El cantante, letrista y escritor Gerard Quintana (Girona, 1964) llega a la diada de Sant Jordi de este año con la presentación de su tercera novela ‘La puresa de l’engany’ (Columna). Una ficción que relata «la admiración hacia una gran mentira» a partir de Antoine López, un joven poeta que huyó de Cuba y se instaló a Girona. En esta conversación con El Món, el escritor premiado con el premio Ramon Llull 2021 por la novela ‘El hombre que vivió dos veces’, reflexiona sobre la complejidad de la mentira, como el paso del tiempo ha moldeado su ciudad natal, de la cual asegura que actualmente se siente un «visitante» por culpa de la gentrificación, y sobre su experiencia personal de compaginar la escritura novelística con la creación de piezas musicales, puesto que vuelve a los escenarios con un nuevo proyecto al frente de Sopa de Cabra, el emblema del rock catalán que lo ha visto nacer y crecer.
‘La pureza del engaño’ está basado en un hecho real, pero es una ficción.
Exacto, a pesar de que hay elementos que parten del mundo real, la obra es una ficción. El impacto del cual parto, pero, sí que es real. A mí me llegó hace cerca de 30 años, que ya fue el momento en que me empezó a rondar por el ninguno escribir este libro. La historia parte de un poeta cubano que llegó a Girona a principios de la década de los 90 y que tuve la oportunidad de conocer. De alguna manera me produjo un impacto su situación, y esto todavía se acentuó más cuando se descubrió que toda su vida era una mentira. En aquel momento yo quería expresarle mi admiración para llegar a crear un engaño de estas magnitudes para huir de su isla. En lugar de llegar a Europa con una patera, consiguió salir de la isla de otro modo.
¿Y ha podido volver a ponerse en contacto con el poeta?
No lo he conseguido… Pero espero poderlo hacer. Me estoy planteando hacer un viaje en Cuba para irlo a buscar para poder compartir el libro con él, pero a saber si todavía es vivo…
¿La novela, pues, es una especie de homenaje a la admiración hacia su engaño?
Yo no estoy haciendo un homenaje en el pleno sentido de la palabra, puesto que la novela no es una representación fidedigna de su historia, pero sí que tengo la voluntad de corresponder su aventura, su cabriola. No creo que sea un homenaje porque no es una novela ejemplar. Antoine [nombre del poeta] no es un personaje ejemplar, ni busca serlo. Con ‘La puresa de l’engany’ busco plasmar el impacto que genera que alguien sea capaz de inventarse su propia vida y que tenga la habilidad necesaria para convertirse en un autor mejor que los propios que estaba suplantando, de desplegar todas sus herramientas para construirse una patera intelectual y poder huir de la prisión de la isla de Cuba. Cómo alguien es capaz de, sin maldad, engañar a todo el mundo. Siempre me pregunto que si no se hubiera descubierto que era un farsante, ¿nos habría incomodado su figura?
¿Nos molesta el engaño, o sentirnos engañados?
Esta pregunta es mi punto de partida, porque es evidente que cuando alguien se lo considera un mentiroso, un farsante, la sociedad lo rechaza inmediatamente. Pero que creo que la razón de fondo no es que no nos gusta que nos engañen, sino que lo acabemos descubriendo y nos sentimos engañados. Y, ¿hasta qué punto nos sentimos de este modo cuando la finalidad del engaño no alberga malicia?

Pero partiendo de esta premisa, ¿hasta qué punto es lícito engañar?
¿Quién no engaña o se autoengaña para continuar viviendo? De hecho, los mismos mecanismos de la memoria muy a menudo funcionan así. Priorizar una serie de cosas y enterrar otros, que no deja de ser una forma de engaño. Algunos de los personajes que más he admirado, o, cuando menos, que más me han interesado, han empezado su carrera engañando a todo el mundo. Sin ir demasiado lejos, Bob Dylan apareció a la escena musical diciendo que se había criado entre vagones de tren de carga cruzando de punta a punta de los Estados Unidos cuando, lejos de la realidad, provenía de una pequeña y conservadora población y todos los relatos que explicaba los había sentido en la radio.
