Àngel Casals (Barcelona, 1963) es catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona. Además, es un gran divulgador. Plástico, y claro, evita siempre convertir la historia en un relato políticamente correcto. Es un habitual de los intensos e interesantes cursos de Historia en la Universidad Catalana de Verano (UCE). Este año tampoco ha fallado y ha explicado la represión y el ataque que han sufrido históricamente las instituciones catalanas. En esta entrevista explica el origen de la catalanofobia que practica Aragón. Todo para borrar la memoria de un gran imperio que nadie reclama. Una catalanofobia que se traslada hasta la reclamación de las pinturas murales de Sixena.

Profesor, el historiador Norman Davies, autor del libro Imperios Desaparecidos, incorpora a su lista la Corona de Aragón. Una entidad política que parece que nadie reivindica. Es decir, que tiene muy mala memoria, para entendernos…

Es que es muy difícil de reivindicar.

¿Por qué?

Porque no hay unanimidad entre los diversos territorios que la formaron sobre cómo debe entenderse. Es decir, desde Cataluña, desde el siglo XIX la historiografía tiene muy claro que la Corona de Aragón es una construcción catalana, entendiendo como Corona de Aragón el conjunto, no solo de Aragón y Cataluña, sino de Mallorca, Valencia… el Mediterráneo. Todo esto se ve como un espacio. De hecho, era realmente un espacio económico y cultural catalán. Pero esta interpretación deja fuera a los aragoneses.

¡Ya estamos!

Entonces, la historiografía aragonesa, y estamos hablando de historiografía seria, asegura que Aragón es el punto sobre el cual pivota el conjunto. Por ejemplo, los trabajos de José Ángel Sesma Muñoz intentan explicar que Zaragoza era un punto clave de la economía europea del siglo XIII, cosa que es mentira, como ya se ha demostrado, pero bueno, continúan insistiendo en ello. O, por ejemplo, los trabajos que han hecho los aragoneses sobre el Compromiso de Caspe, donde apuntan que es la solución del pactismo aragonés, exclusivamente aragonés. Después los valencianos también dicen lo suyo… Por lo tanto, primer problema, no tenemos una historia compartida de la Corona de Aragón. Y, segundo problema, que yo creo que es el problema más grave, del cual deriva el primero, que es la visión hispanocéntrica de la Corona de Aragón.

¿Qué quiere decir?

Cuando hablamos de la corona de Aragón, decimos, ¿qué es la corona de Aragón? La respuesta, a priori, sería: Aragón, Valencia, Cataluña, Mallorca. Pero hay que añadir Sicilia, Cerdeña y Nápoles. Si tomamos el mapa de la corona de Aragón en el siglo XV, lo que te das cuenta es que no es una corona ibérica. Es una talasocracia mediterránea que abarca dos penínsulas. La presencia en Italia es tan importante territorialmente, demográficamente y económicamente como la presencia en la península Ibérica. También nos empeñamos en considerar que los territorios italianos son territorios ocupados, o una especie de colonias, cuando no es así. Entonces, esta visión hispanocéntrica de la Corona de Aragón hace que incluso en Italia se les haga difícil reivindicarla porque, claro, dicen: ‘Si era una corona española, piensan nosotros qué pintamos aquí?’. Esto tiene muchas derivadas.

¿Cómo ahora?

Por ejemplo, cuando se dice ¿por qué Isabel y Fernando gobiernan desde Castilla? O por qué Castilla tenía 6 millones de habitantes y la Corona de Aragón apenas uno? Pues porque solo se cuenta la demografía de los habitantes ibéricos de la Corona y no se cuentan los italianos. Un cálculo que nunca hacemos. Finalmente, como no hay una idea común o un paradigma historiográfico común sobre cómo definir la Corona de Aragón y cuáles son sus características más importantes, se ha provocado una disgregación que hace que cada historiografía acabe haciendo historia de su propio territorio. Incluso, la historia de la Corona de Aragón que dirigió Ernest Belenguer en Edicions 62, donde escribo un capítulo, cuando llega a la parte moderna acaba siendo una yuxtaposición de qué pasa en Valencia, qué pasa en Mallorca, qué pasa en Sicilia, pero no hay ni una continuidad ni una historia común. Si la academia no te proporciona una historia común, ¿de dónde sacarás los recursos para reivindicar su memoria?

