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¿Por qué llegas siempre tarde? La psicología revela qué hay detrás de la impuntualidad crónica

La impuntualidad constante no siempre es una falta de respeto o desorganización. Según la psicología, puede ser un síntoma de trastornos, conflictos emocionales o una percepción alterada del tiempo. ¿Qué hay detrás de las personas que nunca llegan a tiempo, y por qué es más complejo de lo que parece?

Más allá del reloj: una conducta con raíces profundas

A menudo se tilda a los impuntuales crónicos de irresponsables, desconsiderados o incluso narcisistas. Sin embargo, los expertos en salud mental revelan que la impuntualidad repetida suele tener explicaciones psicológicas mucho más complejas, que incluyen trastornos como el TDAH, problemas de autoestima o incluso mecanismos de defensa inconscientes.

Según la doctora Linda Sapadin, psicóloga clínica, «algunas personas llegan tarde porque evitan emociones negativas asociadas con el compromiso, el control o la autoridad. Otras porque subestiman sistemáticamente cuánto tiempo les tomará hacer algo». En muchos casos, la raíz no está en la agenda, sino en el mundo interno de la persona.

El fenómeno del «time blindness»

Una de las causas más habituales es la llamada «ceguera temporal» o «time blindness». Esta condición afecta la capacidad de una persona para percibir con precisión el paso del tiempo. Está presente a menudo en personas con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), pero también puede afectar a aquellas con ansiedad o estrés crónico.

Como explica la neuropsicóloga Stephanie Sarkis, “el cerebro de estas personas no estima bien el tiempo que les llevará una tarea, ni anticipa los pasos intermedios. Lo que para otros son 10 minutos, para ellas son 2”.

Optimistas crónicos y «deadliners»

Hay quienes, sin tener ninguna condición clínica, son simplemente demasiado optimistas sobre su capacidad de encajar múltiples tareas en poco tiempo. Creen que podrán “hacer una cosa más” antes de salir, o que no habrá tráfico, ni interrupciones.

También están los llamados «deadliners», personas que necesitan sentir la presión del último minuto para activarse. Funcionan bajo estrés, y su cerebro asocia las prisas con productividad. No obstante, esto suele tener un alto costo emocional y social.

Impuntualidad como rebelión o auto-sabotaje

No todos los impuntuales se retrasan por error. En algunos casos, llegar tarde se convierte en una forma de expresar resistencia, evitar situaciones incómodas o incluso ejercer control emocional sobre los demás.

El psicólogo clínico William Heilmann lo resume así: “Hay personas que llegan tarde porque así se sienten poderosas, o porque inconscientemente creen que no merecen llegar a tiempo. En ambos casos, es una señal de conflictos internos no resueltos”.

Además, algunas personas desarrollan un perfeccionismo extremo que las hace retrasarse. No salen de casa hasta que todo no está “perfecto”, lo cual refleja más ansiedad que desorganización.

¿Se puede corregir?

Sí, pero no basta con proponérselo. La puntualidad crónica requiere estrategias personalizadas, conciencia emocional y, en algunos casos, apoyo profesional.

Entre las herramientas más efectivas, los expertos recomiendan:

  • Establecer horarios ficticios (salir 15 minutos antes de la «hora real»).
  • Utilizar alarmas múltiples o visuales.
  • Identificar qué emoción se esconde detrás del retraso.
  • Establecer rutinas previas automáticas.
  • Terapia conductual para trabajar creencias y miedos subyacentes.

Ser puntual también se entrena

Como cualquier hábito, la puntualidad puede entrenarse. “No se trata solo de mirar el reloj, sino de entender por qué uno se retrasa, qué quiere evitar o controlar, y qué emociones necesita validar o gestionar mejor”, explica la terapeuta holística Anne Ferreiro.

Las personas que desarrollan estrategias emocionales y cognitivas mejoran significativamente, incluso si llevan años llegando tarde. No es una condena permanente.

El respeto empieza por uno mismo

La impuntualidad crónica no es solo una molestia social. Puede afectar las relaciones, el trabajo, la salud emocional y la autoestima. “Muchas veces, el primer paso para sanar es dejar de culparse y comenzar a entenderse”, afirman desde el portal especializado Mentalzon.

Conocer el origen de esta conducta es el primer paso para cambiarla. Ser puntual no es una virtud innata, sino una capacidad emocional que se puede construir con paciencia, compasión y práctica.

Recuperar el control del tiempo: una manera de cuidarte

La impuntualidad, lejos de ser una simple manía, puede ser la punta del iceberg de problemas más profundos. Comprender sus causas es vital para recuperar el control, mejorar nuestras relaciones y construir una vida más coherente con nuestros valores. Y tú, ¿llegas tarde… o estás huyendo de algo?

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