Viure bé
Los expertos lo confirman: echar la siesta reduce el estrés y mejora el estado de ánimo

Aunque el ritmo de la vida moderna nos ha alejado de esta costumbre, la verdad es que dormir después de comer no solo nos ayuda a recuperar energías, sino que además es un buen canalizador del estrés y nos permite sentirnos más equilibrados emocionalmente.

A medida que avanza el día, el cuerpo pide una pausa, y una breve siesta puede ser ese punto diferencial entre una tarde pesada y lenta o una jornada realmente productiva. Y no se trata de pereza. Este descanso corto es una herramienta natural que esconde muchos beneficios.

¡Simplemente, nos sentimos mejor!

Cuando los expertos hablan sobre la siesta, todos coinciden en que el tiempo ideal para hacerla es entre 15 y 30 minutos. Esto permite al sistema nervioso desconectar lo justo para reiniciar sus funciones con más equilibrio.

Nos ayuda a disminuir la ansiedad y el estrés porque bajan los niveles de cortisol y los músculos se relajan. Además, este tipo de descanso influye de forma directa en el estado de ánimo. Al despertar de una siesta breve, el cuerpo libera serotonina, clave para la regulación emocional.

Por otro lado, al hacer esta pausa, se reduce la sobreexcitación del organismo, lo que hace bajar la presión arterial. También se ha comprobado que ayuda a retrasar el envejecimiento, al menos 5 o 6 años. Que no es poca cosa.

Es un gesto que nos ayuda a terminar de ver el día con otra perspectiva: con más calma, con claridad y con más control emocional.

Recordemos que después de comer, el cuerpo se vuelve pesado porque el nuestro organismo se concentra en hacer la digestión. En este proceso, consumimos más calorías y por eso muchas personas tienen sueño. De ahí que la siesta sea tan conveniente.

¿Pero, hay una manera correcta de hacer la siesta?

Sí, es importante aprender a diferenciar esta pausa al mediodía del descanso que preparamos por la noche. Para que tenga todos esos efectos positivos, hay que cuidar los detalles de este pequeño ritual.

El entorno que preparamos para hacerla es importante. Este debe ser un espacio tranquilo, con una luz tenue y una temperatura agradable. Aleja las pantallas y dispónte a desconectar durante estos minutos.

La siesta no debe ser larga. Es decir, no debería exceder los 30 minutos. Si ves que necesitas hacer siestas muy largas con mucha frecuencia, probablemente habrá que revisar tu salud. La razón es que durante este tiempo evitamos entrar en un sueño profundo que luego nos deje más cansados e impida dormir bien por la noche.

Los expertos recomiendan no hacerla muy tarde. Lo mejor es hacerla entre las 13 y las 15 h. Aunque es clave preparar un buen entorno, no hace falta una cama perfecta. A veces, un sofá cómodo o recostarse en una butaca puede ser suficiente.

En este breve espacio de tiempo, le permitimos al cuerpo entrar en un paréntesis de serenidad.

Incorpora el hábito y no lo veas como una pérdida de tiempo

Volviendo al punto de la vida moderna y agitada en que vivimos, es normal que muchos piensen que hacer la siesta es una pérdida de tiempo o incluso, un lujo que no se pueden permitir.

Pero la verdad es que cada vez más profesionales y empresas comienzan a integrar breves descansos en la rutina laboral porque se han comprobado los beneficios que aportan a nivel personal y, directamente, en el rendimiento laboral.

Es una estrategia de autocuidado que nos ayuda a gestionar nuestros niveles de concentración y estrés. A cambio, podemos tomar mejores decisiones, nos comunicamos con más empatía y trabajamos con más eficacia. Todo esto se traduce en relaciones más sanas, jornadas más productivas y en una vida más consciente y equilibrada.

Nou comentari

Comparteix

Icona de pantalla completa