Este lunes ha comenzado el nuevo curso escolar para más de un millón de alumnos de todas las etapas obligatorias de la enseñanza de Cataluña. Un nuevo curso marcado por el resurgir del conflicto entre los sindicatos de docentes y el Departamento de Educación y Formación Profesional, encabezado por la consejera Esther Niubó, que amenazan con una nueva huelga masiva; pero también por la prohibición de los teléfonos móviles en las aulas, una de las principales novedades impulsadas por el gobierno de Salvador Illa. En concreto, a partir de este lunes, tal como se desprende del Plan de Digitalización Responsable de la consejería anunciado el pasado mes de junio, los dispositivos móviles no estarán permitidos en toda la etapa obligatoria, ni en las aulas ni en el resto de espacios de los centros, incluyendo los usos pedagógicos. Un planteamiento, sin embargo, que genera algunas discrepancias entre familias y expertos en pedagogía, quienes desconfían del impacto positivo de esta nueva medida.

Pocos minutos antes de las nueve de la mañana, en la plaza de Joan Corrades del barrio de la Bordeta de Barcelona, por donde se accede al Institut Escola Arts, más de un centenar de alumnos acompañados de sus familias se reencontraban después del verano con amigos y compañeros. Sonrisas, abrazos y caras de alegría y carreras que todavía se han acentuado más cuando se han abierto las puertas del centro. Preguntados por El Món, padres y madres ven con buenos ojos la decisión de la administración catalana de restringir el uso de los teléfonos en la escuela: «La palabra prohibir suena muy dura, pero el objetivo de esta decisión es muy bueno», celebra Cristina, quien se muestra muy favorable a esta decisión tajante de la consejería.

La madre de dos criaturas apunta que lo «mejor» de la prohibición es evitar que los alumnos puedan usar los dispositivos móviles durante los recreos: «Deben jugar y relacionarse entre ellos», añade. Yaiza también celebra la decisión de Educación de prohibir los teléfonos en todas las etapas de la enseñanza obligatoria y restringir la presencia de pantallas en el aula: «A mi hijo mayor le irá genial seguro», ironiza la madre, quien asegura que es el que está «más enganchado» al móvil. A los otros dos, según afirma, esta medida no tendrá ningún impacto, porque todavía no tienen teléfono propio y solo usan el suyo -es decir, el de la madre- bajo supervisión parental. «También me parece muy bien que no se usen tanto las pantallas, creo que ahora se usaban demasiado», añade.

Una madre de infantil fotografía a los niños desde fuera del aula, el primer día de curso en la Escuela Vedruna Sagrat Cor de Tarragona / Eloi Tost (ACN)

Los expertos desconfían de la prohibición de Educación

Los expertos, sin embargo, reciben con cierta desconfianza esta nueva medida contra los teléfonos móviles en el aula. El profesor de secundaria y profesor colaborador de los estudios de psicología y ciencias de la educación de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) Jordi Perales matiza la prohibición impuesta por la consejería. «Que no se puedan usar los teléfonos en los centros educativos no significa que no entren», apunta Perales, quien asegura que el «90%» de los institutos de secundaria del país ya habían eliminado los móviles de las aulas. «Será igual de efectivo que hasta ahora», sentencia el profesor colaborador de la UOC. En conversación con El Món este lunes, no se muestra en contra de la medida del Gobierno, pero sí la ve como una forma de «matar moscas a cañonazos»: «Debemos diferenciar la adicción al móvil de la adicción a algunas aplicaciones del móvil, como TikTok, Instagram o WhatsApp», mantiene.

Una idea que también apuntaba el psicólogo Jaume Funes en una entrevista a El Món. «El problema no es que tengan móvil, es que deben hacer una inmersión en un universo absolutamente desconocido [el de las redes] todos solos«, argumentaba el experto, quien ve en estas plataformas el eje principal sobre el cual se deben vertebrar los planes de acción de la consejería.

