Posiblemente más conocido como Titot, Francesc Ribera (Berga, 1967) fue mucho tiempo el cantante de Brams y de Mesclat, hasta que fue, más que ninguna otra cosa durante unos años, concejal de la CUP en su pueblo –primero en la oposición y después como teniente de alcaldía de Hacienda, con Montserrat Venturós como alcaldesa. Con el paso del tiempo, se ha visto que en realidad Titot es músico y político –militante de una causa, el independentismo de izquierdas– y escritor. Todo a la vez, siempre. Y es lo que quiere continuar siendo, haciendo hincapié donde toque en cada momento. Ahora toca poner el acento en el último libro que ha escrito, ‘El silenci que heu de témer’, una novela que da visibilidad a una etapa convulsa de la historia de Mallorca, en el siglo XVII, marcada por el enfrentamiento entre dos sectores de la aristocracia isleña, Canamunt y Canavall, con el doble trasfondo de un descontento social que se arrastraba desde la revuelta de la Germania del siglo anterior y de la tensión con la corte de Madrid. Una historia real, con personajes reales, que quiere iluminar la situación actual. «La historia explica dónde estamos», asegura el autor.
También explica dónde estamos el hecho de que haya decidido que le sale más a cuenta crear su propia editorial, Serraclara, que intentar vivir de escribir para otro. Y se dedica a ello al cien por cien, con una gira intensa de presentaciones: habrá hecho 60 de ellas cuando llegue el mes de abril.
Después de haber publicado otros libros con dos editoriales, esta vez ha decidido publicar con su propia editorial.
Es de mi entorno, yo formo parte de ella, pero también hay amigos y otras personas del entorno. Lo he hecho así porque es la única manera de que salgan los números. Si no, el único que no cobra es el autor. Ya me parece bien que haya editoriales, pero como autor tengo que cobrar. No puede ser que esté en un entramado donde el único que no cobra es el autor. Con la música y la literatura pasa esto.
Ha descubierto que es peor el mercado editorial que el musical?
Es exactamente lo mismo. El único que no cobra es el autor, se le paga la obra satisfaciéndole la vanidad de publicar. Y con esto representa que ya está contento, para ponerlo en el currículum, para que salga en Wiquipedia. Si quieres ganar el sueldo mínimo interprofesional, la única solución es hacerte tú mismo la cama, porque con una editorial esto no pasará.
Pero asume un riesgo.
Si voy a una editorial, ya he perdido. Ahora, puedo perder o no, o puedo hacer las paces. Pero, si no, lo único que tengo es que lo puedo poner en mi currículum. Hace 30 años sí que me habría hecho gracia, habría pensado que sumaba, pero ahora ya no. Esto es un trabajo. No puede ser que solo hagamos arte desprofesionalizado.
El caso es que el mercado editorial mueve dinero y que hay algunos autores que viven de escribir.
Solo si su libro va muy bien. Pero la persona que atiende el teléfono de la editorial, la que hace paquetes, todos cobran, es como tiene que ser. El único que cobra solo si va muy bien es el autor. ¿Qué sentido tiene esto? Entonces el único que tiene mucho interés para que se vendan libros es el autor. No veo que las editoriales apuesten. Sacan un libro cada dos días. Apuestan a todo y a ver si con uno de los libros les toca la lotería. Pero apostar a todo no es apostar. De todas maneras, no quiero lloriquear. Simplemente, he publicado con esta editorial de mi entorno porque era la vía de salida para este libro. Ya no fui ni ir a llamar a ninguna puerta, no lo dije ni a las editoriales que me habían publicado antes, porque ya sabía cómo iba y no me interesaba. Ni siquiera tengo la intención de hacer una crítica del mundo editorial, que hagan lo que quieran. Solo que a mí esto no me encaja.
Viene de Mallorca de hacer presentaciones en el escenario de la novela. ¿Qué respuesta ha encontrado?
Hace poco que ha salido y la mayoría de la gente que va las presentaciones todavía no lo ha leído. La respuesta que encuentro es el poder de convocatoria que puedo tener yo por las cosas que he hecho antes. Sí que veo interés por el tema, y esto que es difícil, porque hablo del siglo XVII. Por eso, en las presentaciones, lo que intento no es explicar el argumento, sino situar el contexto. Un contexto que yo presento de una manera muy diferente de cómo lo explica otra gente, el barroco este casposo, de Goya y de Velázquez, con aquellos sombreros de plumas y aquellos cuellos. Yo estoy explicando otro siglo XVII.
