El escritor Màrius Serra se sumerge en la vida de Maties Palau Ferré, el pintor destinado a suceder a Pablo Picasso, pero que ha acabado olvidado, en su última novela, La dona més pintada (Proa, 2023). Esta obra lo llevará de gira por toda Cataluña y en especial por la demarcación de Tarragona, de donde era originario este pintor. El hecho de que quemara su obra y que alguien con tanta proyección en un momento determinado ahora sea un desconocido cautivó a Màrius Serra. Ahora el deseo de profundizar en la vida de este pintor se ha hecho realidad y la novela ya ha llegado a las librerías.

Por qué decidió recuperar la figura de este pintor, ¿qué lo cautivó en concreto?

Lo descubrí haciendo de jurado al premio Vallverdú, en Lleida. Se presentó una biografía sobre el pintor que quemaba sus cuadros y me fascinó su historia. Me pregunté por qué un artista quiere destruir aquello que crea. Empecé a tirar el hilo y vi que, además de este episodio que tenía una historia detrás, muy literaria porque había llegado a una depresión que lo llevaba a quemar sus cuadros por culpa de un caso judicial, sobre todo me interesaba que alguien que había tenido una proyección social y consideración que lo equiparaba a Miró, Picasso y Dalí hoy haya desaparecido. Me fascina que el heredero de Picasso sea un completo desconocido.

El libro, por lo tanto, ¿nace de una investigación de cinco años?

Sí. El tema de la relación entre arte y comercio y la valoración de las obras ya lo había tratado en otras obras. Es una cuestión que me interesa, pero además esta vez me he dado cuenta de que no tenía que inventarme nada. El pintor tenía un litigio en el cual el arte había sido utilizado como moneda para comprar una casa y después había tenido este conflicto. Empecé a pensar en cómo podía escribir sobre este asunto hace cinco años, pero la escritura va teniendo sus ritmos y en este caso la pandemia me paralizó mucho el proyecto. Veía que tirando de los hilos encontraba a mucha gente a quién poder entrevistar que lo había conocido. Cuando encontré al hijo de su antagonista todavía resultó todo más interesante, pero durante la pandemia se tuvo que parar todo. 

Màrius Serra, escritor 29/3/2023 / Mireia Comas
Màrius Serra durante la entrevista con El Mundo / Mireia Comas

¿En algún momento se ha sentido bloqueado durante la escritura de la novela?

En muchos. Probablemente de todas las novelas que he escrito esta ha sido la que he empezado de más maneras diferentes, hasta el punto que hubo un momento que estaba bloqueado sobre cómo hacerlo. No sabía si ponerme dentro de la mente del artista o no, escribirlo en primera persona o en otra… En fin, decisiones importantes en una novela. Decidí hacer hablar a los personajes y escribí una obra de teatro que me sirvió para desbloquearme. Me empecé a sentir más cerca de los personajes.

¿Es también la novela que ha requerido más documentación?

Es la segunda vez que lo he hecho, cuando escribí Planes de futuro también partí de la biografía de un personaje real, un matemático discapacitado de Figueres. Lo que pasa es que en este caso solo había una biografía muy académica de sus méritos y una mínima traza de la parte personal. No me documenté más allá, sino que ejercí de novelista y generé todo el relato. La gente me preguntaba: ¿esta escena pasó o te la inventaste? Con esta experiencia previa como bagaje ha sido todo diferente. Es una novela más de investigación, los hilos que he podido ir estirando me han dado muchos frutos y he acabado escribiendo una novela con cola. También tiene un epílogo en primera persona y una nota donde figuran todas las fuentes y documentos. Incluidos lo que denomino Pins, Portentosa Imaginación del Novelista. Explico también aquello que me he inventado para responder a la gente que pregunta si todo es real.

¿Hay muchos Pins?

Unos cuántos, sí. Hago el juego literario y de guiñar el ojo al lector, pero también hay algunos Pins que son para desalentarlo a continuar buscando las notas. Por ejemplo, en uno de los capítulos el protagonista coge una libreta Miquelrius, las que yo uso. Aquí he puesto una nota y el lector puede pensar: ¿cuál es el misterio? Va a buscarlo y simplemente es que me he inventado el tipo de libreta que utiliza. Mi voluntad tipográfica incluso es dar un mensaje, y es que esto es una novela. Y como novela, la ficción tiene sus propias dinámicas y el relato es el que perdura. Esto no es una biografía ni un estudio y no parte de un compromiso de veracidad. Lamentablemente, muchos de los que parten de este compromiso falsifican la realidad por sus propios intereses y esto es una cosa lamentable.

El mundo del arte y de la creación siempre han tenido sus propias leyes y no falsifican nada, ficcionan, que es muy diferente. Podríamos hablar de Tirant lo Blanc, donde hay episodios amorosos y episodios bélicos. Los episodios bélicos son judiciales en este caso y están documentados, ahora bien, los amorosos son otra historia. El amor siempre es una ficción, nadie sabe qué pasa en el interior de las personas. Aquí hay un juego novelesco, un PIN que tienes que descubrir al final de la novela, pero no es lo más importante. Es cómo en los espectáculos de magia, donde tienes dos opciones: divertirte o estar todo el rato intentando ver el truco. Las notas son los trucos, yo te lo explico, pero el que quiero es seducirte con la magia. 

