El Departamento de Educación y Formación Profesional, en manos de la consejera Esther Niubó, ha confirmado los polémicos cambios en el currículo de bachillerato. A pesar de las advertencias de la comunidad educativa, que recientemente ha amenazado con no corregir las pruebas de acceso a la universidad (PAU), la consejería ha decidido seguir adelante con las modificaciones curriculares, tal como ha detallado este miércoles en un encuentro con periodistas. La principal novedad para el curso 2026/27, momento en el que se implementarán los cambios para los alumnos de primero de bachillerato, es que se fusionarán las materias de modalidad científica. Es decir, física y química se agruparán en una sola asignatura, y geología, biología y ciencias ambientales en otra. No obstante, desde la consejería defienden que, a pesar de la fusión, «no se perderán horas de ciencias [una de las principales preocupaciones de la comunidad educativa]».

En detalle, desde la cartera de enseñanza apuntan que se aumenta una hora las asignaturas de modalidad. Es decir, se impartirán cuatro horas de física y química y cuatro de biología, geología y ciencias ambientales, mientras que hasta ahora se hacían tres horas de estas asignaturas. Además de la «reorganización» del horario del primer curso de la secundaria postobligatoria, las nuevas modificaciones curriculares también implican cambios en el peso del Trabajo de Investigación. Hasta ahora suponía un 10% de la nota, pero a partir del curso 2026/27 tendrá el mismo peso que cualquier otra asignatura -lo que supone, aproximadamente, un 5% del peso global de la evaluación. La consejería también crea una materia de matemáticas para la modalidad de humanidades. Concretamente, en esta rama, los estudiantes que la elijan solo podrán cursar las matemáticas aplicadas a las ciencias sociales, mientras que hasta ahora también tenían la posibilidad de elegir la modalidad del itinerario científico de esta materia.

La consejera de Educación, Esther Niubó, en la llegada al pleno en el Parlamento en una imagen de archivo / David Zorrakino (Europa Press)

El papel clave de las optativas

Desde la consejería defienden que, a pesar de los cambios, los estudiantes no perderán conocimiento científico, mientras que desde la comunidad educativa tienen una visión diametralmente opuesta. Uno de los elementos clave en este aspecto son las asignaturas optativas. Concretamente, el nuevo planteamiento curricular propone crear asignaturas específicas de cada ámbito científico para que los alumnos puedan profundizar más en la materia. Es decir, en física y química, por ejemplo, se estudiarán los elementos compartidos de estas dos ramas, y en física+ y química+ se profundizará en los aspectos específicos de cada materia. Con este mecanismo, pues, desde la cartera de enseñanza apuestan por ofrecer una mirada más «orientadora» y «amplia» del mundo de las ciencias en primero de bachillerato. No obstante, uno de los aspectos que ha despertado más dudas es que este refuerzo de conocimiento científico es «altamente recomendable», pero no obligatorio, por lo que los centros pueden optar por ofrecerlo o no.

Para encajar el tetris de las horas de clase en bachillerato -es decir, 30 horas semanales-, desde la consejería apuestan por ampliar las horas de las tres materias de modalidad -pasando de tres a cuatro- y reducir el número de horas de optativas, que pasan de nueve a seis horas semanales. En este sentido, desde el departamento ofrecen tres posibilidades de organización de estas horas: dos horas semanales de tres asignaturas diferentes, tres horas de dos asignaturas o cuatro horas de una y dos más de otra -es decir, el modelo 2+2+2, el modelo 3+3 y el modelo 4+2. Así pues, a pesar de reducir el número general de horas de optativas, estas continúan teniendo un peso importante en la distribución del conocimiento científico.

Varios estudiantes manifestantes durante una huelga estudiantil convocada por los alumnos de segundo de bachillerato / Europa Press

La comunidad educativa recela de los cambios

Desde la consejería defienden que estos cambios en la ordenación de la secundaria postobligatoria eran necesarios para adaptarse a la normativa estatal, tal como pedía el requerimiento que el Ministerio de Educación envió a la consejería el 10 de septiembre del año pasado, pocos días antes de que comenzara el curso de bachillerato. Sin embargo, estos cambios, aunque desde la administración catalana aseguran que han tenido una buena acogida, continúan sin convencer. Por su parte, la plataforma Ciencias en Peligro -que ha abanderado la batalla por las ciencias- ha criticado que con los cambios se tendrá que explicar el mismo temario en la mitad de tiempo, pasando de cuatro horas por materias a dos horas por materia. En esta línea, desde la entidad, que se reunió este martes con la consejería, lamentan que la cartera de enseñanza escenifica un «un diálogo que no ha existido nunca»: «No se nos ha hecho caso ni a nosotros, ni a las universidades, sociedades científicas, colegios profesionales, claustros de centros educativos ni familias preocupadas por la formación de sus hijos», aseguran.

Siguiendo la tónica de los profesores de ciencias, los docentes de lengua catalana y castellana, agrupados en la plataforma DocentsCat, también se muestran en «profundo desacuerdo» con la consejería por no incluir una tercera hora de lengua en el bachillerato, tal como se había puesto sobre la mesa en algún momento de las conversaciones con la comunidad educativa desde que estalló la polémica. La entidad asegura que la cartera que lidera Esther Niubó mantiene el «más absoluto menosprecio sin buscar ninguna solución» a las demandas del sector mientras que sí busca otras soluciones para paliar las críticas, tal como sucedió con la literatura. En este sentido, la plataforma alerta que la decisión de no incrementar las horas en segundo supone «un paso atrás» en un momento en que el dominio del idioma es «más necesario que nunca para garantizar el éxito académico y profesional» de los jóvenes.

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