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La vitamina D mejora la memoria y reduce la inflamación en pacientes con cirrosis avanzada, según un nuevo estudio

Un nuevo estudio clínico confirma que la suplementación con vitamina D no solo mejora la memoria de trabajo en personas con cirrosis hepática avanzada, sino que también reduce la inflamación sistémica. Un hallazgo que abre la puerta a un tratamiento sencillo, económico y eficaz para mejorar la calidad de vida de estos pacientes.

El avance, publicado en una revista científica en el año 2025, demuestra cómo un simple suplemento puede impactar directamente en el cerebro y el sistema inmunitario, dos áreas especialmente afectadas en quienes padecen esta enfermedad crónica.

El descubrimiento que podría transformar el tratamiento de la cirrosis

Los pacientes con cirrosis hepática descompensada, una de las formas más avanzadas de la enfermedad, muestran a menudo síntomas de deterioro cognitivo. Pérdidas de memoria, lentitud mental o dificultad para concentrarse se convierten en obstáculos cotidianos, incluso cuando no hay un diagnóstico formal de encefalopatía hepática.

Ahora, un grupo de investigadores ha demostrado que suplementar diariamente con vitamina D no solo corrige una deficiencia común en estos pacientes, sino que además mejora funciones mentales clave y reduce biomarcadores inflamatorios que afectan el cerebro.

Lo que hace la vitamina D en el cerebro (y no sabías)

Durante años, se ha conocido el papel esencial de la vitamina D en la salud ósea, pero sus funciones van mucho más allá. Este nutriente actúa como una hormona, regulando genes que controlan la respuesta inmune y la función neuronal.

En el cerebro, la vitamina D modula la liberación de neurotransmisores, favorece la plasticidad sináptica y protege contra la neuroinflamación. Todo esto es especialmente relevante en la cirrosis, una condición que altera el metabolismo cerebral y debilita la barrera hematoencefálica, facilitando la entrada de toxinas.

La inflamación crónica, característica en estos pacientes, activa ciertas células del sistema inmunitario —como las TH1— que liberan sustancias como IL‑1β y IL‑6, nocivas para la función cerebral. La vitamina D ayuda a contrarrestar esta tormenta.

El estudio: cómo se midieron los efectos

Los investigadores reclutaron 39 pacientes con cirrosis hepática descompensada y niveles bajos de vitamina D. La edad media era de 62 años y todos mostraban algún grado de deterioro cognitivo medible.

Durante 12 meses, se les administró una dosis controlada de vitamina D. Se evaluaron tres áreas clave:

  • Función cognitiva, con tests de memoria de trabajo, atención y velocidad de procesamiento
  • Niveles séricos de 25‑OHD, indicador estándar de vitamina D
  • Marcadores inmunológicos, como la proporción de células TH1 y los niveles de IL‑1β y IL‑6

Los resultados se compararon al inicio, a los seis meses y al final del año.

Qué mejoró y por qué es importante

Los datos hablaron por sí solos. La memoria de trabajo mejoró significativamente en quienes recibieron la suplementación. En cifras: pasaron de una media de 46,7 puntos a 50, con una diferencia estadísticamente significativa.

Pero el cambio no fue solo mental. Paralelamente, los niveles de IL‑1β y IL‑6 —citoquinas proinflamatorias— se redujeron visiblemente. Además, los pacientes mostraron una disminución en el perfil inmunológico TH1, relacionado con inflamación crónica.

Este doble impacto, tanto en la función cognitiva como en la inflamación, sugiere que la vitamina D actúa como una moduladora del eje hígado-cerebro, clave en la progresión de la encefalopatía hepática.

¿Y ahora qué? Lo que implica este descubrimiento en la práctica clínica

Lo más sorprendente del estudio es su simplicidad. No se utilizó ningún fármaco nuevo, ni un tratamiento invasivo: solo vitamina D. Un suplemento seguro, barato y accesible que podría incorporarse a los protocolos de atención estándar en pacientes con cirrosis avanzada.

Las implicaciones son enormes:

  • Mejora funcional real en pacientes con una alta carga de enfermedad
  • Reducción de riesgos asociados a la encefalopatía hepática
  • Posibilidad de personalizar la terapia según niveles de vitamina D
  • Refuerzo del sistema inmunitario en un grupo altamente vulnerable

Este estudio sienta las bases para nuevos ensayos clínicos a gran escala, pero ya deja una pista clara: la corrección de déficits nutricionales puede ser una estrategia terapéutica potente en enfermedades complejas como la cirrosis.

Del laboratorio al paciente: un pequeño paso que lo cambia todo

En un contexto médico donde las terapias suelen ser costosas y con múltiples efectos secundarios, este descubrimiento devuelve el foco a lo esencial: el cuidado integral del paciente. A veces, una vitamina puede ser más poderosa que una batería de medicamentos.

La investigación aún no es definitiva, pero abre un camino esperanzador. ¿Y si solo fuera necesario mirar los niveles de vitamina D en la sangre para mejorar la vida mental y física de miles de pacientes hepáticos?

Una pregunta que merece respuestas clínicas… y acción médica.

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