Albert Om ha vuelto a TV3 después de nuevo años y lo ha hecho por la puerta grande con el estreno de
Porque de esto trata este espacio nuevo, de hecho, de rememorar cómo han sido los últimos 100 años en Cataluña a través de 100 objetos cotidianos que han ido pasando de generación en generación. El presentador nos decía en una entrevista reciente que estaba «muy ilusionado«, ya que le había maravillado conocer historias de gente anónima que permiten que todos recordamos (o aprendamos) cómo se vivía en casa nuestra hace unos años.
El primer escenario ha sido el Monasterio de Santas Cruces, en el que hemos conocido qué se escondía detrás de los primeros objetos escogidos. Ya hemos podido saber que algunos de ellos estarán presentes en la exposición que se hará al Museo de Historia de Cataluña, además. ¿Y cómo ha ido esta primera aproximación? En primer lugar, hemos visto una larga cola de gente interesada en comentar la historia de aquello que tenían ellos guardados en casa. Les han ido saludando y preguntando qué habían traído a grandes rasgos. Poco después, ya entraban en materia.
Albert Om y los historiadores Xavier Camarniu y Alba Gracia se han repartido en tres mesas y la gente se iba colocando en ellas indistintamente. De este modo han conseguido ir cambiando de espacio y personaje de una manera dinámica, lo que se ha agradecido desde casa. También ha gustado que no se entretuvieran demasiado en cada persona, sino que fuera una explicación breve y concisa para ir pasando de un objeto al otro sin hacerse pesado.
Cartas desde el frente de 1938, un traje de novia antiguo y el carné del campamento falangista entre los primeros objetos
En cuanto a los objetos que se han presentado en este primer programa, han destacado tres o cuatro de concretos. Seguramente la mejor historia lo ha protagonizado Janina, una joven de 23 años que ha encontrado en casa las cartas que escribía su bisabuelo desde el frente durante la batalla del Ebro de 1938. Aquí, el hombre explicaba las crueldades de la guerra y pedía perdón por no poder estar con la familia. Caligrafía excelente y palabras duras que han servido para conocer cómo era la realidad de sus mujeres, que esperaban a sus maridos en casa preocupadas, mientras cuidaban de los niños. En su caso, nunca supieron qué había pasado con el bisabuelo porque fue uno de los muchos desaparecidos durante la Guerra Civil. Nunca los enviaron el certificado de defunción, pero años después les habrían dejado caer que podría haber muerto en un ataque franquista.
Por otra banda, también los ha visitado Lluís, un vecino que todavía conserva el carné que le hicieron cuando lo enviaron a un campamento falangista de niños. Él solo tenía 10 años, pero ya hacían todo lo posible para intentar convencerlo de que el régimen era el mejor. El hombre se ha emocionado mucho al recordar cómo le engañaron: «Me adoctrinaron, me hicieron creer tantas cosas… Hasta el punto que me supo mal que muriera Franco. Al final te creías el que te decían porque te lo habían dicho a lo largo de muchos años».


Entre los objetos más interesantes, también ha hecho mucha gracia ver lo que ha llevado la nieta de una comadrona rural. Su abuela era la única mujer con conocimientos médicos de la zona, así que se dedicó durante muchos años a traer a más de 700 niños al mundo: «Venían a picar a la puerta de casa las 24 horas del día». Ella perteneció a la última generación de comadronas rurales, antes de que los partos empezaran a llevarse a cabo en los hospitales. Lo que ha querido la chica es reivindicar el trabajo que hizo y todas las vidas que llegó a salvar, una historia bonita que ha acompañado con la muestra de algunos de los enseres que usaba. Entre ellos, un objeto de madera que les servía para escuchar el latido del corazón de los bebés cuando todavía estaban dentro de la barriga. Todos estos aparatos los reutilizaban, está claro, así que la higiene claramente era inferior a la actual aunque los hirvieran.

Ha generado mucha sorpresa el vestido que ha querido mostrar una vecina de la zona de Tarragona. En su caso, ha enseñado a los más jóvenes que antiguamente las mujeres llevaban vestidos negros el día de su boda. Ella todavía conserva el de la abuela, un traje de blonda precioso que demuestra que la moda ha cambiado muy desde entonces. Además, también ha podido saber que antes las bodas no se celebraban en fin de semana, sino entre semana.
Además, también han recordado cómo eran antes las cámaras de hacer fotos. Ahora todos podemos grabar una imagen desde el móvil, pero antes no era tan sencillo. Un hombre ha querido enseñar la cámara de calle que usaba su padre para trabajar, un hombre portugués que acabó en Tortosa ganándose la vida con una máquina que ahora no sabríamos usar.


En este programa tan original también se ha visto cómo eran los apuntes de la escuela de una abuela nacida en 1921, cómo eran las brújulas antiguas, los carnés de los heridos de guerra (con la bala incluida), una matrícula de bicicleta de los años 70, una máquina de destilar vino de los años 40 o el primer premio del Primer Concurso de Castells de Tarragona. Y todo esto, solo en el primer programa. La próxima semana, más.