Un suplemento que debería ayudar podría estar generando un efecto contrario. Un metaanálisis científico ha revelado que la vitamina D2 puede reducir los niveles de vitamina D3 en el organismo. Este descubrimiento inesperado ha abierto un debate en la comunidad médica y genera dudas sobre cómo deberíamos suplementar uno de los micronutrientes más esenciales para nuestra salud.
Lo que parecía una verdad establecida ahora tambalea. Durante años se había asumido que las vitaminas D2 y D3 eran equivalentes al momento de mantener niveles adecuados en la sangre. Sin embargo, la investigación más reciente muestra que esta relación no es tan simple, y que el tipo de suplemento que elijamos puede marcar una diferencia decisiva en nuestra salud futura.
El déficit de vitamina D en Europa
En el año 2020, un equipo liderado por la investigadora austríaca Karin Amrein estimó que cerca del 40% de la población europea sufre déficit de vitamina D. Se trata de una cifra alarmante si consideramos que este micronutriente es clave para funciones como la absorción del calcio, la salud ósea y la regulación del sistema inmunológico.
La vitamina D fue identificada químicamente en 1930 y, desde entonces, se han descubierto funciones cada vez más amplias en el organismo. En 1968 se comprobó su papel en los mecanismos de defensa inmunitaria, lo que abrió la puerta a estudios que la vinculan con la prevención de infecciones, enfermedades crónicas y una mejor respuesta ante determinados virus.
No obstante, la realidad es que millones de personas no logran cubrir sus necesidades. Menos exposición solar, rutinas en espacios cerrados y un mayor cuidado de la piel ante los rayos UV han contribuido a que el déficit se extienda, incluso en países soleados como España.
Sol, alimentos y recomendaciones básicas
La principal fuente de vitamina D es la exposición al sol. También se puede obtener de pescados grasos, yema de huevo, leche y cereales, pero su aporte es mucho menor en comparación con la síntesis cutánea.
La Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral recomienda 15 minutos diarios de sol con protección solar para adultos de piel clara, o alrededor de 30 minutos para personas mayores o con osteoporosis.
Aun así, no siempre se cumplen estas recomendaciones. Los horarios laborales, el miedo a la radiación solar y los inviernos prolongados en muchos países hacen que buena parte de la población dependa de la suplementación para mantener niveles saludables.
La “guerra” de la vitamina D2 y la D3
Un equipo de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, liderado por la investigadora Emily Brown, analizó qué ocurre en el organismo cuando se consumen suplementos de vitamina D2 en comparación con los de D3. Para ello revisaron más de 200 artículos publicados desde 1975 y seleccionaron 11 ensayos clínicos con 655 participantes.
El resultado fue sorprendente: los suplementos de vitamina D2 redujeron de manera significativa los niveles séricos de vitamina D3 en comparación con aquellos que no recibieron suplementación. Es decir, al intentar corregir un déficit con D2, el organismo puede acabar perdiendo parte de la reserva más útil: la D3.
Este descubrimiento rompe con la idea extendida de que “es igual tomar D2 o D3”. Aunque ambas cumplen funciones similares, su interacción dentro del cuerpo parece más compleja de lo que se pensaba. La investigación no aclara aún las causas ni qué ocurre en la dirección inversa —es decir, cómo reacciona la D2 cuando se administra D3—, pero abre un campo de estudio urgente.
Qué significa para nuestra salud
Si se confirma en más estudios, la implicación es clara: los suplementos de vitamina D3 serían más efectivos que los de D2 para mantener reservas óptimas. Esto no significa que la D2 no tenga valor, pero sí que su efecto podría ser más limitado.
Muchos consumidores eligen la D2 porque tiene origen vegetal, frente a la D3, tradicionalmente extraída de fuentes animales. Hoy existen versiones sintéticas y desarrollos biotecnológicos que permiten obtener vitamina D3 a partir de fuentes modificadas genéticamente, lo que podría cambiar la oferta de suplementos en el futuro.
El descubrimiento también plantea un desafío para médicos y nutricionistas, que deberán reconsiderar qué tipo de vitamina recomiendan según la situación clínica de cada paciente.
El caso de España: suplementos y riesgos reales
España es uno de los países europeos con más horas de sol al año. Sin embargo, con la llegada del otoño y el invierno se dispara el consumo de suplementos. Y con él, también los problemas.
En mayo de 2025, 16 personas fueron hospitalizadas en las Islas Baleares tras consumir un suplemento defectuoso de vitamina D que contenía dosis mucho mayores de las indicadas. Los pacientes presentaron síntomas graves, como dolor abdominal, vómitos y, en casos extremos, hipercalcemia con daño renal.
Tras este episodio, el Ministerio de Sanidad emitió una advertencia clara: “No se recomienda el uso de suplementos sin una indicación médica precisa”. La suplementación innecesaria puede provocar efectos adversos importantes, especialmente cuando se superan las dosis recomendadas.
Entre la prevención y el exceso
El dilema es evidente: por un lado, el déficit de vitamina D sigue siendo un problema de salud pública; por otro, el consumo indiscriminado de suplementos abre la puerta a complicaciones.
La denominada “guerra” de la vitamina D no solo enfrenta la D2 y la D3 dentro del organismo, sino también dos realidades médicas: la necesidad de cubrir carencias frente al riesgo de sobretratamiento.
El reto consiste en encontrar un equilibrio, evitar la suplementación innecesaria y ajustar las recomendaciones a cada paciente, teniendo en cuenta edad, estilo de vida y condiciones de salud previas.
Lo que vendrá en los próximos meses
La investigación sobre la vitamina D está lejos de cerrarse. Los ensayos futuros intentarán confirmar si la D3 debe ser la opción preferente y en qué situaciones la D2 sigue siendo válida. También se explorarán nuevas formas de obtener suplementos más seguros, tanto de origen vegetal como sintético, que no generen efectos adversos.
Mientras tanto, los especialistas insisten en que el sol sigue siendo la fuente más sencilla, gratuita y efectiva de vitamina D, siempre con las precauciones adecuadas para evitar daños en la piel.
Una invitación a la reflexión
El caso de la vitamina D refleja una lección más amplia: en salud, más no siempre significa mejor. Un exceso de suplementación puede ser tan perjudicial como un déficit, y la clave es el equilibrio.
La ciencia continuará investigando para definir la mejor estrategia ante esta “guerra metabólica”, pero la decisión individual debería pasar siempre por el consejo médico. ¿Realmente necesitas un suplemento o bastaría con ajustar tu exposición solar y tu dieta?
La respuesta, probablemente, será diferente para cada persona. Y en esta diversidad se encuentra la verdadera importancia de no generalizar cuando se trata de cuidar nuestra salud.
El futuro de la vitamina D aún se está escribiendo, y la mejor herramienta que tenemos hoy es la información y la prudencia.