«El Estado siempre mantiene la estrategia, es igual Garzón que García Castellón«. Esta advertencia demoledora de Mònica Terribas, con pareado involuntario, ha planeado durante toda la presentación del libro En encesa espera (Tigre de papel) este miércoles, en el salón de actos del Ateneu Barcelonès. El autor, el abogado Benet Salellas, ha reconstruido en 200 páginas lo que fue y lo que significó la operación dirigida por el juez Baltasar Garzón en 1992, en el verano en el que se detuvieron y torturaron una cuarentena de independentistas catalanes justo antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona.

La periodista y vicepresidenta primera de Òmnium Cultural era una de las ponentes que han flanqueado al autor en el acto, junto con Ramon Piqué, uno de los detenidos, y Carme Porta, otra de los muchos protagonistas del libro, que pudo desaparecer al saber que también la buscaban y presentarse ante el juez meses más tarde, cuando la fiebre olímpica ya había bajado.

Presentación del libro
De izquierda a derecha, Benet Salellas, Aina Sanllehí, presentadora del acto, Mònica Terribas i Ramon Piqué. / Mireia Comas

Que la vivencia de Porta no fuera tan salvaje como la de otros implicados por Garzón no quiere decir que no forme parte de la generación de independentistas marcados por aquella operación. Y tiene clarísimo que aquel oscuro episodio –por el cual el Estado fue condenado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por no haber investigado las torturas denunciadas– fue «el laboratorio de pruebas» de la maquinaria represora del Estado contra el independentismo catalán. «Querían ver la capacidad de resistencia del movimiento», ha asegurado. Y ha recordado: «Entonces hubo un centenar de imputados y ahora ha habido 4.000».

«Ha habido muchas operaciones Garzón»

También Ramon Piqué ha remarcado la conexión entre el comportamiento del sistema penal de 1992 y el de ahora. «Ha habido muchas operaciones Garzón. Aquella tuvo el nombre pero hubo más con la ley antiterrorista». Con el recuerdo en primera persona, Piqué ha criticado el «blanqueo» de la figura de Garzón que ha hecho «la progressia» estatal y ha recordado que cuando se trata de «salvaguardar España» toda la judicatura actúa igual. La diferencia entre la Cataluña de hace 32 años y la de ahora –»en algunas cosas hemos ido a mejor»– es que «el independentismo entonces era mucho más minoritario» y de la represión se hablaba mucho menos.

Los archivos del padre, Sebastià Salellas

Para escribir el libro, el autor ha partido de los archivos encontrados en un rincón del despacho de su padre, el abogado Sebastià Salellas, fallecido en 2008, que formó parte de la defensa de los afectados de la operación Garzón desde el principio hasta el final, hasta que ganó la demanda en Estrasburgo. Como joven abogado acabado de licenciar, su hijo Benet lo ayudó en la fase final y asistió con él a la vista oral solemne en el tribunal de Estrasburgo. Piqué también recuerda vivamente aquel día y la entrada en la sala dónde, como ha confesado, entraron convencidos de que lo tenían muy difícil y de que el hecho de llegar ya era «una victoria moral y política».

A pesar de la voluntad que declara Benet Salellas de no centrarse en la rabia y de poner de manifiesto que las víctimas de aquellos hechos han podido «reconducir lo que sentían hacia una cosa positiva, cuidarse más que culpabilizar», En encesa espera tiene un arranque brutal: un relato crudo y sin ahorrarse ningún detalle de la detención de Josep Musté, la madrugada del 29 de junio de 1992. «Hace poner la carne de gallina», ha confesado Carme Porta.

Presentación del libro
Carme Porta y Benet Salellas, en un momento de la presentación del libro ‘En encendido espera’, al Atrenu Barcelonès / Mireia Comas

Lector voraz y con un gran dominio del lenguaje –había sido editor de textos en el diario El Punt cuando era joven, mientras acababa la carrera de derecho después de haber estudiado filología clásica–, el autor se propone con este arranque atrapar al lector. Ocho páginas que provocan taquicardia. Un truco cien por cien literario para acabar desgranando su conclusión sobre el caso. «La sentencia de Estrasburgo [de 2004, doce años después de los hechos], a pesar de que no implicó después ninguna investigación interna, condenó al Reino de España por no haber investigado aquellas torturas y abrió la puerta a otras sentencias que vinieron después. Esto ya fue un hito. Pero lo que intento explicar en el libro son las dos continuidades de la historia«. Para Benet Salellas, hay «una insistencia del catalanismo o el independentismo que aparece como un actor clave cada vez que el Reino de España entra en crisis, y esto pasó en los años 30, en los 70, en los 90 y ahora». Esta es la primera continuidad. Y la segunda es «un Estado sólido que siempre reprime este catalanismo para hacerlo retroceder cada vez que avanza».

Y así se hace visible el hilo rojo que une a dos jueces supuestamente de orientación ideológicamente diferente pero españoles los dos: Garzón y el magistrado del caso Tsunami, Manuel García Castellón, trabajando con el mismo objetivo, de los años 90 a 2024.

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