El diagnóstico de cáncer en un hijo pequeño cae como un jarrón de agua fría sobre cada familia que pasa por este trance. Cada año se diagnostican 154 casos de cáncer infantil en Cataluña, cosa que supone un 0,5% del total de casos de cáncer que se registran anualmente. Según los datos del Departamento de Salud, dirigido por Manel Balcells, con motivo del día internacional del cáncer infantil, celebrado este jueves, 15 de febrero, entre los años 2018 y 2022, la media anual de la tasa de incidencia del cáncer pediátrico ha sido de 134 casos por cada millón de niños.

La diferencia entre los tumores en niños y en adultos es la etiología. Mientras que los cánceres en niños y niñas se originan en el proceso de «formación» y «maduración» de los niños, en adultos el tumor aparece fruto del envejecimiento y, a menudo, puede ir acompañado otras enfermedades o problemas de salud: «Los cánceres infantiles son cánceres de desarrollo y, como tales, actúan con más rapidez y agresividad que en adultos», asevera el doctor y director asistencial del área de oncología pediátrica y de la unidad de neurocirugía del Hospital de Sant Joan de Déu, Andrés Morales, en conversación con El Món.

Según apunta Morales, y coincide el doctor Miquel Segura, responsable del laboratorio de tumores Neuronales del Vall de Hebrón Instituto de Investigación (VHIR) e investigador principal del grupo de investigación del cáncer y enfermedades hematológicas infantiles del centro, la falta de inversión destinada a la investigación dificulta encontrar mejores tratamientos para hacer frente a cánceres en niños: «Como que es un grupo de enfermedades raras, con una incidencia muy pequeña entre la población, no hay la voluntad de destinar más dinero para investigar. Si no hay mercado, la inversión es mínima», argumenta. Segura lamenta que la investigación hasta ahora se ha llevado a cabo más por «filantropía» que por capacidad económica. Es por este motivo que, según él, la investigación en Cataluña se ha centralizado en estas dos instituciones. A pesar de que asegura que se han producido «grandes adelantos» en los últimos años, Andrés Morales, desde Sant Joan de Déu, considera que es «fundamental» destinar más recursos a la investigación para poder «personalizar» tratamientos y encontrar vías alternativas en los funcionamientos convencionales.

Una paciente y su madre con un profesional del nuevo gimnasio del Área Terapéutica de Rehabilitación Infantil del Hospital Vall de Hebrón / Aina Martí i Maria Pratdesaba (ACN)

El cáncer infantil, territorio poco explorado

A pesar de que el cáncer infantil todavía es un territorio poco explorado, se sabe que los tipos de cáncer más comunes entre niños son los tumores hematológicos, principalmente la leucemia -una enfermedad de la sangre o la médula ósea caracterizada por una multiplicación anormal de células sanguíneas-, y el linfoma de Hodgkin -un cáncer que se desarrolla al sistema linfático-; y los tumores cerebrales. También, pero, dentro del grupo de «enfermedades minoritarias» pediátricas se encuentran los osteosarcomas, es decir, los cánceres que se forman en las células óseas. «Mientras que las leucemias son más frecuentes entre los neonatos hasta los cinco años, los osteosarcomas son más comunes durante la adolescencia», argumenta Morales.

De hecho, según los datos de la consejería, los tipos de cáncer infantil más frecuente entre el 2018 y el 2022 fueron las leucemias, las enfermedades mieloproliferativas y las mielodisplásicas. Este conjunto de enfermedades supusieron casi un 28% del total de cánceres pediátricos registrados. Los siguen los tumores del sistema nervioso central y miscelánea de neoplasias intracraneales e interespinales, con un 27,3%, y el de los linfomas y neoplasias reticuloendoteliales, con un 13,4%. El porcentaje restante está compuesto otros tipos de tumores.

Al tratarse de un conjunto de enfermedades con características propias, los tratamientos médicos que se aplican en cada caso son diferentes: «La clave para mejorar el índice de supervivencia [situada en un 77%, según los datos del Departamento de Salud] es elegir la combinación idónea de tratamientos para abordar cada caso», argumenta Segura. «El más efectivo siempre son las cirugías, complementadas de tratamientos de radioterapia o quimioterapia, pero hay que tener en cuenta que esto no siempre permite extirpar los tumores. Por ejemplo, la quimioterapia retarda los tumores cerebrales, pero no los elimina«, añade el médico de la Vall de Hebrón. Desde Sant Joan de Déu, Andrés Morales subraya que es fundamental poder implementar «terapias dirigidas» para personalizar los tratamientos e «incrementar la tasa de éxito», puesto que, a pesar de que «los tratamientos de quimioterapia tienen más buena aceptación con niños que en adultos, no todo es tan fácil«.

Un investigador del grupo de cáncer y enfermedades hematológicas infantiles del VHIR / Vall de Hebrón

Ambos expertos coinciden que hay que investigar más para encontrar nuevas maneras de combatir el cáncer infantil. Morales explica que desde el Valle de Hebrón han dedicado muchos esfuerzos a desarrollar tratamientos con inmunoterapia, es decir, modificar el sistema inmunitario de los pacientes para ayudarlos a localizar y destruir las células cancerosas: «Es muy efectivo en gliomas», confirma Segura. Para el investigador, la investigación también tiene que ir encarada a tener más conocimiento sobre los efectos secundarios de los tratamientos, como por ejemplo las ralentizaciones en el aprendizaje o las alteraciones cognitivas, puesto que es otra de las luchas a las cuales se enfrentan una vez acaba la lucha contra el cáncer desde el hospital.

Los efectos psicológicos del cáncer

Ambos especialistas también coinciden que la lucha contra el cáncer no se limita al tratamiento. En este sentido, la psicóloga de la Asociación de Familiares y Amigos de Niños Oncológicos de Cataluña (AFANOC) Naiara Mestres asegura en conversación con este diario que «cuando la familia recibe el diagnóstico se ponen en marcha muchos procesos» porque el cáncer no lo sufre solo el niño o niña, sino que también lo sufre «todo el entorno». Para la psicóloga, el proceso de acompañamiento se tiene que hacer de manera «integral», es decir, «sensibilizar» todos los agentes que forman parte del entorno del niño. Uno de los puntos claves, para Maestros, es la escuela: «El papel de la escuela durante un cáncer infantil es muy importante. Las tareas que llevan a cabo las maestras hospitalarias, y posteriormente las maestras a domicilio, es fundamental para que el niño no pierda el hilo de la enseñanza y pueda reincorporarse de la mejor manera posible una vez vuelva a casa», argumenta la psicóloga de la AFANOC.

Maestras, pero, lamenta que la enseñanza a domicilio para todos los alumnos que han hecho frente a un cáncer y que todavía no están preparados para recuperar la normalidad, solo se ofrezca a los cursos de primaria y secundaria obligatoria, y deja fuera infantil y el bachillerato. La psicóloga también considera que una parte muy importante de combatir un tumor es que la familia «tome conciencia» de la enfermedad y «exprese las emociones» que sienten en aquel momento, puesto que esto ayuda a aligerar el mal trance: «Es importante no perder de vista que, más allá del cáncer, sigue siendo un niño que necesita reír y distraerse«, concluye la psicóloga.

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