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Según la psicología, hablarse a uno mismo puede mejorar la memoria, la atención y la autoestima

Hablar contigo mismo no es una rareza ni un signo de locura. Al contrario, podría ser una de las formas más efectivas de ordenar la mente, gestionar las emociones y tomar mejores decisiones.

La ciencia respalda lo que muchos hacemos sin darnos cuenta: pensar en voz alta, susurrar ideas, repetir listas o mantener diálogos internos puede ser una herramienta clave para el bienestar mental.

¿Por qué hablamos solos?

Detrás de lo que parece un hábito excéntrico, hay un fenómeno complejo. Según la psicología, el llamado “auto-habla” es una forma natural de procesar información, tomar decisiones, calmarse, animarse o incluso darse instrucciones.

Desde pequeños lo hacemos. El psicólogo ruso Lev Vygotsky ya señalaba que los niños se hablan a sí mismos para regular su comportamiento. Con el tiempo, ese lenguaje externo se transforma en pensamiento interno. Pero en muchos adultos, el hábito continúa existiendo… y puede ser muy útil.

No todo es igual: tipos de auto-habla

La psicología distingue diferentes formas de hablar con uno mismo, y cada una cumple una función diferente:

Auto-habla funcional: se da cuando te organizas (“Primero desayuno, luego reviso los correos”). Mejora la concentración y reduce errores.

Auto-habla motivacional: frases como “puedes hacerlo”, “respira, todo está bien” sirven para automotivarse.

Auto-habla reflexiva: permite evaluar decisiones, revivir momentos o imaginar futuros posibles.

Auto-habla crítica: aparece cuando nos juzgamos (“qué desastre soy”) y, si es excesiva, puede afectar la autoestima.

El secreto no es tanto hablar, sino cómo te hablas.

Hablarse puede hacernos más fuertes

Expertos como Gary Lupyan, de la Universidad de Wisconsin, aseguran que hablar en voz alta puede potenciar la memoria, facilitar la atención y acelerar la resolución de problemas. De hecho, en experimentos de búsqueda visual, quienes repetían en voz alta lo que buscaban, encontraban los objetos más rápido.

También hay beneficios emocionales. Hablarse a uno mismo puede servir para calmar la ansiedad, procesar una pérdida o sentirse acompañado. Incluso en momentos de soledad o estrés, verbalizar lo que sentimos puede actuar como una forma de auto-terapia.

¿Y si es algo más serio?

Ahora bien, no toda auto-habla es positiva. Cuando el diálogo interno se vuelve oscuro, reiterativo y perjudicial (“nadie me quiere”, “soy un fracaso”), puede reflejar cuadros de ansiedad o depresión.

Y si ese “hablar solo” implica escuchar voces que no son propias o responder a alucinaciones, ya no estamos hablando de un hábito sano, sino de un síntoma que debería ser evaluado por un profesional.

La clave está en distinguir entre monólogo interno y desconexión de la realidad.

El cerebro también se escucha

Las neurociencias han demostrado que hablar en voz alta activa las mismas áreas cerebrales que el habla comunicativa: el área de Broca, la corteza prefrontal y circuitos asociados a la memoria de trabajo y la regulación emocional.

Además, estudios recientes muestran que usar la tercera persona cuando nos hablamos (“Laia puede con esto”, en lugar de “yo puedo”) ayuda a gestionar mejor el estrés. Esto genera un efecto de “distancia emocional” que permite pensar con más claridad.

Cómo utilizar el auto-habla a tu favor

Si ya hablas solo a menudo —o si quieres probarlo— aquí tienes algunas recomendaciones prácticas para hacerlo de manera consciente y beneficiosa:

Cuida el tono: no seas tu peor juez. Usa un lenguaje que usarías con alguien a quien amas.

Sé claro y específico: verbaliza lo que necesitas (“ordenaré este cajón y después me relajaré”).

Evita etiquetas negativas: cambia el “soy un desastre” por “esto no ha salido bien, pero puedo mejorar”.

Prueba la tercera persona: te sorprenderá cómo ayuda a tomar distancia del problema.

Utiliza el auto-habla como ancla emocional: frases como “todo está bien” o “esto pasará” pueden ayudarte a reconectar con la calma.

Hablarse bien también es cuidarse

Hablar contigo mismo no es extraño, ni señal de debilidad. Es, a menudo, una herramienta silenciosa para sobrevivir al día a día, a la confusión y al dolor. Una manera de entenderte, regularte y animarte.

Si sabes escucharte, también puedes aprender a hablarte mejor.

¿Y tú, qué te dices cuando estás solo? Comparte esta reflexión si alguna vez te has encontrado hablando contigo mismo… y has hallado allí un poco de claridad.

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