Para Perales también es crucial que las familias tengan un papel activo en la educación tecnológica de los alumnos: «Nosotros intervenimos durante seis horas y media. ¿Y el resto del día?», se pregunta el profesor colaborador de la UOC. Y lamenta que no es suficiente con «la guía de uso» que está elaborando la consejería dentro del plan de digitalización para abordar el uso de los móviles de los estudiantes fuera del centro educativo: «La familia que pueda estar pendiente del uso que hacen sus hijos del móvil lo hará, pero las que por necesidad no puedan estar, porque deben trabajar hasta las ocho de la noche, tendrán a los hijos enganchados a la pantalla toda la tarde», añade.

El Gobierno se defiende

Este mismo lunes, desde Granollers, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, a pesar de las discrepancias con algunos expertos, defendía que es una medida «en favor del buen uso de la tecnología» y de un mejor funcionamiento de las aulas: «En la escuela y en el instituto, un gesto sencillo, pero poderoso: apagar los móviles y encender los libros. No somos un gobierno contrario a la tecnología, ni el sistema educativo catalán es un sistema educativo contrario«, ha defendido Illa, quien reitera que cuando los alumnos están en las aulas, la mejor manera de desarrollarse es dejando las pantallas a un lado, y también considera que la sociedad tiene el deber de educar en el buen uso de las tecnologías. Es decir, el mismo jefe del ejecutivo catalán destaca que la educación en los móviles no debe limitarse con un control de su uso dentro de los centros educativos, sino que debe extenderse fuera del horario lectivo a responsabilidad de las familias.

El presidente Salvador Illa y la consejera Esther Niubó visitan una escuela de Granollers el primer día del curso / Europa Press

Trasladar el control sobre los móviles a casa: «Solo les dejamos usarlo una hora al día»

Muchas de las familias consultadas por este diario constatan que la «tarea» que hacen las escuelas en relación con los móviles también debe trasladarse a casa. «Nosotros, en casa, solo les dejamos usar el móvil o el ordenador durante una hora al día. Normalmente, lo hacemos por la noche, antes de cenar, cuando ya han terminado de hacer todos los deberes o las cosas que tengan ese día», explica Cristina. Albert, padre de un adolescente, también detalla que en su casa están implementando un «sistema de control» sobre el uso de las pantallas: «No somos muy partidarios de prohibir, pero sí supervisamos qué uso hace del teléfono, sobre todo en las redes sociales», argumenta Albert, quien asegura que TikTok es la plataforma que más les preocupa -como también comparten los expertos. Según relata, no han impuesto una restricción horaria «inflexible» sobre el uso del teléfono, pero sí la aplican sobre otras herramientas digitales, como el ordenador: «Solo le dejamos jugar dos horas a la semana», añade.

Este mismo verano, la jefa de intervención en drogodependencias del Centro SPOTT de la Diputación de Barcelona, Gemma Garcia, apuntaba en una entrevista a la Agencia Catalana de Noticias (ACN) que la familia también debe convertirse en un agente troncal de la educación sobre la tecnología: «Muchas veces la familia se queja de que el adolescente o el niño está siempre delante del móvil, pero tampoco favorecen algo mejor, otras relaciones, otros tipos de juegos», explicaba. Las familias consultadas, sin embargo, ya parecen concienciadas sobre esta idea. «Queremos enseñar a nuestros hijos cómo deben usar correctamente el móvil. Y, sobre todo, que hay mucho mundo fuera de las pantallas y las redes sociales», exclamaba esta mañana con firmeza Cristina.

En este sentido, el profesor colaborador de la UOC Jordi Perales también apunta que los móviles son herramientas «efectivas» para realizar algunas tareas que se les encargan en la escuela, como «grabar vídeos, hacer fotografías o ediciones de sonido»: «Si ya no lo pueden hacer durante las horas en el centro, ¿les podemos pedir que lo hagan en casa?», se pregunta el experto, quien lamenta que las directrices del departamento en relación con el uso de los teléfonos no lo especifica. Así pues, familias y expertos inician el nuevo año escolar con algunas discrepancias sobre la prohibición de los móviles. Una buena medida, tal como coinciden, pero insuficiente para hacer frente a la complejidad de la enseñanza en un mundo tecnológico.

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