Incluso en tierra quemada se pueden vivir todavía batallas. Una tesis que siempre expresa el historiador militar de referencia, Joan Peñarroya, es que los ejércitos en retirada se vuelven más crueles porque tienen ganas de terminar el trabajo y no tener más bajas. En política, este principio también se replica. El caso del Consell de la República es, por ahora, un ejemplo.
Una crisis política, económica, laboral y reputacional obligó a la institución a sobrevivir con una Junta Gestora. Un instrumento que debía servir para poner orden en las finanzas, reorganizar la inmensa deuda de la entidad y convocar elecciones para iniciar un nuevo ciclo y regenerar el instrumento de representación del exilio que ha dado cobertura a la continuidad del Primero de Octubre con la presidencia de Carles Puigdemont. Pero unos resultados clarísimos tampoco han frenado la guerra interna, al contrario.
Pocas horas después de oficializar los resultados, las candidaturas de Montse Duran y de Toni Comín han reclamado, con más o menos intensidad, una auditoría interna porque no se fían de los resultados. En pocas palabras, han acusado al ganador, Jordi Domingo, de irregularidades. La candidatura de Comín ha sido la más beligerante, dejando entrever cuál será su papel en las próximas semanas de oposición dura. Unas imputaciones que Domingo ha rechazado acusando a las candidaturas de encender el «ventilador de la mierda». El resultado es un Consell dividido donde el equipo de Domingo no piensa incorporar a nadie de las otras candidaturas. «Cero, no queremos a nadie y más después de lo que han dicho», apuntan fuentes de la candidatura del abogado. A propósito de esto, Junts queda en una posición débil y sin saber exactamente qué hacer con Comín porque «no quieren ponérselo fácil a Pablo Llarena». La batalla, pues, continúa.

Con las elecciones no ha sido suficiente
A pesar de los recortes con los proveedores, los despidos y las dimisiones, las cosas han empeorado con denuncias de acoso laboral y sexual contra Toni Comín por parte de un colaborador del exconsejero de Salud y acusaciones públicas de trabajadores del Consell contra sus formas, maneras y gastos. Las elecciones se preveían como un remedio que detendría la crisis. De nada ha servido que uno de los candidatos, Jordi Domingo, que hacía tándem con Jordi Castellà, haya obtenido una victoria aplastante, porque la crisis continúa poniendo en duda los resultados.
Los resultados han sido contundentes a pesar de la baja participación que ha sido del 9,06% del censo. Es decir, 8.108 votos de un censo de 89.474. Domingo ha obtenido 5.340 votos (65,8%), Montserrat Duran, 1.846 votos (22,7%), Toni Comín 745 (9,19%) y por último Antoni Walter con 161 votos, que suponen el 1,98% de los votos. Dieciséis inscritos han votado en blanco. De hecho, la participación de 2024 fue ligeramente inferior (9,94%) porque votaron 8.941 registrados de un censo total de 89.970 personas. Pero hay que tener presente que en aquella ocasión se presentaba Carles Puigdemont, de ahí que el resultado haya sido bastante meritorio para Domingo.

Las candidaturas, a muerte
Domingo partía con el apoyo de una buena parte de la estructura política del Consell que quería pasar página de la era Comín. De ahí que nombres importantes de la acción de la entidad como Neus Torbisco -exnúmero dos de Comín en las elecciones europeas- o Toni Castellà que desde el gobierno intentó clarificar las irregularidades del eurodiputado electo de Junts, comunicaron públicamente que votarían a Domingo. No solo el voto, sino que se encargaron de hacer evidente que Carles Puigdemont había pedido a Comín que se retirara de los comicios. De hecho, el silencio de Puigdemont ha sido uno de los factores clave de todo este proceso. Una falta de apoyo que lo dice todo.
El éxito del resultado de Domingo ha sorprendido incluso al mismo equipo del abogado que esperaban más apoyo a Comín. La sorpresa también ha llegado a los de Montse Duran -que se proponían como la candidatura de la «base»- y de Comín que ha quedado tercero a mucha distancia no solo de la primera sino de la segunda candidatura. De ahí que se han animado a reclamar una auditoría electoral.
El exconsejero ha exigido una auditoría “inmediata” y con todas las “garantías técnicas” para certificar de manera “inequívoca” los resultados. En cuanto a la candidatura de Duran ha anunciado que “espera que la candidatura proclamada como ganadora anuncie que cumplirá el compromiso que adquirió al firmar el Acuerdo de garantías electorales, según el cual “el nuevo Gobierno encargará una auditoría informática para garantizar que no se ha producido ninguna alteración voluntaria ni involuntaria de los resultados electorales”. Los chats de las candidaturas y los grupos de Telegram de los adheridos echaban humo este miércoles valorando y criticando los resultados, mostrando el Vietnam interno que vive la entidad y la mayoría de sus asociados.

Comín, el Consell y Junts
Domingo ahora tiene el encargo de levantar la entidad que «se encuentra bajo cero». «Pero no solo debe reconstruir sino que primero tendrá que levantar torres de defensa para evitar los ataques de Comín», señala un miembro de su equipo. «Su respuesta cuando salió la auditoría de remitir un burofax con amenazas al técnico auditor, que a su vez el auditor respondió o las querellas anunciadas a Valtònyc o relacionar homofobia con la denuncia de acoso es una muestra de su estilo», comentan en El Món fuentes de la candidatura de Domingo. «No parará quieto y entorpecerá todo lo que pueda», coinciden en prever dos exmiembros del staff de Waterloo. «Su conducta puede hundir aún más el Consell», advierten las mismas fuentes.
En este marco, cada vez el ruido interno en Junts es más palpable. Y más después de que el nombre de Aleix Sarri apareciera como posible relevo de Comín en el Europarlamento. De hecho, fuentes de la formación detallan cómo la elección de la lista de Comín ya fue un calvario, donde recibió Victòria Alsina, Ramon Tremosa, Erika Casajoana o Gorka Knörr. Miembros del equipo de campaña detallan cómo Comín «tapó como pudo a Torbisco» a quien no le daban debates, ni entrevistas ni actos fuertes de campaña. Pero la dirección Junts no quiere precipitarse y quiere aplicar el «gen convergente de Jordi Turull» que se traduce en aguantar y dejar pasar el tiempo. El argumento es que «no quieren ponérselo fácil a Pablo Llarena y hacerle el trabajo», en referencia al magistrado instructor del Procés que si Comín se queda sin inmunidad facilitaría la posibilidad de que volviera a Cataluña extraditado. Pero hay otras razones, como el hecho de que si Comín obtiene definitivamente el escaño de eurodiputado temen que se marche de la formación y se integre en otro grupo parlamentario y Junts se quede sin plaza en Bruselas.