Mañana caótica en la línea R3 de Rodalies después de que tres incidencias diferentes hayan obligado a interrumpir la circulación entre l’Hospitalet (Barcelonès) y Ripoll (Ripollès) el día antes del macrocorte de la línea que durará 16 meses, según han confirmado a Món fuentes de Renfe. La circulación ha quedado restablecida poco antes de las 9.00, aunque se mantienen retrasos de una media hora en la línea.

A primera hora, Adif ha informado que una incidencia con la catenaria en Parets del Vallès ha obligado a cortar la circulación entre Granollers-Canovelles y Mollet Santa Rosa y poco después ha informado que la caída de un árbol sobre las vías ha interrumpido el tráfico ferroviario entre Vic y Balenyà-Els Hostalets. En paralelo, Renfe informaba que el corte de la línea afectaba el tramo Hospitalet-Ripoll por falta de tensión en el mismo tramo de Granollers Canovelles-Mollet Santa Rosa. 

Se ha establecido un servicio alternativo por carretera mientras se solucionan las incidencias. De momento no hay ninguna previsión sobre cuándo se restablecerá el servicio. Renfe ha habilitado un servicio de autobuses entre Fabra i Puig y Vic, mientras que entre l’Hospitalet y Fabra i Puig los usuarios deben usar los trenes de la línea R4.

El macrocorte de la R3, un dolor de cabeza para los viajeros

El macrocorte por las obras de desdoblamiento entre Parets del Vallès y la Garriga, que provocará afectaciones del servicio entre Montcada Bifurcació y La Garriga, comienza este martes 7 de octubre. Los viajeros de la línea, acostumbrados a los retrasos y las incidencias, viven con recelo el inicio de unos trabajos que se alargarán al menos 16 meses. “A ver cómo sale esta vez”, explican al Món dos hombres sentados en el bar de la estación de Centelles, que será uno de los puntos neurálgicos durante el corte porque conectará el transporte alternativo por carretera previsto mientras duren los trabajos y el servicio de tren normal, que continuará hacia el norte del país. 

La Merche aún recuerda el corte de cinco meses de finales de 2023 y principios de 2024. “Recuerdo que los primeros días fue un caos absoluto. No teníamos ni idea de dónde debíamos coger el autobús, faltaba mucha gente que nos lo indicara… Fue un auténtico despropósito”, relata en conversación con este diario. Ante unas obras mucho más complejas y que durarán casi un año y medio, espera que Renfe haya planificado mejor el servicio de autobuses. “Espero que esta vez lo hayan hecho bien y todo funcione como Dios manda”, ya que está previsto que lo utilicen casi 20.000 viajeros cada día.

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