«Antes quería ser maestro para cambiar vidas. Ahora solo quiero sobrevivir hasta la jubilación». «Entré para enseñar, ahora solo soy una niñera con titulación universitaria». «Tengo ataques de pánico antes de entrar a clase». «Si todos los docentes hiciéramos solo las horas que nos pagan, el sistema colapsaría». Estos son solo algunos de los testimonios de maestros y profesores, de todas las edades y con diferentes grados de experiencia, recogidos por el sindicato mayoritario del sector, USTEC, en su último estudio sobre el malestar docente en Cataluña. Una encuesta exhaustiva, elaborada a partir de las respuestas de 10.400 docentes, permite hacer una fotografía clara del «desgaste» generalizado que denuncian los profesionales del sector. Un desgaste que afecta a los docentes, pero que también repercute directamente en los alumnos en un sistema educativo que sienten que se acerca al colapso.

Lejos de mejorar, el conflicto parece agravarse: «Yo, personalmente, ya he tirado la toalla. Ahora estoy a media jornada y lo combino con otros trabajos. Si encuentro algo mejor, dejaré de enseñar», asegura con mucha contundencia Damià Bardera, profesor de secundaria y escritor, en conversación con El Món. Una situación personal que no es excepcional dentro del sistema educativo. De hecho, de acuerdo con los datos obtenidos por el sindicato mayoritario en la primera parte del estudio, publicada en octubre del año pasado, tres de cada diez docentes se había planteado abandonar la profesión. El malestar creciente entre los maestros y profesores catalanes, que se ha acentuado significativamente después de la pandemia de la Covid, es el principal factor que ha llevado a miles de docentes a volver a salir a las calles este sábado al mediodía, en una manifestación unitaria -convocada por los diferentes sindicatos del sector- que pone contra las cuerdas a la consejera de Educación, Esther Niubó. Incluso, tal como ya han dejado claro en varias ocasiones, las organizaciones sindicales no descartan endurecer aún más el tono y convocar una huelga en todos los centros educativos del país.

Desgaste y burocracia

El «desgaste» generalizado dentro del sistema educativo responde a diferentes motivos, pero todos relacionados entre sí. Se sienten abandonados por la administración, «desbordados» ante el exceso de burocracia «innecesaria» y acusados de la caída del nivel de los estudiantes: «Quema mucho que el profesor sea el eslabón más débil de toda la cadena educativa», argumenta Bardera. A esta sensación de abandono también se añade la creciente complejidad en las aulas y el estancamiento salarial. «Tenemos una escuela del siglo XXI, con burocracia del siglo XXI, con una complejidad que se ha multiplicado y con salarios del siglo XX. En Barcelona, con un sueldo de profesor, eres pobre», resume Xavier Diez, uno de los impulsores del estudio y articulista de este diario. Aparte del salario, Diez señala el elevado volumen de papeleo como uno de los principales motivos del malestar de los docentes, ya que les quita tiempo para hacer su trabajo en las aulas. En este sentido, el maestro veterano David Vilalta, que ha dedicado casi cincuenta años al mundo de la enseñanza, también alerta de la «excesiva burocracia» como uno de los factores que desgasta a los profesionales de la educación: «Yo siempre me pregunto, ¿realmente lo que escribo [en informes, por ejemplo] se lo leen?», argumenta Vilalta. De acuerdo con los datos de USTEC, el 64% de los docentes encuestados se siente «desbordado» por el papeleo.

Imagen de la manifestación multitudinaria convocada por los sindicatos de docentes contra la precariedad laboral / Kike Rincón (Europa Press)

El peso del conflicto salarial

Uno de los ejes principales que ha motivado la movilización unitaria de este sábado son los salarios de los maestros y profesores, ya que los docentes consideran que están mal pagados. Los datos del estudio de USTEC muestran que más de la mitad de los profesionales encuestados -un 58,15%, concretamente- considera que su salario es inadecuado para las tareas que llevan a cabo. Según las conclusiones del estudio Retribuciones de los profesores de secundaria en Cataluña. Una situación insostenible, presentado esta semana por el sindicato de profesores de secundaria (ASPEPC-SPS), los docentes catalanes han perdido un 21,64% de poder adquisitivo desde 2010 y, actualmente, son los terceros peor pagados del estado español, después de Aragón y Asturias. En cifras, el sueldo bruto de un docente catalán es de 2.713,79 euros, según la organización sindical, mientras que el de uno de Ceuta y Melilla llega a los 3.521,54, y en el País Vasco a los 3.234,34 euros.

Desde el sindicato, tal como también expresan el resto de organizaciones del sector, explican parte de estas diferencias salariales debido al estancamiento del complemento salarial específico que cobran los docentes. Se trata de un complemento que otorga la administración catalana a diferentes cuerpos de trabajadores de la Generalitat, como los Mossos d’Esquadra, los médicos o los bomberos. Ahora bien, la diferencia entre la cantidad que perciben los diferentes cuerpos es significativa. En detalle, el complemento de un docente es de 689 euros, mientras que el de los Mossos es de 1.661, el de los bomberos 1.930 y el de los médicos roza los 2.000 euros. Teniendo en cuenta esta situación, pues, maestros y profesores reclaman una actualización del complemento, que hace casi 20 años que no se actualiza, y una subida del sueldo del 25% para recuperar el poder adquisitivo perdido debido a la inflación. Para los docentes consultados, este hecho, sumado a los otros factores de desgaste como la creciente burocracia, han generado el «cóctel» fatal que pone a los profesionales de la enseñanza al límite.

