La influencer contra el cáncer Hilda Silverio ha muerto este jueves después de una dura lucha de ocho años contra esta enfermedad. Como Elena Huelva, esta mujer canaria transmitió su día a día con la enfermedad siempre con una sonrisa y destacando el lado positivo del cáncer, que la ayudó a valorar el tiempo con su familia. El mensaje de despedida escrito en las redes sociales ha conmocionado a sus seguidores, que continuaban creyendo en un milagro que la salvara del grave cáncer que arrastraba desde hacía ocho años y que finalmente se la ha llevado. «El final siempre sorprende, aunque esté escrito desde el comienzo. No olviden sonreír. Yo lo haré desde el cielo», ha publicado su hija para anunciar la muerte de su madre en su cuenta de Instagram, tal y como ella quería. Este era el mensaje que Hilda quería transmitir: sonreír cada día y agradecer el «milagro» de la vida.
Esto precisamente es lo que hacía ella con sus vídeos, donde mostraba mucha alegría a pesar de estar pasando por tratamientos muy duros. Siempre bailaba en Tik Tok y hacía bromas incluso desde la cama del hospital, donde estaba ingresada en estado crítico desde el día 1 de enero, concretamente en la unidad de curas paliativas. En estos últimos días, la
Hace solo una semana, Hilda continuaba mostrándose tan vital como siempre. Colgó un video desde la cama del hospital con una peluca azul y un antifaz lleno de purpurina y los labios pintados de rojo, como siempre. «Estoy divina, llena de purpurina, os enamoraré», decía en el video donde hacía referencia a que estaban a punto de empezar los carnavales de su ciudad. Finalmente no los ha podido vivir, pero aun así ha querido dejar claro en sus seguidores que ha sido feliz hasta el final. Su lema, de hecho, ha estado siempre «sácale una sonrisa al cáncer», una frase que recuerda a «mis ganas ganan» de Elena Huelva.
Tenía cáncer de mama triple negativo con metástasis
Hilda recibió el fatídico diagnóstico hace ocho años, cuando estaba embarazada de su tercer hijo. Se trata de un cáncer que normalmente se da en mujeres jóvenes, menores de 40 años, pero en el caso de Hilda apareció con 43. Se cree que tiene un origen genético. A ella le apareció durante su embarazo y decidió esperar a dar a luz para tratarse. Después se operó hasta diez veces, se hizo la doble mastectomía un año después del diagnóstico y aun así le hizo metástasis a los huesos y por último en el cerebro, el que ha acabado costándole la vida ocho años después.
Este cáncer no tiene cura y es muy agresivo, motivo por el cual Hilda subrayó en todo momento la importancia de la investigación para salvar las vidas de muchas mujeres que lo sufren. Incluso cuando era consciente de que le quedaba poco tiempo de vida y los tratamientos no funcionarían, Hilda continuaba esforzándose por reivindicar la sanidad pública y la investigación de este cáncer por el resto de mujeres.