Àngel Casals, en un momento de la entrevista/Josep Maria Montaner/UCE
Àngel Casals, en un momento de la entrevista/Josep Maria Montaner/UCE

Pero la Corona de Aragón tenía mucho sentido. El hecho de ir hacia el sur, el interior, la costa, topar con Occitania y las Islas… estaba muy bien pensado, estratégicamente, para el mundo conocido entonces.

¡Claro! Pero hay que tener presente la batalla de Muret (1213). Sin esta batalla, posiblemente, no se habría conquistado Valencia y Mallorca, porque los catalanes habrían ido hacia el norte, hacia Occitania. O sea, es la derrota de Muret, que nosotros vivimos como una desgracia, la que permite la construcción de los Países Catalanes, la que obliga a los catalanes a irse hacia el Mediterráneo.

Tiene toda la lógica, pero ¿cómo funcionaba el mundo conocido de la época?

El mundo conocido funcionaba en esta época a través de una estructura que era, básicamente, un comercio que iba de Asia hacia Europa. Es decir, el centro económico del mundo era Asia, y llegaba al Mediterráneo a través de los puertos de Europa oriental. Si se quería comerciar con Europa oriental, con los asiáticos, había que ser competitivo en productos. La Corona de Aragón consigue precisamente una estructura económica en la que los catalanes producen manufacturas, los sardos producen coral, los sicilianos producen trigo… Un mercado interno que permite que los catalanes tengan superávit que se destinará a comprar productos asiáticos que luego venden a precios aún más elevados en el Atlántico. Esta es la lógica de funcionamiento. Por lo tanto, la Corona de Aragón era una estructura muy bien adaptada al mundo de la edad media.

Pero que acaba por desaparecer.

El problema es que cuando el mundo de la edad media cambia, cuando toda esta estructura se tambalea, la Corona de Aragón, como pasa con los organismos muy bien adaptados a un ecosistema, si no consigue adaptarse sufre mucho. Es lo que acabará pasando en este caso. Pero la Corona de Aragón era, desde el punto de vista de la lógica económica y política, absolutamente perfecta.

¿Fue fuerte?

Sí. Pero aquí tenemos otro de estos problemas… ¿Cuál fue su punto álgido? Yo pienso que posiblemente fue el reinado de Alfonso el Magnánimo. En cambio, la historiografía catalana dice que el reinado de Alfonso el Magnánimo ya es un período de decadencia. Incluso lo dice Ferran Soldevila. Y no es verdad, es decir, el período de Alfonso el Magnánimo, a mi parecer, es el punto más alto de expansión de la corona catalana. Un rey nacido en Medina del Campo que adopta las formas culturales catalanas…

Y políticas.

Y políticas, claro. Escucha, Curial e Güelfa lo escribe un tipo de Toledo en catalán, porque se ha catalanizado en Nápoles. Es una estructura que funciona muy bien. Pero, claro, los catalanes ya rechazan la idea de que con Alfonso el Magnánimo se llega al punto más álgido porque en esta época Barcelona ya no es la capital de la Corona de Aragón, lo es Nápoles. Y la segunda capital es Valencia. Los catalanes se quedan un papel subsidiario y los aragoneses, a pesar de asegurar que estaban siempre y en todas partes, después no los encuentras en ningún lugar. Los valencianos, en cambio, son los que más reivindican como propia la época de Alfonso el Magnánimo. Porque, además, es verdad que muchos de los miembros de su ejército eran valencianos. La historiografía española, como la de Luis Suárez Fernández, indica que las glorias españolas del siglo XV no se hacen en Castilla sino en la Corona de Aragón. Una visión hispanocéntrica que genera desde Cataluña una reacción defensiva: si estos dicen que esto es español, nosotros no lo queremos. Hay que construir un relato histórico basado en qué era la Corona de Aragón, como Corona de Aragón, olvidémonos de España, olvidémonos del rey católico. Pensemos solo en términos de Corona de Aragón.

De hecho, es ahora que consideramos Cerdeña y Sicilia italianas, pero, en términos históricos hace dos días que lo son…, porque antes se integraban a las islas Baleares.

Sí, sí, el caso más extremo es Cerdeña. Sicilia es un caso un poco diferente.

¿Por qué?

