La periodista Mònica Terribas es la creadora y directora de la serie documental El minuto heroico: yo también dejé el Opus Dei. Un proyecto de The Mediapro Studios producido para Max España que aborda los casos de trece mujeres de todo el mundo que relatan de primera mano los abusos psicológicos y laborales que sufrieron en su estancia en instituciones coordinadas por el Opus Dei. Desde varios puntos de España, Irlanda, Reino Unido y América Latina se pueden escuchar las voces de unos testimonios que cuentan su historia en cuatro capítulos. Los dos primeros se emiten este viernes 7 de febrero y los siguientes el día 14 del mismo mes.
El Món habla con Mònica Terribas para conocer más de cerca cómo ha sido la producción de este documental y las cuestiones sociales y personales que han surgido a raíz de la investigación que ha llevado a cabo durante cuatro años.
¿Cómo surge este proyecto?
Una de las mujeres que participa en el documental me envió un mail y me dijo que, ahora que tenía tiempo, quería contarme su historia y hablar de lo que vivió cuando estaba dentro del Opus Dei. A partir de aquí, de lo que me había contado hace cuatro años, comencé a investigar y me encontré que lo mismo me lo contaban otras mujeres de países y edades muy diferentes. Esto es lo que me llevó a hacer El minuto heroico, no era algo que había pasado hace muchos años, sino que los abusos en el Opus son sistémicos.

No es la primera vez que se trata el Opus Dei a través de productos periodísticos…
Es la primera vez que trece mujeres de diferentes países y edades se plantan frente a una cámara y lo explican, porque es muy diferente que te lo cuente un periodista a que lo explique un testimonio. No estamos hablando de opiniones o interpretación, son las vidas de unas personas. La fuerza que tienen sus historias está en que lo cuentan cuando ya lo han asimilado.
¿Cómo ha sido el contacto con trece mujeres de varias partes del mundo?
En el caso de muchas chicas jóvenes, que son las primeras con quienes contacté aquí porque habían estado en colegios del Opus Dei, al entrevistarlas y verlas tan jóvenes me quedé sorprendida. A partir de ahí comencé a contactar con las otras mujeres. Incluso con mujeres de México, que no han salido en el documental, porque hacía solo un año que habían abandonado la institución. Es algo continuado, no se trata de algo del pasado.

