Hablar solo en voz alta. Sí, lo has hecho. Yo lo hago, lo hace tu vecino e incluso lo hace tu jefe, aunque luego lo niegue. Y no, no es un síntoma de que estemos perdiendo la cabeza. Es mucho más interesante —y útil— de lo que imaginas. La psicología lo confirma: este hábito que muchos ocultan es, en realidad, una poderosa herramienta mental.
No estás loco: estás poniendo orden en tu cabeza
Uno de los mitos más extendidos —y más falsos— es que hablar solo es señal de locura. Rotundamente falso. La ciencia lo deja claro: el lenguaje autodirigido (así se llama técnicamente) es como el mapa que dibuja tu cerebro para orientarse. Sirve para poner orden en el caos de pensamientos, para tomar mejores decisiones y, atención, para reducir el estrés.
Cuando verbalizas lo que piensas, conviertes ideas confusas en algo claro y manejable. Es como limpiar un escritorio lleno de papeles: de repente, todo está en su lugar.
Un hábito que no se pierde con la edad
¿Has visto a un niño jugar y explicarse a sí mismo lo que está haciendo? Eso es hablar solo en estado puro. Es su manera de aprender, de procesar el mundo y de entrenar el lenguaje. Los adultos lo seguimos haciendo, pero en silencio… hasta que llega un momento de presión y, ¡zas!, la voz interior se escapa.
En un examen, siguiendo una receta complicada o incluso buscando las llaves, ahí está: “¿Dónde las he puesto?, ¿dónde las he puesto?”. Sí, es tu cerebro dándote instrucciones en directo.
Los beneficios que nadie te ha explicado
La psicología no deja lugar a dudas: hablar solo puede ser una auténtica vitamina para tu mente. Y no, no es exageración. Aquí tienes algunos beneficios que te harán querer hacerlo más:
- Memoria de hierro: repetir en voz alta lo que tienes que hacer ayuda a no olvidarte. Ni las llaves, ni el cumpleaños de tu cuñada.
- Menos ansiedad: cuando verbalizas preocupaciones, las ves desde fuera, pierden fuerza y dejan de agobiarte.
- Más motivación: un simple “¡vamos!” o “¡puedo con esto!” en voz alta tiene un efecto real en el cerebro.
- Resolución de problemas exprés: explicándote a ti mismo los pasos, encuentras errores y soluciones más rápido.
La parte que sí puede ser preocupante
No todo es color de rosa. Si hablar solo se convierte en un diálogo constante con voces que parecen externas, con contenido extraño o incontrolable, la cosa cambia. La psicología advierte que esto puede ser un síntoma de un trastorno y que es momento de consultar a un profesional.
La diferencia clave es esta: si la voz eres tú y sabes que eres tú, todo bien. Si no, toca encender las alarmas.
El truco que usan los deportistas (y funciona)
Un estudio demostró que decir en voz alta lo que buscas (“busco el mando, busco el mando”) hace que lo encuentres antes. La razón es sencilla: tu cerebro se enfoca como un láser. Esto lo utilizan atletas, músicos y oradores para mantener la concentración y no cometer errores. Por eso no es extraño que, en plena competición, se den órdenes a sí mismos: “mantén el ritmo, respira, concéntrate”.
Tu mejor aliado emocional
En momentos de tensión, tristeza o rabia, hablar solo actúa como una válvula de escape. Decir “estoy enfadado” o “esto me está superando” ayuda a canalizar la emoción y evitar que explote. En terapia, incluso, se utiliza de manera intencionada para que el paciente se enfrente a sus pensamientos y los transforme.
El teletrabajo lo ha normalizado (y mucho)
Antes nos podía parecer extraño. Ahora, después de tantas videollamadas, es lo más normal del mundo ensayar una presentación en voz alta, practicar idiomas o repasar lo que diremos en una reunión. El teletrabajo ha convertido este hábito en algo cotidiano… e incluso profesional.
La próxima vez que hables solo, recuerda esto
No es raro. No es peligroso. Y, sobre todo, no es inútil. Hablar solo es una señal de que tu cerebro está trabajando, organizando y afinando sus engranajes. La próxima vez que te encuentres en esa situación, no te calles: quizás le estás dando a tu mente justo lo que necesita.
Y sí, aunque el vecino del quinto te mire extraño, sigue hablando. Al final, lo más probable es que él también lo haga… solo que no lo admite.