Porque Sicilia se incorpora a la Corona a través de una revuelta interna y llaman al rey para que haga de soberano. Es decir, eres rey porque nosotros te hemos hecho venir. Pero Cerdeña es otra cosa. Los sardos, en el siglo XVI, cuando dentro de los territorios españoles se decide agrupar a la gente por lo que llaman naciones, quieren colocar a los sardos como italianos. Una idea que tienen desde Madrid. Los sardos dicen que de italianos nada, que ellos son españoles porque son catalanes. Cerdeña es Cataluña, y esto, en el siglo XVI, no se discute, a partir del siglo XVII, sí. Hay que recordar que la Corona de Aragón no es lo mismo en la edad media que en la época moderna. Es decir, en la época moderna se va destruyendo desde dentro y desde fuera. La monarquía hispánica intenta diluir los elementos de solidaridad interna e identitarios que pueda haber dentro de la Corona y, por otro lado, dentro de la misma Corona de Aragón, los diversos territorios acaban compitiendo entre ellos para ganar posiciones en Madrid. O, como el caso de los catalanes, que en 1640 intentan irse. En el siglo XVIII nadie ya reivindicará la Corona de Aragón.

Àngel Casals, en un momento de la entrevista/Josep Maria Montaner/UCE
Àngel Casals, en un momento de la entrevista/Josep Maria Montaner/UCE

¿Y esta confusión continua entre Reino de Aragón y Corona de Aragón?

Es una confusión actual, en la época no lo era. Es decir, en la época se hablaba del rey de Aragón. Pero el rey de Aragón era el rey. Pero cuando se hablaba de los territorios se hablaba de los reinos y tierras o reinos y condados… De hecho, el término Corona de Aragón, así, en singular, parece ser que los primeros que lo utilizan son los castellanos.

¿Cómo?

¡Sí! A comienzos del siglo XV, antes del siglo XV no encuentras el término Corona de Aragón, como tal, en ningún lado. O, si lo encuentras, se hará referencia a los reyes, exclusivamente. Lo comienzan a utilizar los castellanos para hacer la equiparación con Corona de Castilla. Porque la Corona de Castilla sí que es una corona, en el sentido de que son reinos que han sido absorbidos. La Corona de Castilla está formada por los reinos del Principado de Asturias, el Reino de León, el Reino de Sevilla, el Reino de Murcia, el de Córdoba, que no tienen ninguna entidad jurídica, más allá de la nominal. Por eso lo llaman Corona, como conjunto de reinos. De esta manera trasladan el nombre a la Corona de Aragón para intentar asimilar algo que no tiene nada que ver. Finalmente, por influencia, básicamente, a partir de los Reyes Católicos, se acaba convirtiendo en un nombre normalizado. Pero no es un nombre autóctono.

De acuerdo, ¿y cómo podríamos llamarlo? ¿Era una monarquía compuesta? ¿Una especie de estado federado, digámoslo así, en términos modernos? ¿O no tanto? ¿O confederado, más bien?

Sí… es decir, puestos a comparar con algo, es una confederación. Pero, claro, para que fuese una confederación, haría falta que hubiera habido un acuerdo de las partes de qué es lo que damos al poder, y eso no se produjo nunca. Es una agregación de monarquía y de reinos que por la naturaleza de las cosas toma una forma confederal sin que haya un pacto confederal entre las partes.

¿Con un espíritu económico?

No, no, no. Había fronteras entre Cataluña y Aragón y entre Cataluña y Valencia. De hecho, una de las claves para entender la catalanofobia aragonesa es que una parte de la deuda pública aragonesa estaba en manos de mercaderes catalanes y de financieros catalanes del siglo XIV, XV y XVI. Así, cuando la diputación aragonesa no podía pagar o retrasaba los pagos, había una fórmula legal que adoptaban los acreedores catalanes que era ir a la Generalidad y decir ‘a mí la diputación aragonesa me debe tanto dinero’. Entonces la diputación general catalana era lo que se llamaba una marca. Es decir, cualquier producto aragonés que pasara la frontera podía ser confiscado para compensar la deuda que Aragón tenía con un individuo particular. Se iban confiscando cosas hasta que se cubría el valor de lo que se debía al otro. Todo ello porque había una frontera. ¡Imagínate qué sistema más bestia!

¡Vaya!.

