Tal como lo lees, hay cambios rutinarios que pueden ayudarte a tener una mejor salud sin que implique cambiar completamente tu rutina y sin necesitar un día de 40 horas en lugar de uno de 24.
Te explicamos qué ha implementado Álvaro Puche, entrenador personal, con sus clientes para que el día a día los lleve a una mejor salud con solo cambiar algunos detalles.
Caminar es la mejor medicina
Por la mañana, el mundo avanza con lentitud y cuesta poner los pies en el suelo. Para muchas personas, cuando el despertador insiste con su tono intrusivo en medio de los sueños, el cuerpo pide diez minutos más, pero no imaginamos que un pequeño gesto como salir antes de las sábanas puede transformar nuestra salud.
Álvaro Puche lo deja claro con convicción: “caminar más es la mejor medicina”. También destaca que no se trata de forzar el cuerpo con rutinas imposibles y un estilo de vida de atleta de élite, sino de recuperar el movimiento cotidiano que la vida moderna y su vorágine nos ha ido arrebatando.
Los pasos que no cuentan… pero lo cambian todo
La creencia de hace años de que el objetivo de los 10.000 pasos diarios es una manera de tener una vida más sana, y que se ha convertido en un mantra para muchos, se desmonta ante los ojos de Puche.
Aunque, evidentemente, ayuda a aquellos que buscan una vida activa, Puche aclara que no hay cifras mágicas: “da igual si son ocho mil o quince mil. Lo importante es moverse”.
Según su visión, la salud no depende solo del gimnasio o de duras sesiones de entrenamiento, sino de los pequeños hábitos que él llama “micro hábitos” y que implican acciones que repetimos cada día, como: subir escaleras en lugar de tomar el ascensor, caminar hasta el trabajo y no tomar el autobús, ir al supermercado o a la panadería a pie, o bajar una parada antes para caminar un poco más hasta casa o el trabajo.
El entrenador insiste en que la salud y los hábitos saludables son cosa del día a día y que el sedentarismo no se vence con sacrificio. No debe verse como una tarea dura, sino que se elimina con constancia.
La ciudad como gimnasio cotidiano
Vivir en grandes ciudades puede ser muy cómodo para muchos, pero también es una condena al sedentarismo.
Es por eso que Puche propone mirar el entorno con otros ojos para transformar nuestra vida: las calles, las plazas y las escaleras son oportunidades de movimiento que hemos pasado por alto. Si la distancia lo permite, ir a pie o en bicicleta supone una mejora para nuestra condición física.
Se trata de limpiar la mente del estrés urbano: “el truco es no pensar que un lugar está lejos” y aclara que: “si te levantas diez minutos antes, casi siempre puedes llegar caminando”.
Esta simple decisión, tomada día tras día, es la que realmente marca la diferencia. No hace falta convertir la vida en una carrera de obstáculos, sino en una danza continua que entrelaza el cuerpo con el entorno.
Entre la cena y la cama: el momento clave
Otra de las recomendaciones más curiosas de Puche es lo que hacemos al final del día. Mientras la mayoría pasa del sofá (donde miramos la televisión o leemos) a la cama sin transición, él propone romper este ciclo.
Es decir, plantea hacer una pequeña actividad física nocturna. No se trata de hacer grandes esfuerzos, sino solo de 4 o 5 minutos de movimiento.
Por eso, sugiere ejercicios fáciles como levantar las rodillas de manera alterna, estirarse o caminar por casa. Estas acciones que casi pasan desapercibidas aportan un beneficio metabólico enorme y notable.
“Esta pausa entre la cena y el descanso mejora la digestión y regula el azúcar en la sangre”, y señala que más que una rutina, se convierte en un gesto de conciencia corporal, o un recordatorio de que el cuerpo no está diseñado para la quietud permanente.

