Tortosa ha sido una de las protagonistas, por segundo año consecutivo, de la manifestación descentralizada que ha organizado la Asamblea Nacional Catalana (ANC) para la Diada. Desde la asamblea territorial han puesto énfasis en denunciar “el expolio” y “el abandono” que sufren las Terres de l’Ebre, con falta de oportunidades para los jóvenes, el déficit de infraestructuras viales, ferroviarias y sanitarias –se quejan de la situación del Hospital Verge de la Cinta. También lamentan la gestión informativa del incendio de Paüls, el más importante de este verano.
Ortèsia Cabrera, militante y responsable de comunicación de la territorial de la ANC y excandidata de la CUP, señala en conversación con El Món que lo hacen para denunciar desde la perspectiva histórica las luchas en el territorio, porque hay un “agravio comparativo en cuanto al papel de las Terres de l’Ebre dentro de la construcción del país, de la misma narrativa nacional, pero también desde un punto de vista muy material, de modelo productivo, de infraestructuras…”. Asimismo, reivindica las Terres de l’Ebre, junto con las comarcas gerundenses, como el “pulmón del país” en cuanto a lengua y cultura. “Hay un desequilibrio entre el papel simbólico cultural y nacional y la realidad material y cómo vivimos en el día a día en el ámbito de infraestructuras, de energía, del trato que sufrimos de abandono y de hipercentralismo barcelonés”, concluye.
Esta reivindicación se produce días después de que el Govern “olvidara” la senyera en el acto de conmemoración de la Diada que celebró en Tortosa, un hecho que no sorprende a Cabrera, quien lo vincula con “la concepción de país” que tiene el PSC. Según ella, los socialistas quieren reducirlo “a una región española”. Por otro lado, lamenta: “Solo somos parte de Cataluña cuando interesa, y fuera de eso nuestro territorio no se concibe como mucho más que una colonia energética y un reducto paisajístico” que recordamos solo cuando toca lamentar su desaparición por falta de inversión y compromiso, o cuando queremos hacer vacaciones baratas”.
“Venimos de una lucha por el agua, que tuvo su punto álgido contra el trasvase que quería hacer el PP, pero que también ha vivido luchas en intentos de trasvase catalanes, en Barcelona, en el Camp de Tarragona, de unos trenes y unos autobuses que no funcionan, de un trasvase también de gente joven constante que se va y que luego no tiene manera de volver porque no hay inversión de futuro en el territorio”, denuncia. Y añade: «Si se nos tratara un poco mejor, Cataluña tendría un territorio superimplicado”.

El Món ha hablado con varias personas con proyección pública de las Terres de l’Ebre. El periodista Jaume Borja; la chef televisiva Gessamí Caramés; la actriz Carol Rovira, que interpreta un personaje en la serie Delta del 3Cat; Cinta Galiana, portavoz de Trens Dignes, y la arrocera Marcela Otamendi, quienes han explicado a este diario cómo se sienten tratados por la administración catalana y los problemas que tienen en el territorio, que no son pocos. La mayoría de ellos consideran que son tratados como “catalanes de segunda”, y algunos incluso hablan de un trato diferencial aún mayor: “Somos catalanes de tercera” o “somos la quinta provincia, en sentido despectivo”, afirman. “Es algo muy perverso”, declara Ortèsia Cabrera, porque, según su punto de vista, el trato centralista que recibe Cataluña del estado español “es el mismo que da Cataluña a las Terres de l’Ebre”.
Jaume Borja: “Hay un agravio comparativo”
El periodista Jaume Borja (Jesús, 1989), colaborador de TV3 y otros medios –experto en farándula catalana y en el fenómeno de la serie Com si fos ahir–, no se muerde la lengua: «Mucha gente de aquí decimos históricamente que somos la quinta provincia, en el sentido despectivo de que estamos abandonados, que nadie se acuerda de nosotros”. Aunque cree que en los últimos años se ha cambiado este “victimismo justificado” por una “actitud positiva”, más combativa, admite que hay “muchos motivos para estar descontentos o para seguir pensando que el Ebro está abandonado”. En este sentido, según él, el ejemplo más claro son las infraestructuras y los transportes.
“Aún hoy viajar de Barcelona a Tortosa es un drama”, critica. Y señala los retrasos y que se hacen “trayectos de más de dos horas en convoyes que son de Rodalies en el área metropolitana”. “Si realmente quieres un país descentralizado, hay que mejorar las comunicaciones”, declara, y, a pesar de desear la independencia, rechaza una Cataluña independiente “si debe continuar siendo una Cataluña hiper-megacentralista”, una gestión que le indigna “profundamente”. Ve “un centralismo como el del estado español” y opina que “parece que todo deba pasar en Barcelona”.

