Rusia ha retomado esta noche los bombardeos indiscriminados sobre ciudades ucranianas, que han dejado al menos 12 muertos y varios heridos. Diez personas han muerto después de que un misil de crucero haya impactado en un edificio residencial de Uman, en el centro del país, y una mujer y su hijo de 10 años han muerto en Dnipro. Las autoridades militares ucranianas han informado que el ejército ruso ha lanzado 23 misiles y dos drones durante la noche, pero la gran mayoría han sido abatidos por los sistemas de defensa aérea.
Los bombardeos rusos llegan el día siguiente de que Moscú celebrara la implicación de China en las conversaciones de paz para encontrar una salida negociada a la guerra. Hacía casi dos meses que Rusia no lanzaba un ataque a gran escala contra la capital del país. Además de Kyiv, las sirenas antiaéreas han sonado en Mykolajiv, Dnipro, Uman, Kremenchuk y Poltava. Las alarmas se han disparado hacia las 4.00 de la madrugada hora local después de que bombarderos estratégicos Tú-35 rusos lanzara más de veinte misiles Kh-101 y Kh-555.

Ucrania reclama más armas y sanciones
El presidente ucraniano, Volodíimr Zelenski, ha reclamado más ayuda a la comunidad internacional. “El mal se puede parar con armas, nuestros defensores lo están haciendo”, ha dicho en un tuit. “Y también puede ser parado con sanciones, así que hacen falta más sanciones internacionales”. Esta semana Zelenski ha mantenido una conversación telefónica con el presidente chino, Xi Jinping, que está decidido a jugar un papel central en los esfuerzos diplomáticos para parar la guerra.
Rusia, consciente de que el apoyo diplomático de China es clave, intenta adaptar su relato a la política exterior del gigante asiático. El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, ha asegurado desde Nueva Delhi (India) que el objetivo final de los EEUU va más allá “de infligir una derrota estratégica a Rusia” y que también quieren “crear una amenaza a China y mantener su posición de monopolio en el mundo”. Jinping y la diplomacia china hace tiempo que reclaman un mundo multipolar donde los EEUU no tengan el poder hegemónico y han reclamado a Occidente que rebaje su implicación en el conflicto ucraniano, reduciendo sanciones y evitando el envío de armas.