El independentismo ha aguantado el chaparrón. Todos los chaparrones, los políticos y el meteorológico. Contra todo pronóstico, la Diada de este 2025 ha vuelto a movilizar decenas de miles de personas en toda Cataluña. En una jornada de lluvias torrenciales, al menos en Barcelona, al mediodía se tuvo que acabar apresuradamente las ofrendas florales al monumento de Rafael Casanova y se tuvo que suspender el acto político de Òmnium Cultural, el cual marca las líneas de actuación que seguirá la entidad durante el curso y define el llamamiento que hace al independentismo. Es el discurso más importante del año para el presidente de la asociación, Xavier Antich, y este año lo tuvo que hacer en un formato que calificaron de «reducido»: sin público ni invitados, acompañado solo de su junta directiva y de la prensa, todos juntos refugiados bajo la cubierta del escenario, mientras en el paseo Lluís Companys, donde estaba la platea llena de sillas ya recogidas, llovía a cántaros. Así comenzaba una Diada que estaba predestinada a ser la más deslucida, en cuanto a movilización, desde 2012 –dejando de lado el 2020, año de la pandemia. La división interna en la ANC, los enfrentamientos cada día más agudos entre partidos independentistas y el distanciamiento progresivo del independentismo de base respecto al institucionalizado eran los factores que la condicionaban.

La fuerte lluvia ha obligado a suspender el acto que tenía previsto Òmnium Cultural en el Arc de Triomf / Mireia Comas
La fuerte lluvia ha obligado a suspender el acto que tenía previsto Òmnium Cultural en el Arc de Triomf / Mireia Comas

Todos los pronósticos eran malos. Los mismos organizadores tenían malos presentimientos. A primera hora de la tarde, todas las entidades implicadas en la convocatoria de la manifestación que comienza a las 17.14 horas –la Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural, la AMI, el Consell de la República, la Intersindical y el CIEMEN– se curaban en salud. Anunciaban que se mantenía la marcha convocada a pesar de la previsión meteorológica, que amenazaba con la posibilidad de nuevos chaparrones, pero advertían que no podían garantizar que se realizara el acto político final, el de la lectura del manifiesto. También se ha desconvocado la protesta previa frente a la sede de la sala del contencioso administrativo del TSJC, autora de la sentencia que tumba buena parte del decreto de la Generalitat –del gobierno Aragonès– que aspiraba a blindar el catalán en la escuela. Pero a pesar de la acumulación de estímulos negativos, la calle lo ha vuelto a hacer.

Batalla de cifras, movilización multitudinaria

Se ha quedado lejos de las cifras de asistentes de los años álgidos del Procés –eso ya se daba por descontado– y, según los cálculos de la Guardia Urbana de Barcelona, también lejos de la participación que el mismo cuerpo policial estimó el año pasado. De 60.000 manifestantes se habría pasado a 27.000. Simultáneamente, en Girona se han reunido unas 12.000 personas, según la Policía Municipal, y en Tortosa, 1.500, según los Mossos d’Esquadra. En total, 41.500 participantes en la manifestación descentralizada de la Diada. Como mínimo. Porque la ANC ha estimado que la asistencia del total de las tres marchas ha sido de unas 100.000 personas. «A pesar de que la Assemblea no suele dar cifras, consideramos imprescindible no dejar en manos de aquellos que quieren acabar con la nación el relato de la movilización», ha argumentado la entidad en el momento de difundir sus datos. Y ha subrayado que, «independientemente de las cifras, la manifestación del 11-S es año tras año la más importante de este país, y un clamor claro de que la voluntad independentista perdura».

Manifestantes de la Diada Nacional 2025 | Mireia Comas
Manifestantes de la Diada Nacional 2025 | Mireia Comas

Al margen de la batalla de cifras, habitual en todas las manifestaciones, ha vuelto a ser una marcha multitudinaria. Es la 14ª consecutiva –o la 13ª, si se resta la del año de la Covid, que fue simbólica por exigencia de las autoridades. Las imágenes aéreas que ha proporcionado la misma ANC evidenciaban que, en Barcelona, el recorrido entre Pla de Palau y la plaza donde está la plaza del Portal de la Pau –donde está el monumento a Colón– ha estado lleno de gente.

