cerrar las vivencias del 2025 y empezar las del año siguiente. Cambia el año, pero hay actividades que perduran. Una de estas es explorar la infinidad de pequeños pueblos y villas que tiene Cataluña, la inmensa mayoría de ellas con mucho encanto. Algunas son muy conocidas, incluso internacionalmente -como Rupit i Pruit, considerado uno de los mejores pueblos del mundo-, otras todo lo contrario. Uno de estos ejemplos es Madremanya, una pequeñísima villa situada al noreste del Gironès, limitando con el Baix Empordà. Este pueblo destaca especialmente por su recinto amurallado de la edad media, del cual aún se conservan muchos elementos originales.

Concretamente, de todos los elementos se conservan cuatro portales, los cuales forman parte de los pasos cubiertos, y al menos los restos de una torre. La iglesia, que estaba fortificada, aún conserva un matacán, apoyado sobre ménsulas de rodillo con tres niveles en degradación, que fue aprovechado como torre de campanario. En uno de los muros laterales, en la parte superior, aún conserva una serie de aspilleras hechas de dos bloques de piedra, actualmente tapiadas. La iglesia de la pequeña villa gerundense data del 994 y está catalogada arquitectónicamente del románico tardío. Ahora bien, esta iglesia se ha ido modificando en varias ocasiones, motivo por el cual tiene influencias de otros estilos, como el renacentista o el gótico. La iglesia, dedicada a San Esteban, está incluida dentro del Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Cataluña.

Callejones empedrados y un castillo

El núcleo antiguo de Madremanya es como el de muchos pueblos del país, con callejones empedrados y estrechos. El núcleo se encuentra sobre una pequeña colina, la cual está presidida por la iglesia anteriormente mencionada. Para acceder aún se debe hacer por las portadas de la muralla. El municipio también conserva el castillo medieval, el cual data del siglo XIII. Está declarado bien de interés cultural, pero no se puede acceder, ya que es propiedad privada. En la villa también está la Cruz de Millars, una antigua cruz que marcaba el cruce de los caminos de Madremanya con Púbol, Monells y Sant Sadurní de l’Heura. La cruz que hoy se puede presenciar es una reconstrucción realizada en 2014, ya que la original quedó completamente destruida en 1936. También es un buen municipio para hacer una ruta por los rincones del Empordà, una zona con un encanto especial durante todo el año.

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