En un mundo saturado de estímulos, el aburrimiento aparece como una puerta secreta hacia la creatividad, la calma y el equilibrio emocional.
Expertos en psicología y neurociencia coinciden: aprender a aburrirse es una habilidad clave para el bienestar mental.
Durante años, el aburrimiento ha tenido mala fama. Se le ha tratado como un enemigo a evitar a toda costa, como una señal de que algo va mal o, peor aún, que no estamos “aprovechando el tiempo”. Pero la ciencia y la psicología actuales han comenzado a cambiar este concepto. Lo que antes se veía como una pérdida, ahora se revela como una necesidad. Aburrirse, dicen los expertos, no solo es sano, sino esencial.
El aburrimiento no es el enemigo
“El aburrimiento no es un error, sino una señal”, asegura la psicóloga española Josefa Ros, especialista en esta emoción. Según su análisis, aburrirse nos empuja a buscar nuevas ideas, nos obliga a enfrentarnos a nosotros mismos y puede ser el punto de partida para la introspección.
Sandi Mann, profesora de psicología en la Universidad de Central Lancashire, lo define como una “emoción subestimada”, capaz de activar zonas del cerebro relacionadas con la creatividad y la resolución de problemas. En su estudio, los participantes que se aburrieron durante unos minutos antes de una tarea fueron más creativos que los que no lo hicieron.
Lejos de lo que muchos creen, el aburrimiento no es una señal de pereza ni de falta de motivación, sino que nuestro cerebro busca una forma más profunda de conexión con su entorno. Es una pausa incómoda, sí, pero necesaria.
Beneficios psicológicos demostrados
El psicólogo Paul White, en un artículo publicado el 2025, resume seis beneficios clave del aburrimiento: fomenta la creatividad, promueve la autorreflexión, impulsa el cambio, refuerza la salud mental, mejora la productividad y estimula la resolución de problemas.
“El aburrimiento nos obliga a detenernos. En esta pausa encontramos ideas, decisiones, incluso redirecciones vitales”, comenta White.
Desde la neurociencia, la experta Olga Merino afirma que el aburrimiento activa el llamado «modo por defecto» del cerebro, un estado en el que la mente vaga libremente, conectando recuerdos, elaborando proyectos y explorando nuevas posibilidades. Es, literalmente, el momento en que la creatividad florece.
Además, según datos recogidos por la American Psychological Association (APA), los periodos de aburrimiento pueden actuar como “vacaciones mentales” que reducen el estrés y previenen el desgaste psicológico.
Aburrirse en tiempos de pantallas
Pero… ¿cómo aburrirse hoy en día? ¿Es siquiera posible?
Vivimos en la era del «scroll infinito», donde cada segundo de espera es una excusa para desbloquear el móvil. Nos hemos habituado a llenar cualquier espacio de silencio con videos, notificaciones, música o redes sociales. Esta hiperestimulación constante tiene un costo: “el aburrimiento desaparece, pero también lo hace la imaginación”, advierte Ros.
Un estudio reciente de El País revela que el uso compulsivo de redes sociales no solo impide que aparezca el aburrimiento natural, sino que lo reemplaza por una versión ansiosa y dependiente, donde la atención se dispersa y el disfrute se vuelve superficial.
Bartolomé Úbeda, psicopedagogo, lo tiene claro: “A los niños no hay que entretenerlos todo el tiempo. Necesitan aburrirse para aprender a pensar y crear por sí mismos”. Lo mismo vale para los adultos.
Cómo practicar el aburrimiento saludable
Si aburrirse es tan beneficioso, la pregunta es: ¿cómo se entrena esta habilidad en medio del caos moderno?
- Silencio diario: reserva al menos 10 minutos al día sin música, pantallas o distracciones. Puede ser caminando, mirando por la ventana o simplemente respirando.
- Deja espacios vacíos en tu agenda. No llenes cada hueco con tareas. Deja que el tiempo fluya sin propósito.
- Espera sin entretenerte: en colas o transporte público, evita sacar el móvil. Observa, escucha, piensa.
- Realiza tareas monótonas sin estímulos: lavar platos, barrer o pasear sin auriculares pueden ser momentos creativos.
- Permítete el aburrimiento sin culpa: no te autoexijas productividad constante. Estar sin hacer nada también tiene valor.
“La gente teme aburrirse porque teme enfrentarse a sí misma”, señala Sandi Mann. Pero solo en ese espacio sin ruido es donde aparecen las ideas más auténticas.
La pausa que tu mente necesita
Quizás el aburrimiento no sea un vacío, sino una invitación. Una grieta por donde se cuela lo que realmente importa, lo que pensamos cuando nadie nos habla, lo que sentimos cuando ya no hay nada que mirar.
Dejar de temer el aburrimiento es dejar de temer el silencio, la lentitud, la pausa. Es abrir la puerta a la mente para que respire, sueñe y se reencuentre.
Así que la próxima vez que no sepas qué hacer, no huyas. Abúrrete. Tu cerebro te lo agradecerá.
¿Y tú? ¿Cuándo fue la última vez que te aburriste de verdad?
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