Recta final en las conversaciones en Ripoll para expulsar de la alcaldía a Sílvia Orriols. La oposición ya tiene encaminadas las negociaciones y se ha emplazado este martes a una nueva jornada de reuniones para terminar de cerrar los flecos que quedan pendientes antes de hacer efectiva la moción de censura, que dejaría a la líder de Aliança Catalana sin trono en su bastión. El acuerdo lo dirigen los dos partidos con más concejales después de la formación de ultraderecha, ERC y Junts -con 3 ediles cada uno-, y también cuentan con la participación del PSC (2), la CUP (2) y Som-hi Ripoll (1).
Más allá del pacto de investidura, para el cual necesitan tener mayoría con 9 concejales, las conversaciones se están centrando también en poder sellar un acuerdo para los dos años de mandato que dé estabilidad al consistorio ripollense, gobernado en estos momentos por Aliança Catalana con seis concejales. Si llegan a un pacto de máximos, que supondría la entrada de los cinco partidos al gobierno municipal, la oposición al completo suma once concejales.
Cabe recordar que Orriols perdió una cuestión de confianza el 20 de enero. La imposibilidad de aprobar unos presupuestos fue el golpe definitivo que activó la cuenta atrás para que los partidos de la oposición pudieran presentar una moción de censura. El mecanismo establece un máximo de 30 días para poder presentarla y el plazo se agota el próximo lunes 24 de febrero. Para poder hacer efectivo este cambio de gobierno es necesario que una candidatura obtenga una mayoría absoluta de concejales. Una vez registrada y comprobada la documentación, el pleno de la moción de censura queda convocado automáticamente diez días hábiles después de la fecha de registro.
«Golpe de estado» de «cuatro resentidos»
En declaraciones a Catalunya Ràdio, la líder de Aliança Catalana calificaba este lunes la posible moción de censura de un «golpe de estado» de «cuatro resentidos«, denunciando una supuesta conspiración contra ella del resto de partidos del consistorio, con quienes ha sido incapaz de llegar a acuerdos durante el año y medio que lleva en la alcaldía de la ciudad. «Ninguno de los programas electorales contemplaba la posibilidad de unirse para echarme […] Es un golpe de estado porque no he perdido la confianza de mis votantes ni del resto de Ripoll», remarcaba Orriols.