Todo esto «casposo» en el libro sale, es algo que se critica en él.
Sí, me río un poco de todo esto, porque en la novela hay gente normal. Estamos acostumbrados que a los que aparecen en los libros y las películas sobre la época son todos estos monigotes, pero detrás había gente normal que hacía vida normal y que no se disfrazaba de este modo. Era una manera de vestirse que copiaba a la corte de Madrid y, a la vez, los españoles lo hacían mirando en Francia.

¿Por qué elige esta época?
Porque es un siglo que explica muy bien donde estamos ahora, políticamente, socialmente. De hecho, toda la historia explica dónde estamos ahora. Pero el siglo XVII va muy bien para explicarnos políticamente y también para explicar temas como el honor, la vanidad y el sectarismo. Si proyectas estos temas sobre un escenario, o una época, de la que la gente no sabe muchas cosas y no toma parte es mucho más fácil. Es más fácil explicar el sectarismo desde aquella época que con ejemplos de hoy en día, donde ya empiezas con el papel sucio porque todo el mundo tiene ideas preconcebidas. Y me ha ido muy bien hablar del sectarismo del siglo XVII, entre los Canamunt y los Canavall, porque muy poca gente sabía que esto existió. Y quien lo sabía, tanto les da unos u otros, los ve igual. De hecho, yo mismo los veo igual.
¿En Mallorca también es desconocida esta parte de la historia?
Sí, allí también. Quién lo lea y piense que me lo he inventado, que quede claro que no ha hecho falta. Y en la isla es más conocido que en Cataluña, pero poco. Quizás mucha gente sabe que hubo los Canamunt y los Canavall, las dos parcialidades, pero no saben los detalles.
¿Cómo llega a este proyecto?
En parte porque hay un hecho destacado en la historia que cuento que está protagonizado por Jaume Joan de Berga, un oidor [juez] de la real audiencia. Es de la casa Berga, que tiene el origen en Berga y que llegó a Mallorca con Ramon de Berga, que fue alí con Jaume I. Y yo ya lo conocía de cuando escribí ‘L’assassinat de Guillem de Berguedà’, porque era el nieto de un personaje que aparece allá. Y estiré el hilo.
Por lo tanto, empieza por el contexto histórico.
Esto no parte de decir ‘ahora haré una novela protagonizada por una persona que hace esto y esto y pasa aquello’. Hacía tres meses que escribía el libro y no sabía cómo acabaría. Yo elijo un contexto y lo dibujo. Y la primera estructura del libro no tenía ficción, era simplemente la historia y un decorado histórico. Con una serie de cosas que pasan, porque es un decorado dinámico, evoluciona a lo largo de 60 años. Y explico el papel de los virreyes, las costumbres que había, como funcionaban las casas, las herencias, la justicia, los ayuntamientos.
Pero hay unos personajes con personalidad propia y con intimidad.
Sí, cuando tengo este decorado, hago una especie de casting, elijo unos personajes, todos reales.
Por lo tanto, la protagonista, Joana, existió.
Sí, existió. Ahora bien, cuanto menos se sabe del personaje, más puedo meter yo aportaciones mías sin traicionar la historia. Todo lo que se sabe, lo respeto, todo el que no se sabe, lo invento.
Pero siempre hacen falta licencias, para novel·lar.
Solo añado lo que no se sabe. Es decir, ningún historiador podría negar lo que pasa en esta novela. ¿Qué es el que no se sabe? Lo que piensan los personajes, sus reflexiones y conclusiones, lo que hacen a escondidas. O los motivos por los cuales pasó una cosa. Si hay una cosa que se sabe que pasó pero no se saben los motivos, ya te los digo yo. Es decir, lleno los vacíos que deja la historia. Pero esto lo he estado trabajando con historiadores especializados en la época, para no meter la pata. Por ejemplo, si me han dicho ‘este jardín por donde los haces pasear no se construyó hasta el siglo XVIII’, los hago pasear por otro lugar. En el caso de un personaje que había escrito que lo asesinaban en la cama, descubrí que lo habían asesinado afuera, en la calle, y tuve que reescribir la escena.
