El presentador Espartaco Peran se siente identificado con la famosa serie Mi reno de peluche, que narra un caso real de acoso. Por primera vez, Peran ha explicado a Versión RAC1 el caso que él mismo vivió en primera persona cuando trabajaba en el programa Divendres de TV3. El presentador se desplazaba por toda Cataluña, y en una de las conexiones conoció a la que sería su acosadora. A simple vista se trataba de una chica normal, que le explicó la admiración que sentía por él: «Empezó como una historia de admiración profesional y se convirtió en una obsesión«.

La primera encontrada no le dio mala espina, pero cuando empezó a encontrársela en cada lugar donde hacía una conexión empezó a darse cuenta del que realmente estaba pasando. La chica lo seguía en cada municipio donde iba, fuera donde fuera, y cuando no tuvo bastante con esto empezó a esperarlo en los estudios de TV3, en Sant Joan Despí. «La cosa se fue complicando. El fin de semana me esperaba en el portal de casa«, ha explicado Peran, que por primera vez ha hecho público este caso de acoso. El presentador también ha explicado que se la encontraba cuando salía por la noche con los amigos, cuando celebraba la Fiesta Mayor de Mataró y cuando salía a dar una vuelta con su pareja.

En el caso de esta chica, la acosadora solo quería mantener una amistad con el presentador, a quien admiraba mucho. No tenía nada de interés en una relación romántica, pero esto no impedía que tratara mal a la pareja de Peran. «La despreciaba, la rechazaba e intentaba apartarla para poder hablar conmigo», ha explicado el presentador, que decidió cortar la situación de raíz.

«Más pena que miedo»

Como la chica le daba pena, y no miedo, no quería llamar a la policía. Por eso optó para dirigirse a los responsables de seguridad de TV3, que hicieron una pequeña investigación sobre la chica. Enseguida le trasladaron que la chica sufría una enfermedad mental y Peran pasó «del miedo a la pena». Este sentimiento le dio bastante para pedir a los responsables de seguridad que hablaran con ella para que dejara de seguirlo si no quería problemas con la policía. Peran no necesitó hacer nada más para que dejara de asediarlo: la chica lo entendió y no lo ha vuelto a ver nunca más.

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