Imagen de la manifestación multitudinaria convocada por los sindicatos de docentes contra la precariedad laboral / Kike Rincón (Europa Press)

El currículo educativo, otro foco de conflicto

Dos factores más que influyen en el «desbordamiento» de los profesionales es el actual currículo educativo. Los datos del estudio del sindicato mayoritario del sector muestran que el 45,21% de los docentes encuestados se muestra muy insatisfecho con este documento, el 27,73% insatisfecho, y el 17,43% ni satisfecho ni insatisfecho. De hecho, solo un 1,58% de los profesionales preguntados ve con muy buenos ojos el actual currículo. Para Xavier Diez, este es uno de los motivos que agrava el malestar de la profesión, ya que consideran que el actual currículo es «confuso, poco realista» e incluso, en algunos casos, «dogmático». David Vilalta, sin embargo, rebaja las críticas sobre la ordenación de las materias actuales: «Es un currículo con margen de mejora, pero estamos bastante al día», argumenta el maestro veterano, que expresa su inquietud por el inmovilismo de algunos maestros a «querer cambiar de metodologías».

El estudio de la USTEC, sin embargo, muestra que el 88,65% de los docentes encuestados se siente muy excluido del diseño de las políticas educativas, como el currículo: «El profesorado se siente excluido de los procesos de toma de decisiones, lo cual alimenta la desconfianza hacia el sistema educativo», concluyen desde el sindicato mayoritario. En este sentido, Damià Bardera rechaza taxativamente la elaboración de las políticas que rigen las escuelas e institutos del país: «Hay gente que tiene la indecencia de venir a explicarte cómo debes hacer tu trabajo sin haber pisado nunca un aula», exclama el profesor de secundaria, que carga abiertamente contra los responsables de la cartera de enseñanza. «Estamos muy invisibilizados. El discurso oficial es que el nivel comienza a mejorar poco a poco, pero todavía hay alumnos que no saben ni leer. Da pena», añade con contundencia.

La influencia de las políticas educativas en la escuela inclusiva

Los expertos también rechazan las políticas que ha puesto en marcha el Departamento de Educación para la escuela inclusiva. El problema no es el contenido de sus políticas, sino los recursos con los que van acompañadas: «Hay una clara unanimidad sobre el hecho de que la política inclusiva sin recursos no funciona. Es una política bien diseñada, pero sin recursos y profesionales no se puede aplicar», argumenta Xavier Diez. Un argumento que también se ve reflejado en el informe de la USTEC, en el que un 72,38% de los docentes encuestados se muestra muy «insatisfecho» con los recursos que se destinan. De hecho, solo un 1,21% de los profesores preguntados cree que los recursos destinados son los adecuados. «El decreto de la inclusiva [del año 2017] ya iba acompañado de una memoria económica, pero que no se ha desplegado. Puedes hacer mucha pedagogía sobre la igualdad de oportunidades, pero si la administración no hace lo que le corresponde, que es poner recursos, es un fracaso. También como sociedad», mantiene el impulsor del estudio del sindicato mayoritario del sector.

Imagen de varios manifestantes en una de las protestas multitudinarias de la última gran huelga del sistema educativo / David Zorrakino (Europa Press)

Recuperar el prestigio de la profesión

Para combatir las problemáticas que denuncian, los docentes reclaman, de entrada, un incremento salarial para poder recuperar el poder adquisitivo perdido en los últimos años. También exigen incrementar el personal de los centros educativos para poder abordar la complejidad en las aulas y, de rebote, reducir las ratios, y simplificar el volumen de burocracia que deben enfrentar diariamente. También quieren más recursos para la escuela inclusiva. Con todo, maestros y profesores consideran que conseguir estos objetivos permitirá, mínimamente, recuperar el «prestigio» de su profesión, ya que consideran que este se ha degradado significativamente en los últimos años. De hecho, de acuerdo con datos del estudio de USTEC, el 95,51% de los docentes encuestados cree que ha perdido prestigio en los últimos años. «Estamos en un momento de vaciado de sentido en el trabajo. Tenemos que hacer de todo menos de profesores. Somos burócratas, acompañantes, animadores, psicólogos, dinamizadores… Se desdibuja tu rol como profesor», lamenta Damià Bardera.

En este sentido, David Vilalta también considera fundamental diseñar detalladamente «qué significa ser profesor»: «Es un trabajo de atención a los demás que requiere comprensión, pero también más cosas», argumenta el maestro veterano, que considera que «el prestigio se lo debe ganar cada profesor»: «Yo conozco muchos que lo tienen», apunta. A pesar de las diferentes visiones sobre el prestigio de la profesión, las organizaciones sindicales convocantes de la protesta creen que mejorar sus condiciones laborales es un primer paso necesario para dignificar el papel del sistema educativo en Cataluña. Este sábado ha sido la muestra de fuerza de los profesionales del colectivo, que, agotados por el menosprecio que denuncian por parte de la administración catalana, han vuelto a salir a la calle en masa para hacer valer su trabajo. El conflicto, sin embargo, aún no ha terminado. Al contrario.

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