Crear nuevas facultades de medicina para combatir la falta de profesionales del sector. Esta es la estrategia que han puesto sobre la mesa la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) de Terrassa, que prevé crear cincuenta plazas del grado de Medicina de cara en 2026, y las universidades privadas Abad Oliva y Blanquerna-Universidad Ramon Llull, que proyectan incorporar estos estudios a su catálogo a partir del curso 2026/27. Desde la UPC defienden que la creación de la nueva facultad de medicina, que se ha organizado de la mano del Consorcio Sanitario de Terrassa, será una pieza clave para “formar profesionales de la medicina con un profundo conocimiento tecnológico, teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías ya cuentan con una presencia masiva en el ámbito sanitario más puntero”. Es decir, para preparar a los nuevos profesionales para los retos del futuro.
Podría ser una medida para hacer frente a la carencia de personal médico, cosa que permitiría mejorar la calidad asistencial y, por lo tanto, contribuir al bienestar de los pacientes. Pero para el sector médico consultado por El Món, esta idea es una arma de doble corte. Y se palpa la tensión: “El grado de medicina tiene una duración de seis años, y después hay que hacer la especialización [el MIR, siglas de médico interno residente] para poder ejercer, que son cuatro o cinco años más. Esto quiere decir que estos nuevos profesionales no podrían introducirse en el sistema hasta de aquí debe u once años [a pesar de que durante la etapa como residentes ya ejercen, bajo supervisión]”, advierte en conversación con este diario el doctor Antoni Trilla, miembro de la junta de gobierno del Colegio de Médicos de Barcelona (CoMB) y decano de la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona (UB). Una idea muy similar a la que expresa el secretario general del sindicato de Médicos de Cataluña, el doctor Xavier Lleonart, el cual endurece el tono y advierte que incrementar el número de facultades de medicina es una medida “cortoplacista” y “populista”. En este sentido, el sindicalista apunta que esta solución no permitiría resolver la problemática en “el momento pertinente”, puesto que la falta de profesionales es una carencia del “presente”, no del futuro.
Las jubilaciones masivas son ahora, no de aquí a diez años
De hecho, según la informe de la Demografía Colegial del año 2023, el momento en que más médicos llegarán a la edad de jubilación –y que, en consecuencia, habrá que sustituir– será en 2025, con 1.253 profesionales que pondrán fin en su vida laboral. En cambio, de cara en 2033 -momento en que los médicos de las nuevas facultades todavía no habrían acabado su formación- se jubilarán solo 623. “Hay que planificar correctamente el funcionamiento del sector”, apunta Lleonart. Es precisamente en la mala planificación al que el sindicalista atribuye la actual falta de médicos a la jubilación de la generación del
La UPC rehúye defender su posición públicamente
La tensión entre los que defienden esta opinión y los impulsores de las nuevas facultades se hace patente en el hecho que la UPC declina hacer ningún comentario al respeto a pesar de las peticiones que ha hecho llegar este diario. Fuentes de la Politècnica se limitan a remitirse al comunicado que difundieron explicando su proyecto.

Incrementar el número de plazas en las facultades existentes: los estudiantes tampoco lo aceptan
Como propuesta más aceptable para incrementar el número de futuros profesionales, el doctor Trilla está dispuesto a considerar una “posible solución” más favorable la opción de ampliar en unas cuantas plazas la oferta en las facultades ya existentes, a pesar de que admite que habría que estudiarla a fondo, sería “incrementar el número de plazas” en las facultades de medicina ya existentes, especialmente en las universidades públicas, que no aumentaría tanto la cifra global y sería mucho más viable que montar infraestructuras nuevamente.
Una idea, pero, que tampoco ven de buen ojo desde el Consejo de Estudiantes de Medicina de Cataluña: “Estos incrementos de plazas tendrían que estar supervisados por organismos oficiales y agencias de calidad y esto no ha estado así porque el aumento vino dictado desde el ministerio de Sanidad [en referencia al incremento del 10% de plazas en las facultades de Medicina aprobado el 2022]”, asevera el portavoz de los estudiantes, Jesús Marí, en nombre de la entidad que ha presentado un manifiesto contrario a la creación de nuevas facultades, al cual se ha adherido el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, la facultad de Medicina de la UB, la de Girona, la de Lleida, la Rovira y Virgili, la UIC, el sindicado Médicos de Cataluña y Marea Blanca.
Por todo ello, el doctor Trilla también mantiene que el mejor método para adaptar a las necesidades de la población el “puzle formativo” es “mejorar la planificación” por parte de la administración, tanto del gobierno catalán como del ejecutivo de Pedro Sánchez -de quien dependen las plazas del MIR.
Tanto Trilla como el secretario general del sindicato de Médicos de Cataluña insisten que crear nuevas facultades de medicina, tanto públicas como privadas, requiere una “inversión económica” y unos recursos humanos elevados para garantizar que la formación de los nuevos profesionales sea de “calidad”: “Tenemos que tener en cuenta que crear una facultad no es solo abrir una aula y poner treinta sillas. Hacen falta hospitales y centros de atención primaria [CAP] donde los estudiantes puedan empezar a hacer sus prácticas, hacen falta más docentes…”, argumenta el miembro de la junta de gobierno del CoMB. Es decir, que hay “múltiples factores” que entran el juego y que hay que tener en cuenta en la hora de hacer frente a la carencia de profesionales y a los nuevos retos que plantea el sector sanitario, como el envejecimiento pronunciado de la población.

Mejorar las condiciones laborales para “retener talento”
Los dos especialistas coinciden que una buena manera de paliar la carencia de profesionales “a corto plazo” sería “mejorar las condiciones laborales” del sector. “Si no paliamos los problemas estructurales del sistema, invirtiendo dinero a mejorar los recursos y los espacios, aumentar el cuerpo docente acreditado, disminuir la ratio de estudiantes por tutor y, sin duda, mejorar las condiciones laborales de los y las profesionales, con aumento de los sueldos, reducción de las horas de guardias… es muy difícil retener talento”, asevera el doctor Lleonart, que ejerce al Consorcio Sanitario de Terrassa. En este sentido, el sindicalista lamenta que “cada vez más” jóvenes profesionales formados en Cataluña optan para marchar del país en busca de nuevas oportunidades con mejor remuneración y condiciones laborales. “Si volamos más profesionales, convenzámoslos de que se queden”, espeta el representante sindical, que considera que sería una medida “más efectiva” que buscar soluciones “en diez años vista [refiriéndose a la creación de nuevas facultades de medicina]. Según una estimación del sindicato, 7 de cada 10 médicos residentes tienen intención de marchar a trabajar fuera de Cataluña una vez finalicen su formación. Ahora bien, no se disponen de datos concretos sobre cuántos médicos acaban abandonando el país para ir a ejercer en el extranjero.
Una idea bastante similar a la que expresa el decano de la Facultad de Medicina de la UB, que recuerda que estas reclamaciones de los profesionales del sector ya hace décadas que se arrastran y que serían una pieza clave para hacer frente a la actual carencia de profesionales. Así pues, ambos especialistas consideran que crear nuevas facultades de medicina es una medida “a largo plazo” que se está poniendo sobre la mesa sin haber estudiado “todos los factores” que intervienen. “Hay que planificar muy bien los pasos a seguir o se notarán las consecuencias”, reclama Trilla.