A pesar de este “agravio comparativo”, Borja reivindica el “orgullo colectivo” de pertenecer a las Terres de l’Ebre y “las mil y una cosas buenísimas» que tienen. Menciona las “diversas batallas abiertas” que tiene el territorio, como la lucha contra el trasvase y el plan hidroeléctrico nacional, la lucha por salvar el Delta y el movimiento para reclamar unas infraestructuras dignas. “Mereceríamos que nos cuidaran un poco más”, manifiesta, y también destaca que “la contribución lingüística y cultural que hay desde las Terres de l’Ebre es absolutamente potente y no correspondida”. Así, define el territorio como “una de las zonas del país donde más se habla el catalán”, y recuerda que él creció “100% en catalán” y que así vivió hasta que se fue a estudiar la carrera a Tarragona. “Es una realidad en peligro de extinción que existe en las Terres de l’Ebre”, concluye, y reivindica la jota como una de las danzas populares de Cataluña. “Desde la misma Cataluña se piensa que es propia de Aragón”, lamenta. Finalmente, aporta un punto de esperanza porque ve que la gente joven de las Terres de l’Ebre debe marchar fuera a estudiar porque la oferta es escasa, pero “acaba regresando” siempre que puede. “Eso es esperanzador, porque no perdemos el talento, sino que regresa y se instala aquí”, dice. Y sitúa la pandemia como un cambio de tendencia porque el teletrabajo ha permitido que “mucha gente que trabaja para empresas del país, del Estado o a escala internacional ahora lo haga desde las Terres de l’Ebre”.
Gessamí Caramés: “Nunca me he sentido inferior a nadie por ser de las Terres de l’Ebre”
Por su parte, la chef Gessamí Caramés (l’Ametlla de Mar, 1992), que regenta el restaurante Meleta de Romer en su pueblo natal y es una de las presentadoras del programa Cuines de TV3, no cree que la administración haga todo lo que puede hacer por las Terres de l’Ebre porque Cataluña “siempre ha sido muy barcelonacéntrica”. Apunta que este trato se ve agravado porque Tarragona “tiene una idiosincrasia muy concreta, que parece que cuando se pasa Cambrils o l’Hospitalet de l’Infant, a veces, se acaba Cataluña”. Esta visión, según ella, repercute en el estado de infraestructuras del territorio, pero también en eventos como los Juegos del Mediterráneo que se celebraron en Tarragona en el año 2018: “Tenemos muchas cosas en las Terres de l’Ebre y no bajaron de Cambrils”. “Vas viendo que hay una parte olvidada, sea porque no conviene o porque económicamente no es rentable”, y, en consecuencia, hace que el territorio quede un poco apartado. Como ejemplo, cita el reciente incendio de Paüls y el temporal Gloria del 2020. En el primer caso critica la cobertura informativa: “Todo el mundo se dio cuenta de que la información del incendio llegó muy tarde y no era la información real porque ni la gente del Ebre que vive aquí ni la gente del Ebre que vive fuera, y que quería saber cómo estaba su familia o sus propiedades o lo que fuera que había por allí, sabía lo que estaba pasando”. En el segundo, remarca que el temporal afectó “de una manera horripilante” la costa y el Delta del Ebro y detalla que en el camino de ronda hubo “esqueletos de atún por todas partes durante mucho tiempo”. Uno de los efectos del temporal fue la regresión de las playas porque “el mar avanzó muchísimo” y en la actualidad “hay muchas playas que les queda un metro o dos metros de arena como mucho”.

