Ya hace días que las quejas vecinales y las trabas burocráticas enturbiaban la celebración de la doceava edición del Festival Artes d’Estiu de Pineda de Mar. Una situación que se ha desencallado este miércoles, pero no de la manera que todas las personas que ya habían comprado sus entradas esperaban. Desde la organización han anunciado esta misma mañana que cancelaban definitivamente el festival. El motivo por el cual no han podido poner en marcha la edición de este año ha sido la negativa del Departamento de Territorio que no los ha aprobado el proyecto: “Se nos pedía un estudio imposible y nos hemos visto obligados a suspender la edición”, explica el director del festival Xevi Gómez. “Hoy es un día muy triste para Arts d’Estiu, para Pineda, para la cultura y el mundo de los festivales”, añade con tristeza.
Gómez ha explicado que han trabajado duramente los últimos días para adaptar el formato que habían planteado y poder celebrar con normalidad el certamen, pero que, a pesar de intentarlo, «no ha sido posible». Ahora bien, si hace más de una década que se podía celebrar sin trabas, ¿cuál ha sido lo detonante porque no los aprobaran el proyecto de este año? Según explica el director del acontecimiento el punto de inflexión han sido unas denuncias vecinales, puesto que a partir de estas demandas de los vecinos a la administración, desde el Departamento los exigían “nuevas cosas en un lugar donde ya hacía dos años” que habían celebrado el certamen “cumpliendo con todo el que los pedían en cuanto a sonido y horarios”.
Para compensar el dinero gastado por parte de todos los asistentes que ya habían comprado su entrada, desde la organización han anunciado que devolverán el importe íntegro de todas las actuaciones canceladas a través del mismo sistema de pago con que las adquirieron.

Alta exigencia sonora
Según explica Gómez, desde la administración los han pedido unas “medidas restrictivas” que hacían difícil meter el festival. A pesar de haber propuesto reducir los días de la actividad a doce en lugar de diecisiete, y acabar el festival a las 12 horas de la noche justo después del concierto principal, sus adaptaciones no han encajado. Y el principal motivo por el cual no lo han hecho es el impacto acústico. “Hemos intentado encajar el festival con la normativa que se nos exigía, pero a nivel de una normativa acústica que se nos pide hace que el espacio sea imposible de hacerlo”, comenta.
A pesar de las dificultades, pero, desde la organización decidieron no rendirse y presentar un nuevo estudio sobre el impacto acústico con medidas correctoras para hacer frente a la proximidad de las viviendas de los vecinos. Una reformulación que no ha llegado a buen puerto. “Ninguna de las posibilidades, e incluso cosas que no eran posibles, hacía que no redujéramos lo que se nos pedía. Hasta ayer intentamos lucharlo a pesar de ir tarde porque hace una semana que teníamos que empezar el montaje”, espeta.