Uno de los puntos de posible tensión que había eran las decenas de manifestantes que acompañaban a Sílvia Orriols y otros dirigentes de Aliança Catalana, que se unían a la manifestación por primera vez. Han ido escoltados por los Mossos d’Esquadra para evitar eventuales enfrentamientos con antifascistas, que no se han producido, informa Quico Sallés. Solo se han escuchado un par de increpaciones de baja intensidad y no han ido a más.

Llamada a desobedecer la sentencia del TSJC en defensa del catalán

El tono general de la marcha no ha variado prácticamente nada respecto a las ediciones anteriores. Ambiente festivo, familiar y reivindicativo a la vez, gritos de independencia, de «puta España», de «no tenemos rey» y de «escuela en catalán, ahora y siempre». Y algunas pancartas caseras ingeniosas, como la que advertía: «Si tú no vienes, ellos no se van». Ha sido especialmente celebrada la participación de muchos campesinos, algunos de los cuales han acudido con tractores, aplaudidos por el resto de manifestantes. De hecho, estuvo y subió al escenario donde se leyó el manifiesto Pep Riera, excoordinador nacional de Unió de Pagesos y siempre líder moral a pesar del sindicato, aunque hace muchos años que dejó el cargo. «Defendemos la tierra», ha exclamado el presidente de la ANC, Lluís Llach, cuando lo recibió.

Manifestación por la Diada Nacional de Catalunya en el paseo Colom de Barcelona. 11S 11.09.2025, Barcelona foto: Jordi Play
Tractores en la manifestación por la Diada Nacional de Catalunya en Barcelona. Foto: Jordi Play

La función de Llach no era hacer un discurso propio, como se había hecho años atrás, porque desde que lleva él las riendas de la entidad se consensúa un manifiesto con Òmnium y el resto de convocantes. Y este es el texto que debía leer el presidente de la entidad en nombre de todas las asociaciones. Se le ha hecho pesado –él mismo lo ha reconocido con un «cojones, sí que es largo esto» que se le ha medio escapado– y ha tenido problemas de voz. En algunos momentos ha provocado cánticos de los manifestantes –el clásico «in-inde-independencia»– para poder hacer algunas pausas técnicas. Y ha bromeado anunciando a Xavier Antich, que estaba detrás suyo, que quizás tendría que sustituirlo. Pero finalmente lo ha leído entero y con toda la intención.

«Aquí estamos, aquí volveremos a estar y aquí estaremos siempre», ha anunciado para abrir fuego ante los miles de personas que se habían acumulado al final de la marcha para escucharlo. «Las entidades nos presentamos unidas ante vosotros y con voluntad de un marco estratégico compartido», ha añadido. El texto reivindica la independencia como la única vía posible para un cambio real, para el progreso hacia una sociedad más justa. «La independencia no es solo un derecho legítimo de nuestra nación, sino también la herramienta que debe garantizar los derechos colectivos que se nos niegan: el derecho a una vivienda digna, a un trabajo de calidad, a una vida sostenible en el mismo territorio de nuestra nación”, ha dicho. La crítica a Felipe VI –momento en que se han escuchado más fuertes los gritos de «no tenemos rey»–, especialmente por su «a por ellos» del 3 de octubre de 2017 ha ocupado gran parte del manifiesto. Pero lo más sustancial ha llegado al final, con un llamado a desobedecer. “El éxito del 1 de octubre radicó en la desobediencia”, ha recordado. Esta vez, se ha pedido, para empezar, desobedecer la nueva sentencia del TSJC contra el catalán en la escuela. «Si el Estado y sus tribunales quieren imponernos esta sentencia, desobedezcamos. Desobedezcamos en las aulas, en las calles y en las instituciones, porque ningún juez nos tiene que decir en qué lengua debemos hablar ni qué escuela debemos tener», ha concluido.

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