Sin embargo, Caramés evita hablar de “ciudadanos de segunda” porque no se ha sentido “nunca inferior a nadie” por ser de las Terres de l’Ebre, porque “si alguien que niega sus raíces tiene que ser por un motivo de peso, no por un motivo de no estar aceptado socialmente”. “Hay mucha gente que se siente de esta manera, que vivimos en el culo del mundo, y que a veces sales de casa y te da vergüenza decir de dónde vienes, pero yo no me siento así, porque no ha sido mi caso, y quizás también porque he estado en una zona que ha sido bastante turística”. Remarca que ha encontrado oportunidades de trabajo, y encuentra que también se valora “su procedencia”. “Esto es un punto a favor, al menos que en el programa Cuines, que lo ha valorado desde el principio”, celebra, y recuerda que barre para casa con las recetas que ofrece. Por otro lado, reivindica la riqueza dialectal “preciosa” que tiene el catalán y no entiende “algunos conceptos de lengua ridículos” y que haya gente que crea que “su hablar es el correcto” y menosprecie a otros. “Si comparamos los porcentajes de gente que habla catalán en las Terres de l’Ebre con la gente que lo habla en algún otro lugar de Cataluña, quizás veremos que amamos más la lengua que otros”, concluye.
Carol Rovira: «Nos sentimos siempre un poco como la quinta provincia”
También da su visión la actriz y cantante Carol Rovira (Camarles, 1989), que forma parte del reparto de Delta, uno de los éxitos de este verano en TV3, y ha sido jurado del programa Eufòria. Advierte que en las Terres de l’Ebre “no hay mucha densidad de población” y eso, al final, se traduce en votos. “El hecho de que no representemos una mayoría hace que nos veamos un poco afectados, en el sentido de que nos sentimos siempre un poco como la quinta provincia” argumenta. Ella a los 17 años se fue a estudiar fuera y desde entonces casi siempre ha vivido fuera para dedicarse a su profesión. “Eso no quiere decir que no tenga una implicación emocional con el Ebro y que para mí no sea mi hogar”, expone. Celebra que los medios de comunicación “cada vez estén intentando poner más el foco en la diversidad dialectal” y que “apuesten cada vez más por la diferencia”. En este sentido, admite que años atrás le habría parecido “impensable» estar en un programa como Eufòria y que le respetaran el dialecto, sin hacerla cambiar al catalán central. «Fue todo lo contrario, porque me lo aplaudieron y me animaron a usar mi forma de hablar”, recuerda.

Tampoco rehúye un tema delicado para ella que mezcla su amor por el territorio y su trabajo con el estreno de la serie Delta, que coincidió con el incendio de Paüls. Recuerda que la presentación en Sant Carles de la Ràpita estaba programada desde hacía “mucho tiempo”, y ella misma no fue consciente de la “gravedad de la situación hasta media tarde”. “Me acuerdo de regresar hacia Barcelona en el autobús y se me cayeron las lágrimas de ver aquel cielo tan rojo, de ver el fuego… Fue horroroso”, y lamenta la “coincidencia” con el estreno. Sobre el impacto de la serie, Rovira manifiesta que “es una propaganda bonita del paisaje del Delta”, porque te puedes hacer una idea de lo que te puedes encontrar.

Aun así, advierte que la imagen oscura que ofrece el thriller, que se rodó en invierno y por los personajes que protagonizan la serie, que “parece que somos todos unos hoscos”. “Es al contrario, somos gente superalegre, que nos encanta hacer comidas y muy hospitalarios”, destaca. Y añade que el “Delta es un paisaje 360” porque, según la época del año “encontrarás un color o una textura diferente. Encontrarás viento o encontrarás sol. Es muy cambiante”. Por ejemplo, ahora “está comenzando la siega y es un espectáculo del arroz, todo amarillo, pero si vas en verano está todo verde, es mucho más luminoso y mucho más colorido”.
Marcela Otamendi: «No querría ser la primera refugiada climática de Europa»
También da su visión Marcela Otamendi (la Cava, 1965), de la cooperativa Dones Arrosseres del Delta de l’Ebre, y constata: “Nos sentimos tratados como ciudadanos de tercera o de cuarta, o incluso ni siquiera eso”. «Hay un agravio, que a mí me molestó mucho, y no me afectaba directamente, que fue el incendio de Paüls”, añade. Se refiere al apagón informativo que cree que hubo toda esa noche. Sobre su sector, Otamendi comenta que hay una desconexión de la metrópoli con el mundo rural porque “los gobiernos tienen una mirada sesgada y se gobierna mucho para la metrópoli, para las ciudades”. «Necesitamos las grandes ciudades para que consuman los productos agroalimentarios que nosotros producimos”, admite. Pero deja claro que “va mucho más allá». “Estás dando estabilidad a unas familias, a un paisaje, porque el paisaje de Cataluña es tan bonito porque hay personas que lo trabajan cada día”, argumenta.

