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Iago Garreta, cirujano de columna: «Aunque duela un poco, moverse ayuda con el dolor de espalda»

El dolor lumbar crónico es una de las afecciones más frecuentes entre adultos y personas mayores, y a menudo limita tareas cotidianas que antes se realizaban con facilidad. Según profesionales del Hospital Universitari de Bellvitge, una parte importante de esta discapacidad no depende solo de la intensidad del dolor, sino de cómo responde la persona ante las molestias.

Las últimas investigaciones apuntan hacia una idea que puede parecer contraria a la intuición: cuando el dolor es tolerable y no indica ninguna lesión grave, mantenerse activo puede ser más beneficioso que reducir el movimiento. El enfoque pone el foco en la funcionalidad, no en el reposo absoluto.

Por qué el reposo absoluto no es el mejor aliado

La creencia de que se debe evitar cualquier movimiento cuando aparece dolor de espalda sigue extendida, pero los especialistas remarcan que esta estrategia puede intensificar la rigidez y dificultar aún más la recuperación. Cuando una persona deja de moverse por miedo a empeorar, la musculatura del tronco se debilita, la columna se vuelve menos estable y el dolor puede aumentar con el tiempo.

Los programas de tratamiento actuales prefieren un enfoque activo, basado en movimiento controlado y progresivo. Esta línea está respaldada por varios estudios realizados en centros hospitalarios europeos, que han analizado pacientes con dolor lumbar persistente durante años y han observado que el reposo prolongado genera peores resultados funcionales.

El miedo al dolor y el catastrofismo: obstáculos invisibles

Uno de los factores que más condiciona la recuperación es el catastrofismo: la tendencia a interpretar el dolor como una señal de daño grave o irreversible. Esta percepción exagerada incrementa el miedo al movimiento y favorece la inmovilidad, la cual a su vez empeora el cuadro funcional.

Los fisioterapeutas indican que dos personas con el mismo nivel de dolor pueden tener niveles de discapacidad muy diferentes según su actitud. El objetivo del tratamiento es ayudar al paciente a recuperar la confianza en el movimiento y a identificar qué actividades puede hacer con seguridad aunque aparezcan pequeñas molestias.

Moverse aunque moleste un poco: ¿qué significa realmente?

Moverse con molestia leve no es ignorar el dolor, sino aprender a interpretarlo. Si el dolor es tolerable, no empeora con el tiempo y no se asocia a signos de alarma, los especialistas animan a continuar con actividades adaptadas. La clave es evitar los gestos bruscos o forzados, pero mantener movimientos fluidos y progresivos.

Esta idea ha tomado peso en unidades de columna y servicios de rehabilitación, donde se observa que pacientes que se atreven a mantenerse activos recuperan confianza, estabilidad y autonomía más rápidamente que quienes limitan los movimientos por miedo.

¿Qué tipo de movimiento es seguro?

  • Caminar a un ritmo cómodo, aumentando minutos semanalmente según tolerancia.
  • Bicicleta estática reclinada, especialmente útil para personas con menor equilibrio.
  • Movimientos suaves de movilidad lumbar y estiramientos en rangos controlados.
  • Trabajo de musculatura profunda del tronco con ejercicios adaptados de Pilates.
  • Actividades acuáticas que reducen la carga sobre la columna.

El papel determinante de la musculatura del tronco

La musculatura estabilizadora —abdominales, oblicuos, lumbares y musculatura profunda— es clave para mantener la columna protegida. Cuando estas estructuras se encuentran debilitadas, cualquier inclinación o carga puede generar más tensión en la zona lumbar.

Los fisioterapeutas proponen rutinas de 10 a 15 minutos diarios centradas en activación progresiva del tronco. Con constancia, se observa una mejora en la tolerancia al dolor y en la capacidad de realizar actividades como caminar largas distancias o levantarse de la silla sin dificultad.

Una guía práctica para integrar el movimiento

PasoAcción recomendada
1 – Valoración médicaDescartar signos de gravedad y recibir indicaciones personales.
2 – Rehabilitación inicialAprender movimientos seguros y entender cómo progresar.
3 – Ejercicio diario adaptadoCaminar, bicicleta reclinada o sesiones guiadas de movilidad.
4 – Progreso gradualAumentar minutos o repeticiones cuando el cuerpo se adapta.
5 – Hábitos saludablesDescanso adecuado, alimentación equilibrada y evitar sedentarismo.

¿Qué resultados pueden esperar los pacientes?

Las personas que adoptan este enfoque suelen reportar un incremento notable en su funcionalidad diaria: pueden caminar más, soportan mejor momentos sentados, se mueven con más seguridad y necesitan menos intervenciones invasivas. También mejoran la percepción del dolor y recuperan autonomía de manera progresiva.

Los equipos multidisciplinarios —médicos, fisioterapeutas y psicólogos— coinciden en que combinar actividad física con educación sobre el dolor es una de las estrategias más eficaces. Cuando el paciente entiende que el movimiento no es peligroso, sino parte de la solución, el pronóstico mejora de manera significativa.

Impacto en la salud pública y en el envejecimiento activo

El dolor lumbar es la principal causa mundial de discapacidad. Dentro de este contexto, fomentar el movimiento adaptado tiene implicaciones directas en la calidad de vida y en la reducción de costos sanitarios. Instituciones como el Hospital Universitari de Bellvitge impulsan programas que integran actividad física, educación y abordaje psicológico.

En el ámbito del envejecimiento activo, el mensaje central es contundente: tener dolor no significa quedarse quieto. Con una guía adecuada, es posible mantener un estilo de vida activo, preservar funcionalidad y reducir la discapacidad, incluso en personas de más de 80 años.

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