Leyendo ‘El silenci que has de témer’ llegas a la conclusión que en los Països Catalans no necesitamos ‘Juego de truenos’, que podríamos hacer mucha literatura con nuestra historia.
Es que prácticamente se podía hacer la novela sin inventar nada, pero entonces habría sido un relato histórico, no habría sido una novela, no habría podido explicar toda una serie de cosas que aprovecho para explicar. Y quizás no habría tenido tanta alma.
¿Tenemos la historia propia desaprovechada para hacer novela, para hacer ficción?
Sí, sí. Hay campo para correr en los Països Catalans y seguramente en todas partes. Pero aquí nosotros lo tenemos desaprovechado y muchas veces se eligen otros escenarios, lejanos. Pero es precisamente por aquello que decía antes, que se puede proyectar mejor lo que quieres en otro lugar y con el lector con la mirada limpia. Pero también puedes hacer esto proyectándolo hacia el pasado, que es lo que he hecho.

En este sentido de explicar dónde estamos ahora desde el pasado, un elemento que hay en el trasfondo de la novela es la tensión o la lucha con Castilla, con la corte de Madrid, con mallorquines que se oponen y otros que abrazan la españolidad.
De hecho, hay tres guerras simultáneas en este libro. Una es la guerra abierta entre Canamunt y Canavall, que se matan por la calle, la otra es la ofensiva creciente de la corona de Madrid, de la corona castellana, que pretende ser hegemónica e imponer sus leyes a toda la monarquía hispánica, y, además, hay una guerra que es mortecina, que está en el subsuelo de las conciencias, que es la Germania.
Hay lucha de clases.
Es una lucha de clases que está muerta en aquellos momentos, porque había habido una represión muy fuerte, pero que va emergiendo de vez en cuando. Esto demuestra que no se había olvidado, a pesar de que estaba prohibido escribir y hablar de ello. En una sociedad donde la única
Hay un personaje que directamente aspira a hacer una germania, a hacer una revolución. Y proclama que le hacen falta dos cosas, armas e ideas. Dice que ‘las armas son para vencer y las ideas son para conservar la victoria’. ¿Tenemos que leerlo como un paralelismo con la política actual, post 1-O?
Al final, este libro lo que dice es que difícilmente se puede ganar nada proclamando la estrategia, porque el enemigo no tiene que conocer tu estrategia hasta que la sufre. Si pretendemos hacer una estrategia en la que todo el mundo sepa por donde iremos, no funciona. Porque lo sabremos nosotros, y no habrá que hacer ningún acto de fe, pero también lo sabrán los otros, y te estarán esperando allí.
¿Esto es una reflexión actual que hace y que cree que la historia confirma?
Esto son cosas que yo escribía hace 25 o 30 años. En un ámbito estrictamente político. Ahora tampoco quiero presumir de ‘yo ya lo dije’. Pero lo tengo escrito. No quiero presumir, pero lo quiero repetir. Y cuando hablo del ‘silencio que tenéis que temer’, en definitiva, lo que quiero decir es que las estrategias, las tácticas, las victorias se tienen que preparar secretamente y el enemigo se las tiene que encontrar a tiempo pasado.
¿Esto es posible el siglo XXI, en el que vivimos comunicando compulsivamente?
No sé si es posible, pero seguro no es posible el objetivo si no se hace así. Las cosas funcionan cuando el otro no tiene tiempo de reacción. La única manera de no dar tiempo de reacción es que el otro no sepa por donde baja la hostia hasta que la ha recibido. ¡La hostia no hace falta que sea física, eh!
¿Por eso funcionó el 1 de octubre, porque no se sabía dónde estaban las urnas?
Es esto. Es la única manera. No veo ninguna otra. Si no, cuando lo tienes todo hablado y debatido, los otros ya tienen todas las herramientas para desactivarlo, porque son más fuertes, tienen más gente trabajando de 8 a 3 y tú estás con voluntariado.
Pero también hace falta la movilización…
Es importante hacer acciones que favorezcan la cohesión, la sensación de que somos muchos. Hace falta agitación porque te proporciona la sensación de que no estás solo. Es una tarea que va bien para no perdernos, por no disgregarse, pero el trabajo ejecutivo tiene que ser secreto.
