El Centro de Nacimientos de Martorell –que dependía del Hospital Comarcal– ha cerrado las puertas momentáneamente, cosa que a la práctica supone que las mujeres catalanas que quieren un parto no medicalizado ya solo tienen una opción en todo el país: la Casa Laietània de Can Ruti. La carencia de casas de nacimientos en Cataluña obliga a muchas mujeres a recurrir a partos en casa –más peligrosos– si quieren que sean naturales o bien parir en hospitales, donde muy a menudo no se respeta el parto natural que deseaban. La opción de un parto «respetado y dignificado» que a la vez sea seguro queda, por lo tanto, muy reducida, y es por la carencia de personal que pueda encargarse de este tipo de centros. 

El cierre del Centro de Nacimientos de Martorell, que cuando abrió fue la primera casa de partos de Cataluña, ha supuesto un choque para muchas familias, que aseguran que se enteraron por las noticias. “El servicio cada vez iba peor y de un día por el otro decidieron cerrar”, explican algunas de las mujeres que han parido en este centro o que preveían tener ahí su hijo. Señalan la carencia de comadronas como el desencadenante del cierre y el Hospital Comarcal de Martorell, que dirigía el centro, admite que este ha sido lo principal problema. Añaden, no obstante, que se está trabajando para resolverlo y volver a poner en marcha el centro

Cataluña tiene una de las ratios más bajas de comadronas entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con 23 profesionales por cada 100.000 mujeres, mientras que la media es de 70. En el conjunto del estado español, la ratio es algo mejor, 31,6, pero de todas formas queda lejos de la media de la OCDE. Y si se mira el índice de comadronas por cada 1.000 nacimientos, es del 12,4, una cifra también raquítica, puesto que la media es de 25,9. En este sentido, el sindicato Satse Cataluña avisa que la falta de comadronas es “crónica y más evidente que nunca”, como se puede ver con el cierre de esta casa de partes. 

Una mujer embarazada en el centro de nacimientos Casa Laietània / Generalitat
Una mujer embarazada en el centro de nacimientos Casa Laietània / Generalitat

El cierre de este centro deja Cataluña casi huérfana de casas de partos

Los hechos que han llevado al cierre de uno de los dos centros de nacimientos existentes en Cataluña se precipitaron el pasado mes de octubre, según explican fuentes del hospital. Siete comadronas dejaron de trabajar en este centro pionero y esto provocó que el hospital tomara la decisión de cerrarlo. “Las comadronas del hospital iban rotando para atender el centro de nacimientos, hecho que comportaba tener bastante personal. El incremento de este tipo de partos provocó que casi cada día dos comadronas tenían que estar ahí y finalmente se vio que no se podía ni se quería correr el riesgo de mantener un servicio sin personal suficiente”, explican estas fuentes. Esto hizo que se tomara la “triste decisión” de cerrar el centro de nacimientos por “falta de manos”. 

“Apostamos al 100% por este modelo, que huye de los protocolos de los hospitales que apuntan a la medicalización. Se centraba en el empoderamiento de las mujeres para que puedan decidir en cualquier momento sobre su parto, pero no podemos correr el riesgo de mantenerlo abierto sin suficiente personal”, concluyen desde el hospital. Y apuntan a la reapertura del centro de nacimientos cuanto antes mejor. 

Una exigencia “enorme” a Salud, que de momento no mueve ficha

Las reticencias para introducir este modelo de partos en el sistema público sanitario son difíciles de vencer. Así lo expresa Carme Catalan, miembro de la red de mujeres por la salud y comadrona jubilada. Catalan lamenta que cueste tanto dar el paso de un modelo medicalizado como el de los hospitales convencionales a uno que dé autonomía a las mujeres en todas las fases del embarazo y el parto. Después de haber trabajado como comadrona durante décadas, apuesta por implantar este modelo para evitar el riesgo de parir en casa, una cosa que hacen 2.000 mujeres cada año en Cataluña y que puede ser arriesgada en caso de que el parto vaya mal. “Es una manera de ofrecerles un parto natural como el que tendrían en casa, pero cerca de un hospital y sin que el desplazamiento sea un problema en caso de complicaciones”, explica. 