Màrius Serra, escritor 29/3/2023 / Mireia Comas
Màrius Serra: «No me documenté más allá sino que ejercí de novelista y generé todo el relato» / Mireia Comas

Lo que no es una ficción es el caso judicial que llevó el pintor a quemar su obra. ¿Qué inició el conflicto?

Palau Ferré es un pintor de raíz picassiana que se forma en Barcelona a pesar de tener un origen rural en Montblanc. Crece en una familia muy humilde, pero con su esfuerzo viene en Barcelona a trabajar y estudiar Bellas artes. Empieza a exponer y a finales de los años 50 recibe una beca del Instituto Francés que le permite ir a formarse a París. En tres cursos logra un grado de conocimiento y prestigio notable. Cuando vuelve, es un pintor que empieza a contar. Vuelve a Montblanc y tiene coleccionistas que le compran la obra. Así sigue hasta los años 70, cuando llega al máximo de su prestigio social con una exposición a la Biblioteca Nacional, a Madrid. La prensa de la época lo sitúa junto a Dalí y Miró. 

Justamente en aquel momento recibe una oferta de uno de sus coleccionistas, Miquel Peirats, un promotor inmobiliario, de venderle un chalé con terrenos en Reus a cambio de pinturas. Él accede, firma el contrato sin leerse la letra pequeña, y se valora su pintura a diez mil pesetas por metro cuadrado. Empieza a pintar y a pintar y el promotor va mesurando la superficie y restando el precio total de la casa. En un determinado momento alguien le dice que a otros pintores con un solo cuadro ya le dan el dinero que vale la casa. En una escena que me imagino de western, pero en Reus, se encuentran y Ferré le dice que no pintará más para él. Peirats lo denuncia y gana el juicio después de que pase incluso por el Tribunal Supremo. Esto es muy visible para la prensa, hay un punto de escándalo social del cual Ferré sale beneficiado. Gana la batalla de la opinión pública, pero pierde el juicio. Esta doble paradoja hace que los dos antagonistas ganen y pierdan a la vez. El uno empieza a quemar sus cuadros y, de hecho, su carrera y proyección, y el otro tiene que hacer donación de los cuadros para limpiar su imagen. Es una doble derrota. 

¿Durante la escritura de la novela ha tenido tentaciones, como él, de quemar su obra?

Lo he pensado bastante, porque inevitablemente te proyectas en el caso de un creador. Creía que me estaba pasando cada vez que recomenzaba la novela porque veía que no funcionaba o quería cambiar el inicio. Lo que pasa es que los escritores no hacemos una obra única. Podríamos quemar un libro, una imagen horripilante que te remite al fascismo, al nazismo y la Inquisición, pero en realidad ni quemándolo acabarías con las palabras. Incluso al Fahrenheit 451 de Bradbury hay un grupo de gente que se aprende de memoria los libros para que pervivan. Trabajamos en materias diferentes, pero me he puesto en su piel y puedo entender la pulsión que le pudo llevar a destruir una obra suya. Enseguida que tiré del hilo vi que esta rabia no duró diez años, que si quemó las obras durante tanto de tiempo era porque lo quería mostrar. Era una medida de protesta con mucho juego simbólico. 

¿La obra es un homenaje póstumo a este sucesor de Picasso que se quedó por el camino?

En cierto modo sí, pero no habría escrito nunca esta obra si no me hubiera seducido su pintura. Hay una recreación de la belleza que para mí es un reflejo de la cultura patriarcal y medieval, del ideal femenino. También hay una gran paradoja, que es que pinta aquello que sublima porque es incapaz de convivir con ello. En el fondo me seduce su pintura, me sorprende que no haya transcendido y esté fuera del canon y la reivindico y la subrayo poniéndola en el centro de la novela. Ahora bien, no es ni ninguno biografía ni mucho menos una hagiografía. En las novelas no juzgamos, mostramos, y lo hacemos tratando al lector como un ser bastante maduro para tomar su propia decisión sobre los personajes. Si algo hay es una reivindicación de este artista, pero también del promotor, que quedó como el malvado cuando en realidad solo aplicaba otra mirada. Él monetizaba porque su mundo era materialista. He contrapuesto la mirada del artista, que a veces parece pura y etérea, y a su lado la del hombre que tiene los pies en el suelo. 

Màrius Serra, escritor 29/3/2023 / Mireia Comas
Màrius Serra durante la entrevista en casa suya / Mireia Comas

Por qué este título?

Porque si dices la mujer más pintada se puede entender como la más maquillada, la que más cuida de su aspecto, pero en realidad la modelo ni siquiera mira los retratos que le hacen. Es la más pintada porque todo el mundo la representa, la pinta, pero ella no se maquilla ni le interesa como la ven. Me seducía desde el 2019, cuando empecé a entrar en la historia. Nunca un título ha estado tan claro desde el principio como este.

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