¿Esto es lo que ha fallado hasta ahora en el independentismo?
No lo sé, porque si no ha fallado yo no lo sé. Y ya está bien que sea así.

De hecho, el mensaje de la novela, empezando por el título, es que la información es poder.
La información es poder y la desinformación del otro es victoria. Si sabes una determinada cosa y, además, el otro no sabe que la sabes, entonces es control. La gracia es que todo lo que hace no lo reivindica.
Ahora habla de Joana, la protagonista…
Exacto. No lo reivindica, porque si lo reivindica le cortan el rollo, se le acaba. Y ella quiere seguir. Entonces, somete su vanidad. Claro, sería un placer poderle decir a alguien ‘he hecho esto, ¿qué pasa?’ Estos diez segundos son un placer. Pero tenemos que sacrificar la vanidad y el orgullo por la efectividad. Cada cual que haga lo que quiera. Ahora, si quieres ser efectivo, no puedes anteponer los sentimientos íntimos. Es al contrario. Tienes que intentar que los sentimientos íntimos del otro le jueguen en contra. Y aprovecharte de esto.
¿Hasta qué punto es posible que personas que están en la política, en la que la vanidad es un elemento esencial, sean capaces de hacer este camino?
Yo hablo como militante, no como cargo. La militancia en una causa, no hablo de partidos, implica disciplina y sacrificio. Y ¿qué se tiene que sacrificar? A ver, no estamos hablando de sacrificar la vida. Estamos hablando de sacrificar el orgullo, la chulería, la vanidad. ¡Pues qué gran sacrificio! ¡Hay gente que ha dejado la piel en ello! Solo hay que aprender callar la boquita. O no decir todo lo que te pasa por la cabeza para quedarte tranquilo. Si eres militante de una causa, implica apuntarte no para compartir el triunfo, sino para compartir la lucha. Y la lucha implica sacrificios, no dar por el saco, no poner palos en las ruedas, no incordiar, guardar secretos, no hacer el fantasma, estar cuando se tiene que estar, no dedicarte a postular por tu cuenta. Y si no te gusta, te vas y ya está.
¿Y esto falla en la clase política catalana?
Hay gente que falla y gente que no falla. Lo que pasa es que a los que no fallan no se les ve no fallar. Tampoco se puede decir que hay gente que no falla nunca ni gente que falle siempre. Va a días y a proporciones. Tampoco querría hacer ahora una crítica de la clase política. Tengo mi idea de quién falla y cuando falla, y de gente que normalmente no falla pero hay días que falla. Pero, ¿qué saco proclamándolo? No saco nada.
¿’El silenci que hem de témer’ se puede leer como un libro feminista? La protagonista tiene un papel inusual para una mujer de aquella época y se hace monja por no tenerse que casar. Es decir, se hace monja para ser libre.
Exacto. Cree que en la disciplina monástica encontrará más rendijas para construirse como persona, para dejar de ser un ser humano pasivo y ser un ser humano activo. Cree que tendrá más margen en la vida monástica que en la vida familiar, porque ha visto a su madre, a su abuela y a sus hermanas y sabe qué le espera. Sí que es cierto que es paradójico que elija el camino de la Iglesia para liberarse, porque en un convento de clausura también hay una disciplina.
Pero ya pone usted las excepciones para que tenga margen de acción…
Aquí sí que me he tomado alguna licencia, pero tampoco se puede decir que esto no pasaba. Porque en conventos del entorno y del momento se han encontrado cadáveres de bebés emparedados, o sea que las monjas salían o alguien entraba. Sea como fuere, ella elige este camino porque piensa que, cuando menos, tendrá momentos de reflexión y de lectura. Pero me cuesta un poco reivindicarlo como feminismo. No sé si me toca, lo encontraría pretencioso. En todo caso, cuando buscaba el personaje no buscaba un hombre sino una mujer porque quería alguien que tuviera el trabajo de transgredirlo todo.
Además de la música y de escribir otros libros, usted estuvo ocho años en el Ayuntamiento de Berga. ¿Ha dejado la política en primera línea para siempre?
He dejado la administración.
¿Para siempre?