¿Qué ha supuesto para los testimonios y sus familias la exposición pública que pueden tener estas historias?
El día que las reunimos, cuando aún no se conocían entre ellas, para que vieran los cuatro episodios antes que nadie, para mí fue el día más importante de este proyecto. Que las personas que se identifican a sí mismas como víctimas de un abuso psicológico, religioso y laboral vean reflejado en una pantalla lo que han vivido y que estén bien era lo más importante. Yo habría fracasado si ese día hubieran salido del auditorio con más dolor. En cambio, salieron mucho más fuertes, lloré mucho [se emociona]. Este documental no podía ser una revictimización de las trece mujeres, sino un camino hacia la libertad que ellas no habían tenido.
¿Es el proyecto más impactante, en el ámbito personal, de su carrera?
Sí, junto con la entrevista que hice al obispo Pere Casaldàliga. He pensado muchísimo en él durante estos cuatro años porque para mí el modelo de ser cristiano de base es el obispo Casaldàliga. La fe en las personas como son, con las debilidades y vulnerabilidades de cada uno, chocaba tanto con lo que estaban contando… Tal como yo he visto lo que puede ser un cristiano con los pies en la tierra, es la antítesis de lo que han vivido estas mujeres.
El Opus Dei no ha querido participar en el documental para dar su versión. Si tenía una idea de la institución antes de hacer este proyecto, ¿cómo ha cambiado?
Tenía la esperanza de que el Opus Dei participara. Escribí a la Prelatura del Opus Dei en Roma con la intención de hablar con ellos y que vieran personalmente lo que se decía. Hay cientos de testimonios que avalan lo que ellas han dicho y ellos lo saben. Fueron muy amables, pero creo que responderán a través de sus canales de comunicación. Algún día, el Prelado tendrá la necesidad de explicar por qué coinciden trece mujeres de diferentes edades y espacios socioculturales tan diversos. Porque no creo que vuelva a decir que «son casos aislados» y que «hay un canal de escucha para las malas experiencias», que es lo que han dicho hasta ahora. O si no, el Papa les reclamará que reparen, compensen o pongan solución al daño material o psicológico que ha causado a cientos de personas y pienso que eso la Iglesia católica no lo puede dejar pasar.
¿Cree que puede servir como una especie de me too?
Sí, el documental se llama El minuto heroico: yo también dejé el Opus Dei y quise recalcar el también porque sé que hay muchas mujeres que no se han atrevido a contarlo. Está pasando, se están escribiendo y hablando entre ellas. Personas que aún están dentro de la institución y que corroboran lo que está pasando. Creo que esa sensación de ‘no pasa nada por contar que he sido del Opus Dei’ significa que hemos hecho el trabajo.
¿Le preocupa la respuesta negativa o las presiones que pueden sufrir?
Ellas no tienen miedo y yo tampoco. Pienso que con miedo no se hace nada en la vida. El miedo paraliza, lo que no significa ser inconsciente. Soy consciente de la fuerza y el poder que tiene el Opus Dei, porque a lo largo de mi vida he visto y sé dónde tienen las llaves de poder. Por eso me ha costado tantos años encontrar una plataforma que se atreviera a hacer un original de estas dimensiones con estreno internacional. No quiero tener miedo, porque cuando tenemos miedo, no acabamos de hacer las cosas que deberíamos hacer.
La gente puede plantearse, después de ver el documental, ¿qué hay realmente detrás de esta institución?
Deseo que haya debate social y sobre todo que supernumerarios y agregados del Opus Dei que quizá no lo ven así o no han sufrido este dolor afinen el oído y reflexionen. Que tú no hayas sufrido este dolor no significa que no exista. No podemos cerrar los ojos a esta realidad y el Opus Dei tampoco lo puede hacer.
¿Por qué no hay perfiles de hombres?
La experiencia de las mujeres, y ellos lo reconocen, es muy radical porque las numerarias pasan a estar muy encerradas dentro de lo que es la organización y las casas del Opus Dei. Los hombres, sean agregados, numerarios o supernumerarios, en general tienen actividad fuera. Por lo tanto, el aislamiento mental y la coacción psicológica es de otra dimensión, a pesar de que he conocido experiencias de hombres que son tanto o más graves. Gente que ha dejado el Opus Dei y ha perdido su trabajo, que sus entornos los han oprimido… Si pudiera hacer El minuto heroico de ellos, lo haría.

¿Los espectadores pueden cambiar su relación con sus propias creencias y sobre la Iglesia a raíz del documental?
La relación con la fe no lo creo. La gente que es de religión musulmana, por mucho que sepan que hay gente que interpreta mal el Islam, no pierde la fe. Los cristianos no pierden la fe a pesar de saber que existen comportamientos y abusos de todo tipo. Una gran lección del documental es que muchas de ellas no la han perdido y que además no hablan desde la venganza, sino desde la reconstrucción.
¿El Opus se podrá corregir?
En tiempos de Donald Trump, Netanyahu y Putin, aunque mi batería de esperanza comienza a disminuir, creo que debemos vivir con la esperanza de que el mundo tiene que mejorar.
Sobre el sector audiovisual en Cataluña, ¿tiene en mente algún proyecto o producción íntegramente en catalán después de este documental?
Desde 2020 trabajo desarrollando proyectos en The Mediapro Studio y algo que me ha hecho especial ilusión de El minuto heroico es que he podido tener dos testimonios hablando en catalán y que darán la vuelta al mundo. Estoy trabajando en documentales que no sé si verán la luz, pero estoy centrada en mi trabajo en The Mediapro Studios y no tengo proyectos con la tele ni con nadie al margen de mis actividades sociales por militancia.