Toda ayuda es bienvenida esta última semana en los pueblos de las cercanías de Valencia más afectados por la DANA que azotó la zona hace una semana. Este es el ejemplo de Arnau Dolcet, quien, visto el panorama, decidió tomar su grúa desde Sort para ayudar en la retirada de coches siniestrados a causa de la gota fría. Con su padre tienen un pequeño negocio, Talleres y Grúas Dolcet, y al ver las imágenes de la catástrofe sintió «impotencia», según explica a la ACN. Su caso no es el único, ya que son varios los casos de operadores de grúa catalanes -y de otros lugares del estado español- que han decidido dirigirse al País Valenciano y trabajar en la zona cero para sacar vehículos accidentados de calles y plazas donde la acumulación de barro y el mal estado de las calles dificultan las tareas.

En este caso, Arnau prevé estar allí hasta este miércoles y se dedica todo el día a recoger vehículos accidentados en Alfafar (Horta Sud) y transportarlos hasta las afueras del pueblo donde se han habilitado descampados para depositar los coches. «Hablé con mi padre y me dijo ‘baja, quédate los días que hagan falta'», señala Dolcet, que lleva a cabo esta tarea de manera altruista. Dice que es una «victoria» hacer el «trabajo que le apasiona mientras ayuda a la gente».

Dos gruístas catalanes cargan un coche para apartarlo de la vía en Alfafar / ACN
Dos gruístas catalanes cargan un coche para apartarlo de la vía en Alfafar / ACN

Desde el lunes, la mayoría de los pueblos afectados cuentan con maquinaria pesada para desescombrar los núcleos urbanos y esto provoca problemas de movilidad. «Es una situación muy caótica, está costando mucho organizarnos«, apunta Dolcet, quien añade que «hay mucha gente que quiere mandar, y pocos trabajar». «Si no se quitan los coches, no se pueden limpiar las calles», recuerda. En Alfafar calculan que aún hay unos 100.000 coches por sacar. Con el trabajo de un día, el trabajador de Talleres y Grúas Dolcet indica que «se han visto los resultados en las calles», algunas de ellas ya más despejadas.

Uno de los problemas principales que se encuentran es el peso de los vehículos siniestrados. «Un coche normal puede pesar 1.800 kg, y uno embarrado ahora quizá pesa 2.300», afirma. «Los coches van tocando el suelo por toda la acumulación de barro y agua que hay dentro. Se nota en las grúas, que van más cargadas», explica Arnau. Además, el lunes pinchó un par de veces los neumáticos debido al mal estado de las calles, llenas de residuos y materiales punzantes.

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