Era una frontera. Es decir, cuando los catalanes quieren comprar cereal en Aragón, necesitan pedir un permiso especial, y los productos aragoneses pagan derechos de aduana cuando pasan a Cataluña, igual que los catalanes cuando pasan a Aragón. En definitiva, había un mercado interno, pero no era tan potente. Entre otras cosas porque Aragón producía muy poca cosa. En concreto, producía lana y producía cereal, poca cosa más. Los productos estaban sometidos a tasas, como si fueran franceses. Solo se intenta crear un mercado interior, y ya volvemos a estar, en época de Alfonso el Magnánimo, que propone, más que eliminar tasas, subir las tasas de los productos de fuera. Esto es, no eliminar las tasas interiores, sino que a los genoveses les sea mucho más claro por qué los aragoneses comercian en Cataluña. Uno de los dramas de la Corona de Aragón es que nunca habrá un mercado económico unificado, competían entre ellos.

Pero, en cambio, sí que tenían mucho sentido político para la época.

¡Sí, sí, claro! La Corona de Aragón dentro del conjunto de lo que es el comercio en el mundo mediterráneo y el comercio europeo de la época, aparece como un bloque. Funciona con una lógica cerrada: unos hacen manufacturas, catalanes y valencianos; los otros hacen materias primas, como los sicilianos, sardos, aragoneses y mallorquines.

¿En catalán?

Sí, el idioma es el catalán.

Àngel Casals, en un momento de la entrevista en la UCE/Josep Maria Montaner/UCE
Àngel Casals, en un momento de la entrevista en la UCE/Josep Maria Montaner/UCE

Ha mencionado el origen de la catalanofobia aragonesa.

Es, un poco la ruptura interna, el origen de la catalanofobia aragonesa. Es decir, los primeros síntomas de catalanofobia aparecen durante la guerra civil catalana de 1462-1472. Y, posiblemente, también con el Compromiso de Caspe, donde hay los primeros síntomas claros de catalanofobia. De hecho, la guerra civil es una guerra para poner un rey al gusto de los catalanes sin preguntar ni a los valencianos ni a los aragoneses. En 1640, cuando los catalanes rompen con Madrid, la actitud de los aragoneses es hacer de mediadores entre Madrid y Barcelona, y la respuesta catalana fue la alianza con Francia. Hay un sentimiento de agravio aragonés desde la edad media que se ha alimentado puntualmente contra Cataluña.

¿Históricamente ha ido creciendo la catalanofobia?

Son unos agravios que se han visto reforzados por la competencia que se hace dentro de los miembros de la Corona de Aragón a partir de la época moderna para ganar puntos en Madrid. Y, en la época contemporánea comienza la competencia por ver quién es más español. ¿Cuál es la gran aportación de Aragón a la historia de España? Una visión española de la corona de Aragón, que es lo que representa Fernando el Católico.

Volvemos al Compromiso de Caspe, que parece el gran agujero negro de la historia y la historiografía catalana.

Cada vez menos, porque ahora cada vez está más claro que el Compromiso de Caspe es una solución política a un problema político y militar. Al final, el Compromiso de Caspe es el resultado de una guerra civil. Una guerra civil que se da en Aragón y en Valencia; en Cataluña no es claro. Se le da la corona a quien gana, que es Fernando de Antequera. Lo podemos maquillar como queramos, pero el resultado práctico es este.

Uno de los símbolos de la potencialidad que tenía la Corona de Aragón, son las pinturas de Sixena que ahora se reclaman. ¿Es la última batalla de la catalanofobia histórica?

Sí, porque haciendo esto los aragoneses están negando la Corona de Aragón. Es la versión más extrema de decir la Corona de Aragón ya no existe y somos solo el reino de Aragón. No queremos saber nada con el resto. De alguna manera lo que están haciendo los aragoneses es enterrar la corona de Aragón. Si alguna vez habían querido reivindicar algo, con esto lo están enterrando. No en términos de catalanes y aragoneses, sino en términos de Corona de Aragón. Sixena representa lo que era la corona de Aragón, que es un espacio cultural y religioso, donde, en este aspecto, no existía la frontera. Además, los aragoneses de la edad media no hablaban castellano. Hablaban catalán, hablaban fabla, y hacia la parte más oriental algunos hablaban castellano. Todo esto Aragón lo ha querido borrar en favor de un relato exclusivamente castellanocéntrico.

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