La exigencia a la consellería de Salud para aplicar este modelo a más hospitales públicos es “enorme”, pero, aun así, no se ha hecho ninguna acción concreta para promover estos centros de nacimientos. “El Ayuntamiento de Barcelona ha sondeado a algunos centros sanitarios para que creen una casa de partos, pero de momento no hay ninguna concreción para llevarlo a cabo”, señala Catalan, que insiste que tanto desde el ámbito político como desde las asociaciones vinculadas al nacimiento respetuoso hay mucha demanda para “mover ficha”. Pero de momento la iniciativa no sale adelante, más bien el contrario, ahora que el centro de Martorell ha cesado la actividad. 

Los hospitales, ante el reto de establecer un modelo menos medicalizado

Pese a esta carencia de lugares donde tener un parto natural, los hospitales se están esforzando por reducir la medicalización y, sobre todo, las prácticas innecesarias. “Todos los hospitales públicos tenemos el reto de eliminar procedimientos innecesarios como las lavativas, las maniobras de presión, romper la bolsa amniótica, obligar al ayuno, abusar de la episiotomía y reducir la tasa inaceptablemente alta de cesáreas”, explica Francesc Figueras, jefe de obstetricia del Hospital Clínic. La intención, añade, es ir hacia la convergencia con las casas de partos y garantizar que haya salas de partos de este estilo en todos los hospitales. 

Una mujer y su bebé después del parto / Pixabay
Una mujer y su bebé después del parto / Pixabay

El proceso de desmedicalización de los partos en los hospitales se ha acentuado en los últimos años, especialmente en los últimos cinco. “La misma sociedad lo pide, y los hospitales tenemos el compromiso de no hacer prácticas innecesarias”, señala el experto. “El reto para poder ser iguales que una casa de partos es básicamente organizativo, porque hace falta una ratio de comadronas muy elevada, prácticamente una por mujer”, explica antes de admitir que esta cifra es la recomendada por el mismo Departamento de Salud, encabezado actualmente por Manel Balcells, a pesar de que no se cumple. “El reto no está en los temas técnicos, sino en los organizativos”, insiste. 

En Martorell, señala Figueras, tenían una ratio muy buena porque no hacían tantos partos como un hospital. “Organizativamente, en un hospital cuesta mucho más de conseguir. Por ahora las casas de partos tienen esta ventaja y tendríamos que converger hacia aquí”, señala. Sin esto, avisa, las casas de partos tendrán que continuar haciendo este papel siempre que tenga buenos protocolos de derivación médica. “Tendríamos que ser los hospitales los que asistiéramos los partos de bajo riesgo como si la mujer estuviera en una casa de partos o en su domicilio”, concluye. 

No criminalizar la medicación

Aunque existe esta voluntad de reducir la medicalización excesiva y los procesos innecesarios, la ginecóloga y obstetra Aina Serra, doctoranda de la UOC, cree que no se tienen que criminalizar los fármacos, porque en muchos casos salvan vidas. «Hay un tema importante de expectativas y realidad. Puedes ir pensando que no querrás el epidural, antibióticos u oxitocina y después hay una complicación y lo necesitas», explica.

Es por eso que cree que hay que encontrar un punto medio y que esto pasa por formar ginecólogos y comadronas que sepan ver qué hay que hacer en cada momento del parto. «Faltan comadronas para todo, y esto es un gran hándicap que hace que en los hospitales convencionales no se atienda de la forma que se desearía», denuncia. Actualmente, explica, hay una comadrona por cada tres pacientes, lo que provoca una disminución de la calidad asistencial.

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