Hombre, es que como que pienso que estaría bien que todo el mundo pasara por ahí, creo que es un abuso repetir, porque es quitar la oportunidad a otros. Y pasar por ahí es muy beneficioso. Fue muy cansado, una dedicación muy bestia, poco reconocida en aquel momento. Pero aprendes muchas cosas, sobre todo a dejar de hacer demagogia. Descubres que muchas cosas no dependen de la gente que está en el Ayuntamiento, que tiene que cubrir muchas carencias. Yo por las mañanas hacía de auxiliar administrativo, gratis, para cubrir carencias, para hacer cosas que no había personal para hacerlas. Era por la tarde cuando hacía de concejal. Y por 1.100 euros. Pero encantado de la vida y ultramotivado. Fueron cuatro años de casa al Ayuntamiento y del Ayuntamiento a casa.
Entonces, cuando dice que es beneficioso, ¿para quién quiere decir que lo es?
Para la sociedad. Porque cuanta más gente pase por ahí será más fácil que no se hable tan gratuitamente de supuestos aprovechados en la política. Que sí que hay mucha gente que se aprovecha o que se limitan a hacer el pavo real y asistir a actos protocolarios. Pero la mayoría, cuando menos en los municipios más pequeños, hacen auténticos actos de heroicidad, y con poco reconocimiento. En algunos pueblos, el tractor quitanieves está en el garaje del alcalde y cuando nieva sale él a abrir caminos.
¿Cómo definiría su relación con la política ahora mismo?
Estoy callado.
¿Callado?
Me da pereza significarme. Entonces, hago cosas que no reclamen significarse.
¿Pero está actuando?
Sí, sí. Hasta que me muera. Empecé en 1987, o en 1986. Montamos el movimiento independentista en el Berguedà, después el Movimient de Defensa de la Terra e ir haciendo. No lo he dejado nunca, ni creo que nunca tenga ganas de dejarlo. Otra cosa es que me de pereza significarme. Pero si se tiene que hacer, también lo haré.
¿Si se lo piden?
Si hace falta lo haré. Pero ojo que esto también suena a aquello que se oye decir tantas veces, ‘el partido me ha pedido que sea candidato’… ¡Aquella mierda que dice gente que ha estado dando codazos! No querría que esto que he dicho sonara a así. En todo caso, mi ego ya lo he alimentado bastante. He hecho mil conciertos, he estado en mucho en escenarios, ya me han aplaudido, me han aplaudido por encima de lo que me merecía. Ya está, ya no hace falta.
¿Cómo ve la CUP, el partido en que milita, ahora mismo?
Estoy ahí porque soy incapaz de imaginar una Cataluña libre, unos Països Catalans libres al servicio de los catalanes, si este proceso no se ve injertado de los principios ideológicos de la izquierda independentista. Si no fuera así, creo que el proceso constituyente del nuevo estado catalán sería una ocasión perdida para ofrecer oportunidades y una vida digna para todo el mundo. Caeríamos en el peligro de replicar modelos inútiles y caducos, que acaban estando al servicio de los que son y han sido poderosos, históricamente. Por eso encuentro imprescindible que la izquierda independentista se convierta en un movimiento hegemónico.
¿Es lo que espera del Procés de Garbí, con el que la CUP está reflexionando para refundarse?
De esta refundación espero una organización fuerte y valiente, que no se conforme con comodidades estéticas, que no transite por la mística revolucionaria, sino que dispare una ofensiva política independentista, que dibuje el objetivo, que trace el camino y que se ponga en marcha.
Que pierda el miedo a una serie de debates y que actúe con decisión y eficacia. Quiero que salga una organización que no tenga miedo de ganar y que no rehuya más responsabilidades.
¿La música también la tiene en un segundo término?
Vayamos haciendo cositas. Este año estrenaremos un espectáculo de Guillem de Berguedà. Pero es una cosa más tranquila. Espero que hagamos unos cuantos conciertos, pero no es aquello de 90 conciertos el año, que también me daría pereza y que tampoco creo que me toque. Y ya me está bien ir haciendo un poco de todo. Hay muchas cosas que, cuando las has hecho, ya las has hecho. No quiero volver a la dinámica aquella de decir ‘tenemos que hacer más conciertos que el año pasado’. Y con Brams haremos tres o cuatro conciertos, para saludar la gente que nos sigue y vernos nosotros las caras y basta. Tampoco tendría muy sentido que pretendiéramos hacer según que.