¿Estaba engañando? ¿O se estaba autoengañando para huir, realmente, de una condición que no le gustaba? Y los engaños no solo quedan aquí. Todos vivimos: el Tió, los Reyes, los Angelitos… A veces la sociedad prefiere vivir en la mentira que hacer frente a la realidad. Nos gusta que nos engañen, pero no reconocerlo. Y, saliendo del mundo del arte, también lo vemos. La política es un engaño constante, nos presentan unos programas muy concretos, pero después pocas veces los acaban cumpliendo. Se firman unos presupuestos y solo ejecutan un porcentaje irrisorio, pero seguimos yendo a votar. Convivimos con el engaño cada día.
En la novela aparecen otros elementos más allá del engaño, como por ejemplo el amor, el sexo o el incesto.
Todos estos temas me preocupan, especialmente, sí. Mi protagonista es alguien que, por el contexto en el cual ha nacido y se ha criado, no sabe diferenciar entre el amor y el sexo. Es una persona que se ha hecho grande en un entorno que, como todavía pasa en algunos países, cuando se tienen que hacer hombres, su padre los lleva a un prostíbulo… Una situación que, a pesar de que no del mismo modo y sin intención de compararlas, también pasa hoy en día con la pornografía. Muchos chicos descubren el sexo con este contenido, cosa que los crea una imagen errónea de que es una mujer y qué es el sexo. Es por eso que, puesto que es una situación que continúa existiendo, creo que es necesario ponerla sobre la mesa.
En cambio, en cuanto al incesto [que es un elemento que introduce en sus tres novelas] quería poner en entredicho una de las grandes instituciones sociales: la familia. A pesar de que sea un tema tabú, es una práctica que las monarquías han llevado a cabo desde siempre para preservar la sangre, la línea dinástica de sucesión. Poner este tema sobre la mesa es una manera de aceptar que, a pesar de que no nos guste, es una práctica que existe.

En todas estas cuestiones, pero, hace una mirada al pasado para hablar sobre una problemática del presente.
Creo que es importante hacer una mirada al pasado para ver como estamos reescribiendo, o incluso rejuzgando, la historia. Uno de los ejemplos de esto es Picasso, uno de los grandes referentes del arte, pero que últimamente ha salido a la luz sus comportamientos muy reprobables con las mujeres. Aquí, pues, es donde aparece el eterno debate sobre si se tiene que separar el autor del artista. Un debate extensible a la política de la cancelación. ¿Tendríamos que quitar los cuadros de Picasso de los museos por sus comportamientos? Yo creo que no. Recuerdo hace muchos años en un seminario a Girona sobre Shakespeare que hacía Agustín García Calvo en que dejaba muy claro que se hablaba de los sonetos del escritor, no sobre su orientación social. Es decir, que el importante es la obra, no el autor.
Hablando de Girona, la ciudad tiene un peso muy importante en la novela, especialmente en la segunda parte.
En todas mis obras Girona juega un papel especial. En este caso, la novela anda en la Girona del año 92 y los dos años posteriores, un momento en que las ciudades catalanas, especialmente Barcelona, cambian rápidamente fruto de los Juegos Olímpicos. Yo centro la obra en este momento, en la Girona que conozco, pero también en la Girona que evoluciona, la Girona que empieza a gentrificarse.
¿Ha cambiado mucho desde entonces?
Solo se mantienen las piedras… Es el único elemento constante. La Girona de hoy en día me cuesta de reconocer, no como crítica, sino como evidencia. A menudo me siento un visitante en mi propia ciudad, porque el cambio de los últimos años ha sido muy radical. Hace una semana estuve haciendo un paseo por el barrio viejo y tenía la ventaja que la gente ya no me conocía, no por haber envejecido, sino porque solo había turistas. Tal como sale en algún momento del libro, siempre estamos pensando a volver a casa, pero si pasa mucho tiempo, cuando vuelvas ya no será el mismo lugar que dejaste. Ni tú estarás hecho por aquel lugar que dejaste.
Del mismo modo que te sientes un «visitante» en tu propia ciudad, ¿también te sientes así con el retorno de Sopa de Cabra a los escenarios con el nuevo disco?
Volver a hacer canciones se ha convertido en un gran reto, pero que encara con mucha ilusión. Después de 30 años escribiendo letras por piezas musicales, hacer el salto a la ficción me ha servido para romper mis esquemas de escritura. Ahora, pero, siento que volver a escribir en verso me asfixia, de alguna manera. Tengo que rechazar al 90% del que escribo porque no puedo plasmarlo en estrofas. En la literatura me siento más libre o, cuando menos, soy yo mismo quien se complica el camino. Pero me hace mucha ilusión volver a encarar este reto.