Además, Otamendi, que tiene hectáreas de arrozales en primera línea de mar, cerca de la punta del Fangar, asegura que “no hay nada medioambientalmente más fuerte que un campo de arroz” y se siente orgullosa de que el Delta produce “uno de los mejores arroces del mundo”, pero se muestra molesta porque “nadie lo aprecia”. Un país que vive de espaldas al sector primario no es que no tenga futuro, es que no tiene ni presente”, avisa. Cree que el Delta del Ebro “es un lugar que está amenazado, que se está muriendo, porque lo están matando”, y echa en falta medidas efectivas para salvarlo. “Yo no querría ser la primera en nada, pero sobre todo no querría ser la primera refugiada climática de Europa”, apunta. Teme que al paso que va tiene todos los puntos para serlo y recuerda que sus tierras están tan en primera línea que ella había hecho arroz «en terrenos donde ahora hay mar”. Actualmente, está pendiente de saber si perderá una parte de las tierras por una delimitación, una línea roja que marca el Estado español para que una parte de las tierras pasen de propiedad privada a pública “a coste cero”. “Cada vez que hay un temporal, el Delta retrocede. O sea, Cataluña pierde terreno. Después nos pelearemos por otras cosas, pero aquí lo estamos perdiendo y no pasa nada”, concluye.
Cinta Galiana: «¿Por qué el sur del sur debe tener menos oportunidades?»
Finalmente, la portavoz de Trens Dignes, Cinta Galiana (Tortosa, 1962), aborda la precaria situación de la red ferroviaria en las Terres de l’Ebre, que están “mal comunicadas con toda Cataluña”. De hecho, subraya que están «mucho peor que hace, por ejemplo, diez años”, por la supresión de trenes, y reclama que se devuelvan los dos semidirectos que se eliminaron hace casi dos años. Dos trenes que, según detalla, se convirtieron en trenes Rodalies que paran en todos los pueblos, una decisión que provoca que “la gente no llegue al trabajo o a las universidades”, porque el trayecto dura mucho más. “Las Terres de l’Ebre es una de las zonas de Cataluña en que los políticos se llenan la boca hablando del equilibrio territorial, pero luego no ponen medios de transporte para que se revierta la situación”, detalla, y califica de “héroes” a la gente que queda en los pueblos. Además, asegura que los vecinos de las Terres de l’Ebre no disponen de los descuentos que ofrece la autoridad territorial de la provincia de Tarragona, de la que forman parte. “Nos prometieron que entraríamos, y esperamos que así sea”, añade, pero insiste en que “el Ebro ha estado más abandonado que otros territorios”.

Como medida estructural, reclama una estación intermodal en l’Aldea, que sirva de eje de todas las comunicaciones de las Terres de l’Ebre, pero se muestra pesimista porque no hay ni Plan Territorial de Movilidad, que se hizo en el año 2010 y “aún está en un cajón”. Preguntada por si hay un sentimiento de abandono por parte de la administración, Galiana responde: «En las Terres de l’Ebre hay un sentimiento contradictorio porque, por un lado, estamos muy orgullosos de ser ebrenses, pero queremos tener las mismas oportunidades que el resto de catalanes y catalanas». Y destaca que una persona de Tarragona o Barcelona tiene más oportunidades que alguien que vive en Amposta o en Tortosa. “¿Por qué el sur del sur debe tener menos oportunidades? ¿Porque somos menos gente? Quizás si se implicaran más, habría más gente y más oportunidades”, argumenta. Y concluye que esta situación les hace sentir catalanes “de segunda o de tercera”.