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Neuroticismo, perfeccionismo y exceso de amabilidad: los tres rasgos más comunes en personas con ansiedad, según una psicóloga

El neuroticismo, el perfeccionismo y el exceso de maleabilidad o empatía son rasgos que se repiten en personas que manifiestan sufrir esta condición.

Según la psicóloga Ángel Fernández, que ha publicado un vídeo en sus redes sociales, hay acciones que pueden ayudar a las personas a regular estos rasgos que, más allá de ser defectos, pueden ser virtudes si se saben canalizar correctamente.

¿Qué es el neuroticismo?

Fernández lo define como una alta volatilidad emocional. Las personas con este rasgo tienden a preocuparse con facilidad, son más sensibles a los ruidos, a las situaciones externas, anticipan peligros y tienen mucha dificultad para encontrar calma en situaciones de estrés.

El problema no es sentir esto, sino sentirlo todo el tiempo y con mucha intensidad. Se trata de una hipersensibilidad que hace que el sistema nervioso se mantenga en modo alerta constantemente.

Todo se vive con dramatismo y cualquier imprevisto se convierte en una amenaza. Para canalizarlo, la psicóloga recomienda que las personas que lo padecen busquen actividades que generen tranquilidad y serenidad en su rutina. “Si se practica de forma continuada, se trabaja en una mayor estabilidad emocional”, afirma.

El perfeccionismo que se disfraza de responsabilidad

El segundo rasgo del cual nos habla esta especialista es la autoexigencia extrema o el perfeccionismo. Las personas que padecen ansiedad pueden tener este rasgo en común. No se permiten fallar, intentan hacerlo todo perfecto y se cargan de responsabilidades que, a menudo, ni siquiera les corresponden.

En apariencia, pueden parecer personas muy comprometidas, pero en el fondo se sienten agotadas y abrumadas.

El perfeccionismo genera una presión interna permanente. Si las cosas no salen como se quiere, aparece la culpa, el miedo al juicio y el menosprecio por pensar que no tienen suficiente valor.

Estos niveles de exigencia no ayudan a mejorar, sino que hacen que la persona se desconecte del placer y del descanso.

Tomarse las cosas con calma, dejar que todo fluya y liberarse de situaciones que no están en nuestras manos, ayuda a redirigir este rasgo de una manera equilibrada.

ansiedade

Aprende a decir “no”

El tercer rasgo más común entre aquellos que sufren ansiedad es el exceso de amabilidad y empatía. Son personas que no saben decir “no” y que anteponen las necesidades de los demás a las propias.

Tienen miedo al conflicto y siempre buscan agradar. Desde fuera pueden parecer muy empáticas, pero internamente están anuladas. Es un patrón que a veces se aprende desde pequeños y que nace del miedo al rechazo o al abandono.

Para evitar esto, la persona intenta ser “buena” todo el tiempo. Pero esta entrega tiene un precio que se traduce en frustración silenciosa y desconexión emocional, que acaba convirtiéndose en ansiedad.

Combinación “ansiosa”: ¿cómo romper patrones?

Estos tres rasgos se refuerzan mutuamente y el resultado es un estado de tensión interna permanente. Pero la buena noticia es que podemos aprender a anularlos para que no nos hagan daño.

Debemos aprender a detectar cuando actuamos por miedo, por autoexigencia o por necesidad de aprobación. Este es el primer paso para dejar de castigarnos. Así que empecemos a elegir.

Además, es importante aceptar que no todo depende de nosotros mismos. Redefinir nuestra idea de perfección y asumir que cometer errores forma parte del proceso, y que no hay éxito ni crecimiento sin equivocarse.

Cuidar nuestro mundo interno mediante la práctica de actividades que nos ayuden a bajar ese ruido mental es esencial. Ir a terapia, practicar meditación, entre otras acciones, nos ayudará a reconectar con nuestro yo real.

Lo que plantea Ángela Fernández no es una crítica a estos rasgos, sino una invitación a entender que la ansiedad no solo aparece por lo que pasa afuera, sino por cómo nos tratamos desde dentro.

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